viernes, marzo 31, 2006

Nº:12 - El “Manifiesto de Porto Alegre" y el futuro de los FSM (B.Cassen)

En 2006 no habrá un único Foro Social Mundial (FSM) tal y como lo hubo durante los cinco años precedentes: 4 en Porto Alegre, Brasil, y uno, en 2004, en Mumbai, India. A la espera de 2007, donde un sexto Foro de este tipo está previsto en África, se logró un acuerdo en el seno del Consejo Internacional del FSM para organizar, en su lugar, y en varios países, una serie de encuentros inscribiéndose en el concepto genérico de “Foro Social Mundial Policéntrico”. El más importante de entre ellos será con seguridad el de Caracas, previsto para las fechas del 24 al 29 de enero, y que tendrá a su vez el estatuto de Segundo Foro Social de las Américas.

Las fechas decididas para Venezuela coinciden con las del World Economic Forum (WEF) de Davos, con el fin de reanudar una tradición que sólo había sido interrumpida en el Foro de Mumbai. La razón es simple: no dejar a los “amos del mundo” el privilegio mediático de expresar, sin contestación y a cada principio de año, su visión del futuro del planeta. Tal y como la experiencia ha probado, esta simultaneidad entre los dos Foros constituye un importante activo. Fue precisamente el fundador y presidente de Davos, Klaus Schwab, quien dio el consentimiento no sin una profunda irritación. Expresándose ante periodistas en Buenos Aires, el 21 de marzo de 2001 (dos meses después del segundo FSM), declaró que el FSM había provocado “un giro negativo” en relación al prestigio del WEF. “Esto es el colmo”, proseguía, “de manera muy inteligente, ponéis un nombre al lado de otro mundialmente conocido como el del Foro de Davos, y pasáis a ser conocidos”. En términos de lógicas de la comunicación, la conclusión de M. Schwab era en parte exacta: “Sin Davos, nadie hubiera nunca oído hablar de Porto Alegre”. La afirmación es exagerada, pero hay que reconocer que hemos sabido explotar al máximo la concomitancia de las fechas de los dos Foros.

Ya desde el primer FSM, en 2001, resultó que la ciudad de Porto Alegre no podía por sí sola concentrar, una vez al año, el conjunto del movimiento internacional de resistencia y de elaboración de alternativas a la mundialización liberal, lo que más tarde se ha llamado el movimiento “altermundista”. En la sesión de clausura, en la cual se anunció el mantenimiento de la capital del Estado de Rio Grande do Sul como ciudad anfitriona del FSM 2002, se precisó que este Foro debería también mundializarse geográficamente. Esta mundialización no comenzó realmente sino al año siguiente con la celebración de los Foros Sociales temáticos y continentales (también llamados regionales, en términos de regiones del mundo), en particular los Foros Sociales Europeos (FSE) de Florencia (2202), de Paris y de Saint-Denis (2003) y de Londres (2004). Habría también que contar los Foros nacionales y los Foros locales pero la lista sería demasiado larga de citar.

Los dueños de las transnacionales, banqueros y dirigentes políticos disponen de varias ocasiones para encontrarse informalmente a lo largo del año, bien sea en Davos y sus variantes locales, en el marco de la Comisión Trilateral, de la Mesa Redonda de los Industriales Europeos (ERT), del Transatlantic Business Dialogue, del World Business Council for Sustainable Development, del Grupo Bilderberg o en lo múltiples simposios organizados por fundaciones americanas y europeas. En el ambiente cargado de estos cónclaves, se hace balance de la situación de la mundialización liberal, de los peligros que la acechan, de las fuerzas del conflicto y de las maneras de responderle. No se necesita publicar comunicados: la información y las estrategias, actualizadas permanentemente, circulan de boca en boca hasta el punto de establecer vínculos personales en el seno de estos comités de dirección del mundo. Los artículos de revistas, los documentos de trabajo de difusión limitada y a veces los documentos de trabajo de difusión restringida y quizás las actas de los periodistas cuidadosamente escogidos para asistir a estas discretas negociaciones, se hacen eco de este proceso.

En lo que se refiere a los movimientos sociales, nada parecido. Ciertamente, los sindicatos, a través de sus estructuras internacionales, las innumerables campañas, las redes asociativas, confesionales, universitarias, humanitarias, etc., tienen ocasiones para encontrarse periódicamente, pero la experiencia prueba que de sus reuniones sectoriales pocas acciones globales concertadas salen adelante. Precisamente porque son sectoriales. Faltaba un espacio donde el mayor número de actores sociales, cuyos precedentes, en general desprovistos de medios y a menudo aislados geográficamente, pudieran encontrarse, intercambiar, federar y articular sus luchas.

Los Encuentros internacionales de Saint-Denis en junio de 1999, organizados por Attac Francia (de la que entonces era yo presidente) habían, incluso modestamente, constituido un primer espacio de prefiguración. En mi intervención de apertura, había indicado que “uno de los méritos de nuestro encuentro consiste en dar una visibilidad global a los combates que quedan atomizados y que se ignoran los unos a los otros. También consiste en mostrar su coherencia y su convergencia. A lo largo de estas tres jornadas, vamos a analizar, a intercambiar nuestras experiencias y a elaborar propuestas de acción para los meses y años venideros. Sobre todo, vamos a aprender a conocernos en el seno de un mismo país, en el seno de un mismo continente y entre continentes. Vamos a tender pasarelas y puentes entre nosotros”. Entonces ignoraba, evidentemente, que se establecería, en menos de dos años, un espacio capaz de responder a esta ambición: el FSM. Un espacio donde podrían elaborarse gradualmente consensos y donde se elaboraría igualmente el inventario de los acuerdos y divergencias sobre las cuestiones todavía en debate entre movimientos de todos los tipos. También, un espacio donde se definirían estrategias comunes.

En efecto, la novedad radical del FSM la constituye el haber pasado, integrándolo al mismo tiempo, de una cultura del “no” –aquella que se había traducido espectacularmente en las manifestaciones de Seattle contra la OMC, en 1999, y en las que le iban a seguir– a una cultura del “sí”, implícita en la consigna “Otro mundo es posible”. Pero también la constituye, mediante la elaboración de alternativas, el hecho de haber esbozado los límites de coaliciones planetarias, continentales, incluso nacionales, reagrupando a los actores y a los movimientos sociales en lógicas no siempre espontáneamente convergentes, por ejemplo, sindicatos y asociaciones, al igual que estructuras como las Iglesias, incluso reagrupamientos de pequeñas y medianas empresas (PYMES) y también los cargos electos nacionales o locales del sufragio universal, de acuerdo a las modalidades originales.

Desde sus primeros textos, y sobre todo en el documento de referencia que es su Carta de Principios elaborada en junio de 2001 con el fin de “enmarcar” a los futuros Foros, el FSM se definió a la vez como un espacio y un proceso, y absolutamente de ninguna manera como una entidad. Se trata, desde Porto Alegre I (enero de 2001), de proporcionar un lugar de intercambios, de diálogo, de elaboración de propuestas, de instauración de estrategias de acción y constitución de coaliciones de todos los actores sociales que rechazan la mundialización liberal, siendo este rechazo la condición sine qua non de la participación en sus actividades. Pero cada uno de estos pasos sólo compromete a las organizaciones que quieran implicarse y no al conjunto de las presentes en el Foro.

El FSM no se pronuncia pues como tal, no hay un “comunicado final” de sus reuniones; sólo hay textos adoptados en el FSM, pero no textos del FSM, a parte de aquellos que, precisamente, fijan las reglas del juego. Esto vale no solamente para el mismo FSM, sino también para la mayor parte de sus variantes continentales (como los Foros Sociales Europeos), así como para su estructura de control que es su Consejo Internacional. Esto también vale para las llamadas convocatorias de los “movimientos sociales” elaborados en el transcurso de las diferentes sesiones del FSM.

Este estatuto no ha sido siempre comprendido por los observadores: para ellos, resultaba difícil admitir que un Foro terminase sin propuestas y declaraciones oficiales; de ahí su tendencia a afirmar que éramos incapaces de “positivar”, que abandonábamos el terreno tan pronto como había que volver a la realidad. Les habría bastado con pasearse por alguno de los cientos de talleres o seminarios de los FSM, de 2001 a 2005, para constatar que sus propuestas abundaban.
El proceso del FSM parece constituir por partida doble una bifurcación histórica:

Primero, por la elaboración progresiva, a niveles local, nacional y mundial, de un corpus cada vez más compartido por los actores sociales (con las precauciones de método que acabo de mencionar) de análisis y propuestas en ruptura con las políticas neoliberales.
A continuación, por la multipolaridad geográfica de sus fuerzas y protagonistas, de la que la elección de una ciudad de Brasil, por lo tanto del Sur, como primer abanderado, constituye su concretización simbólica.

Otra característica positiva de los Foros, desgraciadamente subestimada por la gran mayoría de los movimientos sociales, así como por el Secretariado Internacional y el Consejo Internacional del FSM (instancias en las que este tema jamás ha sido debatido), es la inclusión de los cargos electos en los procesos. La relación entre los movimientos sociales y la esfera política constituye un sempiterno objeto de debate teórico y práctico, cuyos términos varían considerablemente de un país al otro. Por mi parte, siempre he pensado que no necesitábamos ningún intermediario para dialogar con los partidos y los cargos electos. Basta con conservar en la cabeza algunos principios simples y algunas reglas de trabajo y de respeto mutuo.

En la Carta de Principios se precisa que “no podrán participar en el Foro, como tales, los representantes de los partidos, ni las organizaciones militares. Podrán ser invitados a participar, a título personal, los gobernantes y parlamentarios que asuman los compromisos de la presente Carta”. En lo que concierne a los partidos y responsables políticos, algunos, especialmente en Francia, han podido ver una contradicción entre estos principios y la presencia muy mediatizada de los dirigentes e incluso de ministros en los cinco FSM. En parte, esta presencia se explica por la celebración, en la víspera de un Foro o al mismo tiempo que él, de otros dos tipos de Foros: el de las autoridades locales y el de los parlamentarios. En estos dos encuentros, diputados, senadores, ministros, etc., toman la palabra de acuerdo a su condición de representantes políticos. Después, tienen total libertad de participar, no como delegados, sino como observadores, en los seminarios y talleres del FSM.

Este choque entre los dos tipos de reuniones comporta al menos dos grandes ventajas: la de incorporar a los cargos electos en el movimiento de conjunto del FSM y la de permitir los contactos entre éstos y militantes asociativos y sindicales. A título de anécdota, durante el FSM 2002, en el bar del hotel Plaza Sao Rafael, tenía a algunas mesas de distancia a Bertrand Delanoé, alcalde de Paris, y a Patrick Braouzec, alcalde de Saint-Denis. Fue ahí donde logré su acuerdo para la recepción conjunta, por parte de las dos ciudades, del Foro Social Europeo en 2002, aplazado más tarde a 2003.

Otra repercusión muy positiva, la constituyen los documentos finales de los Foros de las autoridades locales y de los parlamentarios, que marcan un punto de inflexión notable en la implicación de los cargos electos en la lucha contra la mundialización liberal y, para los parlamentarios, a favor de la tasa Tobin, contra el Acuerdo general sobre el comercio de los servicios (AGCS) de la OMC (en inglés: General Agreement on Trade in Services (GATS), contra la guerra de Irak, etc..

La puesta entre paréntesis de un FSM realmente “100% FSM” en 2006 no está solamente ligada a la necesidad de esperar a que África esté lista para recibir uno en 2007. También atiende al estancamiento de la fórmula inaugurada en 2001, aunque haya sido ya en parte renovada en Porto Alegre en 2005, con una consideración prioritaria de las solicitudes de los movimientos sociales en la elaboración del programa. La cuestión constantemente planteada, tanto por los delegados como por los que, infinitamente más numerosos, siguen el proceso a distancia, es la siguiente: ¿Cuáles son los acervos de estos encuentros de masas –sean mundiales o europeos como es nuestro caso– y en qué pueden concretamente desembocar? Existen varios “indicadores” posibles y muy diferentes para medir su éxito hasta ahora:

¿El número de participantes? Se ve que, después del efecto de masas constatado desde el primer FSM, y que ha culminado con los 150.000 participantes en 2005, “hacer cifras” no prueba gran cosa. Siempre se podrán reunir a más delegados, ¿y entonces?

¿La ampliación de la base social y del abanico de organizaciones que se incorporan al proceso de los Foros en busca de “otro mundo posible”? Desde este punto de vista, el número de participantes ha constituido un elemento importante pues ha podido incitar a las organizaciones reticentes (en particular, sindicales) a no privarse de una tribuna mediática y a enarbolar temporalmente una “bandera” altermundista. Pero, para algunos, las cosas se quedan ahí, no hay compromiso en las acciones ulteriores. Esta situación está afortunadamente en constante evolución.

¿La incorporación de las fuerzas sociales del país o del continente de acogida en el movimiento altermundista? Esto fue una de las grandes conquistas de Porto Alegre: al celebrarse el Foro en Brasil, América Latina se convirtió en parte involucrada de primer instancia de un conflicto neoliberal hasta entonces esencialmente euro-americano y a partir de ahora multipolar. En Mumbai, en 2004, ocurrió algo histórico: Asia del Sur y, en menor medida, Asia Oriental, formaron en adelante el cuarto componente de pleno derecho del frente de denegación del orden neoliberal mundial.

¿La proyección pública de las propuestas elaboradas en el seno de los Foros y su inyección en las políticas nacionales, continentales e internacionales? Aquí es donde aprieta el zapato: para la mayoría de los mortales, los Foros mundiales siguen siendo una suerte de Fiesta de La Humanidad itinerante con sus lados buenos (el “todos juntos” internacionalista) y sus límites: cada uno de nosotros tiene siempre dificultades para explicar qué salió de un Foro. Las llamadas convocatorias de las asambleas de los movimientos sociales no pueden en realidad jugar este papel, a no ser que sea en razón de la disparidad entre el número de organizaciones que las elaboran y adoptan y el número total de aquellas que participan en las actividades de los Foros: un informe que se sitúa, como máximo, en una ratio de entre 1:20 y 1:50.

Todo esto no es poco, pero todavía no se traduce en perspectivas de cambio en un horizonte previsible. Es más, ¿qué cambio? El movimiento altermundista afirma que “otro mundo es posible”, pero ¿cuál o cuáles? Nos encontramos ante una paradoja: numerosas propuestas salen adelante en el seno de los Foros, pero, oficialmente, se quedan mudas. De ahí, a falta de una circulación adecuada de la información, el riesgo de repetirse de un encuentro; de ahí, igualmente, una frustración en muchos de los participantes (y todavía más en la casi totalidad de los no participantes) que espera una mínima salida programática.

En estas condiciones, la primera prioridad es la constitución y conservación, con los medios adecuados, de una “memoria” razonada y lo más exhaustiva posible de los diferentes Foros (mundiales, continentales, nacionales, incluso locales) en diversos soportes (papel, electrónico, vídeo, paneles de exposiciones itinerantes, etc.) con una preocupación didáctica permanente. Necesitamos saber lo que ya hemos pensado y elaborado conjuntamente y darlo a conocer masivamente fuera de nuestras propias filas para irrigar nuestras luchas y nuestros debates. Este trabajo ha sido sistematizado y coordinado a nivel internacional después del FSE de París y Saint-Denis, en parte gracias a los excedentes financieros que se habían logrado. Se puede pues esperar a corto plazo la constitución de una memoria operacional del conjunto de los Foros.

La segunda prioridad, que deriva de la anterior, es más delicada de aplicar, pero ahora figura en el orden del día y posiblemente no saldrá adelante: elaborar “zócalos” de propuestas resultantes del Foro, fácilmente “legibles”, susceptibles no sólo de reunir a las organizaciones participantes, sino también de lograr una amplia movilización más allá de ellas: a nivel mundial, continental (en particular a nivel europeo) y nacional.

En la medida en que el liberalismo interviene a todos los niveles, el altermundismo no puede simplemente oponerle respuestas dispersas y monotemáticas. Para suscitar la adhesión de extensos sectores y neutralizar a sus adversarios, que le acusan “de no proponer nada”, debe alegar un mínimo de medidas coherentes entre ellas, con la intención de elaborar un proyecto visible para la opinión pública. Estos zócalos –mundiales, continentales y locales– deben ser debatidos públicamente y actualizados regularmente.

Para el logro de un resultado positivo, este planteamiento debe protegerse ante dos riesgos: el de las generalidades programáticas fácilmente recuperables verbalmente por no importa qué partido o gobierno, y el de la hiper-precisión que desembocaría en el programa común de gobierno de la fracción más radicalizada del movimiento. Se trata de hacer emerger los elementos de un nuevo paradigma, ciertamente en ruptura con el neoliberalismo, pero dejando las puertas abiertas a una pluralidad de traducciones políticas con el fin de respetar la diversidad de los componentes del movimiento y de preservar sus posibilidades de ampliación.

Este zócalo, o más bien estos zócalos, darían todo su significado al término “altermundismo”: propondríamos “otra” realidad distinta a la que hoy tenemos, dibujando los pasos hacia “otro” mundo posible, pues, de lo contrario, corremos el riesgo de seguir dando vueltas en círculo y de perpetuar una impotencia política que hace las delicias de nuestros adversarios y de algunos de nuestros “amigos” de circunstancia: no temen nada mientras no tengan que determinarse sin evasivas ante un proyecto emancipador, beneficiario de apoyos de masa y declinado a todos los niveles, de lo planetario a lo local.

He aquí, a partir de la experiencia vivida, las reflexiones de Attac Francia, y las mías en particular, inmediatamente después del FSE de Londres en octubre de 2004 y a la víspera del FSM de Porto Alegre en enero de 2005. El Foro de Londres había sido objeto de valoraciones en parte negativas en la medida en la que las tres misiones hasta entonces asignadas a tal encuentro –confrontación de ideas, elaboración de propuestas, decisiones de acciones comunes– se habían completado muy desigualmente.

Las confrontaciones se habían producido, sobre todo, más arriba del FSE, en su proceso de preparación. Encontramos su traducción en el programa de las sesiones plenarias. Así pues, como en los dos FSE anteriores, los partidarios de la primacía de los temas de la “guerra” y del “racismo” sobre todos los otros habían triunfado ampliamente sobre los que, muy estando de acuerdo sobre la importancia evidente de estas cuestiones, consideraban que un Foro Social Europeo debía también tratar ampliamente de otras grandes cuestiones sociales y de la construcción europea. Mientras que, en todos los países de la Unión Europea, ya se planteaba el problema de la ratificación de la Constitución, tema absolutamente crucial que había sido muy marginal en los trabajos.

Por ello, ante este vencimiento principal, el FSE no había proporcionado ningún elemento nuevo susceptible de alimentar un “zócalo” común a nivel del Viejo Continente. Las únicas propuestas salieron de redes ya constituidas, en primer lugar de la red de los Attacs de Europa, que trabajaban regularmente en común y para los que Londres, como los otros Foros, era sobre todo un lugar y una fecha de encuentro en un calendario que comprendía muchos más.

En varios aspectos, para las redes ya existentes, el FSM juega el mismo papel que el FSE, pero a escala mundial. Para Attac, por ejemplo, organización presente en cerca de 50 países, es la ocasión anual de reunir en la misma sala a Attac Chile, Attac Francia, Attac Québec, Attac Burkina Faso, Attac Japón, etc. El resto del tiempo, los encuentros son bilaterales, con motivo de visitas de responsables, excepto en Europa donde tienen lugar prácticamente cada dos meses. Entretanto, Internet y las conferencias telefónicas permiten contactos permanentes.

Se puede decir que, al cabo de cinco FSM, de diferentes Foros celebrados en América Latina y de tres FSE, hemos completado, en cierta medida, los contactos y alianzas –realizadas o potenciales– entre los movimientos sociales de Europa y de las Américas. Disponemos de una cartografía bastante precisa de las fuerzas móviles, aunque estemos lejos de tenerlas todas movilizadas, en particular los sindicatos. En cambio, y a pesar de Mumbai, queda mucho por hacer en Asia y mucho más en África y en Oriente Próximo. Esta es la razón por la que estas regiones del mundo siguen siendo inmensas “tierras de misión” para el movimiento altermundista y justifican que los próximos Foros Sociales Mundiales se celebren ahí prioritariamente.

La llegada a la madurez del movimiento altermundista, incluso si geográficamente no es universal, es un motivo principal para capitalizar sus primeros acervos bajo la forma de los zócalos de propuestas mencionados anteriormente. El Manifiesto de Porto Alegre propuesto en el FSM de 2005 constituye la primera concretización. Administrativamente, sólo se trata de una propuesta que se suma a las otras 352 resultantes del Foro. Sus signatarios no dijeron otra cosa. Sin embargo, el hecho de que haya suscitado tantos comentarios, y quizás cierta dificultad, muestra bien que este texto, aprobado por personas cuya inversión en el movimiento altermundista y en los Foros es incontestable, no se trata de una propuesta como las otras.
En efecto, marca un cambio de dirección en la dinámica de los Foros y sus consecuencias están aún lejos de haber sido extraídas. En primer lugar, no contraviene a la Carta de Porto Alegre que, personalmente, deseo que permanezca en estas condiciones. Ya no se trata de un intento de intelectuales por autoproclamarse líderes del movimiento altermundista. Ninguno de sus signatarios tiene tal ambición, que, por otra parte, no sólo sería ridícula, sino también por adelantado destinada al fracaso.

Lo que han querido hacer es dar una primera respuesta a una aspiración en gran medida extendida y que, si no se la tiene en cuenta, va a vaciar progresivamente los Foros de sus elementos más activos. Atención: este proceso ya ha comenzado, tanto a nivel mundial como europeo, donde distintas organizaciones tienen el sentimiento de perder su tiempo y sus escasos recursos financieros en debates repetitivos. Los militantes no quieren sólo discutir, quieren pasar al acto político para cambiar el mundo, fijándose objetivos mínimos comunes. El corpus de las propuestas resultantes de los Foros es ya en gran medida suficiente para constituir zócalos de sobra consensuados y desafiar a los partidos políticos, a los gobiernos y a las organizaciones multilaterales. Este primer Manifiesto no es fijo, puede ser enmendado y completado, y no cabe duda de que lo será. Constituye al menos un punto de partida.

Esta es la razón por la que la organización de los futuros Foros debería, según mi opinión, tener en cuenta los siguientes imperativos:

1.– Mantener, en cumplimiento de la Carta, el estatuto de estos Foros como espacios y procesos abiertos, sin pronunciarse como tales.

2.– Reforzar la visibilidad y coherencia de las principales propuestas sectoriales que resulten. Extraer 352 propuestas, como en Porto Alegre 2005, sin jerarquizarlas, resulta sin duda atractivo desde un punto de vista intelectual y documental, pero no tiene ninguna “operatividad” política.

3.– Otorgar un lugar privilegiado, en los Foros, a los intercambios sobre las campañas en curso en el mundo: por la anulación de la deuda exterior de los países pobres; contra los paraísos fiscales; por las tasas globales; por el comercio justo y contra los acuerdos de libre intercambio y las reglas de la OMC y el AGCS; por la soberanía y la seguridad alimentarias y contra las OGM; por la promoción de los bienes comunes (en primer lugar, el agua); contra el belicismo de los Estados Unidos. En última instancia, los Foros podrían construirse casi exclusivamente en torno de estas campañas en curso y del lanzamiento de otras previamente preparadas en redes ad hoc.

4.– En el marco de los Foros, discutir y enriquecer los zócalos con propuestas constituyendo proyectos globales. ¿Cómo? Diseñando, dentro de lo posible, los contenidos de las campañas y ampliando progresivamente el número de organizaciones que los aprueban. El Manifiesto de Porto Alegre es la primera piedra de esta construcción, pero no tiene vocación de ser la única.

5.– Articular las actividades de los Foros Sociales con las de los Foros de las autoridades locales, de los parlamentarios y de los sindicatos, ya que, hasta hoy, estos acontecimientos no están coordinados políticamente. Ya no nos podemos permitir el lujo de mantener una barrera entre los distintos tipos de movimientos sociales y los cargos electos, en tanto que comparten globalmente los mismos objetivos de resistencia al neoliberalismo. Esta articulación, respetando la autonomía de cada uno de los componentes, debería incluso constituir un objetivo central de los futuros encuentros.
En todas las partes del mundo, los ciudadanos aspiran a cambios radicales. Si los Foros no son el lugar donde se elaboran y donde los socios de su aplicación se encuentran, otras estructuras lo harán en su lugar. Los Foros correrán entonces el riesgo de transformarse en conchas vacías y abandonadas progresivamente por los actores sociales. Es hora de frustrar esta evolución previsible.

sábado, marzo 25, 2006

Nº:11 - Bolkestein. Situación Post-Votación (Jonathan Zaragoza)

La directiva adoptada por el Parlamento europeo ha eliminado los aspectos más ultraliberales del texto propuesto por la Comisión. Es el primer resultado de las movilizaciones de las opiniones públicas. Pero la directiva sigue siendo inaceptable; el derecho al trabajo nacional puede ser burlado, la posibilidad de un auténtico control de las empresas no queda garantizado, el derecho que se aplique en la prestación de servicios no está definido con claridad, el campo de actividad de la directiva incluye una parte de los servicios públicos.

“La propuesta de directiva europea relativa a los servicios en el mercado interior”, más conocida como “Directiva Bolkestein” busca instaurar (tal y como dice claramente en su artículo primero) la "libertad de establecimiento y de circulación de los servicios" de forma que se cree un mercado único en el sector de los servicios tal y como se prevé en el Tratado de Roma (1957), y que nunca había sido organizado hasta ahora.
La propuesta elaborada bajo la autoridad del señor Bolkestein, aprobada por la CE unánimemente, en la primavera del 2003, por TODOS los jefes de Estado y de Gobierno que incluso pedían que fuera examinada "con urgencia", acaba de vivir una etapa de largo recorrido legislativo en el marco de un procedimiento llamado de codecisión en el que hay dos legisladores: el Consejo de Ministros y el Parlamento. Este último después de reformar algunos de sus artículos, y después de una larga negociación entre los dos partidos mayoritarios (PPE y PSE) acaba de realizar la "primera lectura" del texto.

¿Qué cambia y qué permanece?

Las enmiendas más significativas se refieren al campo de aplicación de la directiva. El Parlamento ha añadido a las materias del proyecto inicial excluidas (porque son objeto de directivas especiales (servicios financieros, postales, comunicación electrónica, transporte, excepto el transporte de fondos y las funerarias, y servicios jurídicos) los servicios públicos de sanidad, y también su reembolso, el audiovisual, los juegos de azar, las profesiones que participan en el ejercicio de la autoridad pública, los servicios sociales, la vivienda social y los servicios de seguridad.
Se añade que la directiva debe respectar el derecho internacional privado, lo que no ocurría en el texto de la CE, que era consciente de que algunas disposiciones del derecho internacional privado, contenidas en las convenciones de Roma I y II, eran contrarias al principio del país de origen. El derecho al trabajo (en cuanto al derecho de negociar convenios colectivos, la libertad sindical y el derecho de huelga) sale también de la directiva que desde esta óptica deja de contradecir las convenciones de base de la Organización Internacional del Trabajo - OIT. Pero la satisfacción que podemos sentir disminuye por un límite, que es la definición del suministrador de servicios (que puede ser una persona física, es decir un trabajador independiente - art. 4) y por la prohibición de limitar las prestaciones a título independiente (art. 16.3.f), a la vez. Se mantiene, pues, la posibilidad de que se generalice una práctica que va en aumento: la de los falsos independientes, es decir, trabajadores que la empresa trata como independientes, lo que dispensa al empresario de impuestos y le deja completa libertad para establecer las tarifas del servicio que presta. Aquí vemos una actuación cada vez más frecuente de los liberales de derecha y de izquierda: se dice que no afecta a un derecho pero se introducen disposiciones que permiten obviar ese derecho.
Entre los cambios positivos señalamos la supresión total o parcial de cuatro artículos:
el párrafo 6 del artículo 15 que subordinaba la legislación nacional al acuerdo previo de la CE, art. 23, según el cual la CE se dotaba ilegalmente de competencias en materia de sanidad; el art. 24 que vaciaba de contenido la directiva sobre el desplazamiento de trabajadores, y el art. 25 que impedía cualquier posibilidad de controlar a los negreros.
Es preciso estudiar una modificación con prudencia, la que retira los servicios de interés económico general (SIEG) y los servicios de interés general (SIG) del campo de aplicación de la directiva (art. 1). Los SIEG reúnen los servicios del sector mercantil que, de todos modos, es europeo por definición (Tratado de Maastricht), sometidos a las reglas de la competencia.
En cuanto a los SIG, no figuran en el Derecho europeo. Y la CE sólo conoce la definición que da de los servicios la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas según la cual una actividad de servicio es (una actividad que se presta a cambio de una contrapartida económica".
Esta gran victoria anunciada a bombo y platillo por la socialdemocracia es, de hecho, un engaño más. Lo que no cambia es la larga lista de exigencias prohibidas (art. 14, 16.3 y 2=) que amputan el margen de maniobra de los poderes públicos. Casi todas se mantienen: no se podrá pues, exigir de un suministrador de servicios que tenga la nacionalidad del país en el que ejerce su actividad, que resida en el país, que tenga un establecimiento en el territorio, que se someta a una prueba para conocer si su actividad responde a una necesidad económica, que constituya una garantía financiera o que contrate un seguro, que se inscriba en un colegio profesional, que disponga de infraestructura, que se constituya en una determinada forma jurídica, que posea un documento de identidad específico para el ejercicio de su actividad, que utilice un equipo o un material determinado. Asimismo, se mantiene (art. 15) la obligación de que cada Estado haga compatibles determinadas exigencias con el triple criterio de no discriminación, de necesidad y de proporcionalidad: límites cuantitativos o territoriales especialmente en forma de límites fijados en función de la población o de una distancia geográfica mínima entre suministradores; las exigencias que obligan al suministrador de constituirse bajo una forma jurídica determinada; las exigencias relativas a la detección del capital de una sociedad; las exigencias (distintas de las relativas a la cualificación profesional) que reservan el acceso a la actividad del servicio en cuestión a suministradores particulares en razón de la naturaleza específica de la actividad; la prohibición de disponer de varios establecimientos en un mismo territorio nacional; las exigencias que impone un número mínimo de empleados; las tarifas obligatorias, mínimas o máximas, que debe respetar el suministrador; la obligación para el suministrador de proporcionar, junto al servicio, otros servicios específicos. Al recortar numerosos elementos de acción y de control, los poderes públicos se rendirán totalmente al “Laissez faire, laissez passer” ("dejad hacer, dejad pasar"). Y no son los matices introducidos en las numerosas “consideraciones” lo que nos puede tranquilizar, puesto que dichas “consideraciones” no tienen ninguna fuerza jurídica.

¿Que queda del PPO?

En la base del principio del país de origen PPO se hace una distinción esencial: se hace la diferencia entre el lugar del establecimiento (lo que solemos denominar razón social) de un suministrador de servicios y el lugar donde ejerce la actividad. Sobre esta base el artículo 16 de la propuesta de la CE hace la distinción entre el Estado en el que se establece la sede social y el Estado en el que el suministrador proporciona un servicio. Y el texto fija que el prestatario debe someterse únicamente a la jurisdicción del país en el que está su sede social, cualquiera que sea el país en donde ejerza su actividad. Es el Estado donde está la razón social el que controla que respete su legislación en el país en donde ejerza su actividad.
De este modo, una vez identificado el país que resulte ser el de menos presión fiscal, social o medioambiental, bastará con instalar su sede social para que sea la jurisdicción de este país la que se imponga al personal del lugar de actividad. No solamente se organiza con ello la competencia entre trabajadores sometidos a regímenes distintos, sino que se incita a la deslocalización de las razones sociales.
Se comprende la ira de los que se sienten ligados a más de cien años de conquistas sociales burladas por una UE que ha substituido lo que era el motor de construcción de Europa, la harmonización, por las deslocalizaciones, y el fomento de la competencia radical entre europeos en el que se promueven las desigualdades.
En un primer momento -durante el cual, Francia, al decir del presidente de la República, el primer ministro y la dirección del Partido Socialista, el texto se había "enviado al vertedero de la Historia" (Strauss-Kahn)_ la comisión competente del Parlamento europeo, después de meses de debates, el 23 de noviembre de 2005 sustituyó el título del artículo 16 “principio del país de origen" por "cláusula del mercado interior", y confió al Estado de acogida el cuidado de verificar el respeto en su territorio del derecho del país de origen de la empresa. Si la lógica del país de origen se mantiene, este nuevo artículo reclama inspectores de trabajo en cada país que dominen 20 idiomas oficiales de la UE y las leyes de los 25 Estados miembros (dentro de poco 27). Una hermosa forma de hacer imposible el control.
¡Pero a partir de ese instante pudimos oír a determinado número de actores políticos y de periodistas a sueldo de los mismos intereses privados afirmar que el principio del país de origen había desaparecido!
En la sesión plenaria del 16 de febrero, al apoyar un compromiso negociado entre el PPE (en cuyas filas están los diputados europeos UMP) y el PSE (socialistas), una mayoría de parlamentarios europeos han rizado el rizo: después de haber rebautizado una vez más el artículo 16 que ahora se titula "libertad de prestación de servicios", han suprimido, simplemente, cualquier referencia al derecho aplicable y al Estado encargo de controlar que se respete. Lo cual permite proclamar que el principio del país de origen ha desaparecido. Formalmente, es cierto. Jurídicamente, es falso.
a) Los Estados miembros de la UE no tendrán ya el derecho de imponer determinado número de reglas. Es lo que se conoce como "exigencias prohibidas": el texto adoptado en Estrasburgo prohíbe a un Estado subordinar el acceso a una actividad de servicio a una exigencia relativa a la nacionalidad. Las restricciones no pueden basarse más que en razones de orden público, seguridad pública, protección de la salud y del medio ambiente (los socialistas que han negociado este compromiso con los conservadores han aceptado no situar la política social y la protección del consumidor al lado de razones que justifican
restricciones.). Un Estado no puede ya exigir al suministrador de un servicio que tenga un establecimiento en el territorio que se registre en un colegio profesional, que se dote de una infraestructura (una oficina o un gabinete), que aplique un régimen contractual en su relación con el destinatario del servicio, que posea un documento de identidad específico, que utilice material específico (salvo en casos de sanidad y seguridad laboral). Un Estado podrá, por lo menos, imponer su reglamento relativo a las condiciones de empleo, incluyendo las que figuran en los convenios colectivos.
b) Se ha desplazado el párrafo 2 del artículo 16 tal como se modificó el 23 de noviembre de 2005 hasta el artículo 35 en el que se señala que es el Estado de destino el que controla que el suministrador respete "su ley nacional".
c) El enunciado del principio ha desaparecido del texto pero no se ha introducido ninguna indicación que precise que es lo contrario del PPO lo que se aplica, es decir, el principio del país de destino (la aplicación de la ley del país que acoge a un suministrador de servicio de otro Estado de la UE). Al contrario: una enmienda que introducía este principio, propuesta por la Izquierda Unitaria Europea fue rechazada.
Esta votación es primordial: el rechazo del principio del país de destino indica claramente la auténtica intención del legislador mayoritario: ha querido que se aplique el principio del país de origen.
Esta intención queda además confirmada por una enmienda en la definición del suministrador de servicios (art. 4.2):
"Cualquier persona física procedente de un Estado miembro o persona moral, establecida conforme a la legislación de dicho Estado miembro, que ofrece o proporciona un servicio". Esto significa que el suministrador es definido por la legislación del país de origen. El hecho de precisar que el Estado en el que se presta el servicio mantiene el derecho de imponer sus propias reglas en derecho al trabajo, sanidad, seguridad, medio ambiente y protección del consumidor es también una forma de señalar que pierde este derecho en otros dominios.
De todos modos, la ambición de la CE no ha sido contrariada: la CE quería inscribir en el derecho comunitario un principio del país de origen que ya consagra la jurisprudencia del Tribunal de Justicia. Pero puede muy bien obviar esta inscripción en el texto de la directiva sobre los servicios. No es casual que el gabinete del comisario McCreevy, sucesor de Bolkestein, diera seguridades e invitara a votar este inofensivo compromiso a los parlamentarios ultraliberales reticentes ante el compromiso PPE-PSE, pues temían que demasiadas concesiones se habían hecho ya a los socialistas en la modificación del artículo dedicado al PPO.
De este modo, se mide lo que valen las declaraciones que anuncian la supresión del principio del país de origen y cual es la credibilidad de los actores políticos y mediáticos que divulgan estas informaciones.

¿Quién ha votado y qué ha votado?

a) Primeramente se votó una propuesta de rechazo a la directiva. Sólo recibió el apoyo de 153 diputados; 486 votaron en contra.
b) En cuanto al voto final del texto modificado con las nuevas enmiendas negociadas entre el PPE y el PSE dio el resultado de 394 votos a favor, 215 en contra y 33 abstenciones.

¿Y ahora qué?

Se impone esta constatación: la enmienda a un texto no enmendable desemboca en numerosas disposiciones contradictorias (un ejemplo, las disposiciones relativas al establecimiento en los artículos 15, 16 y 32).
La inseguridad jurídica, temida por muchos expertos que intervinieron el 11 de noviembre de 2004, se agrava con el texto adoptado por el Parlamento europeo, que confiere un poder considerable al que necesariamente deberá interpretarlo, es decir, al Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, cuya dependencia de la CE y cuya propensión a legislar en el sentido más liberal del término es bien conocida. Y esto no es aceptable.
El texto de la propuesta de directiva, modificada por el Parlamento europeo es igualmente peligroso que el anterior. Incluso es más peligroso puesto que sus intenciones, idénticas a los objetivos iniciales, son hoy mucho mas implícitas que explícitas, se esconden mucho más que no se afirman.
Y la máquina mediática de desmovilizar, muy activa ya durante el debate parlamentario, no se detendrá. Hoy se ve reforzada por el discurso de los partidos y los sindicatos que esperaban sólo un maquillaje para poder declararse partidarios del texto. La confederación Europea de Sindicatos, al apoyar las enmiendas de
compromiso entre conservadores y socialdemócratas, ha demostrado una vezc c más cuáles son los intereses a los que realmente sirve. Lo mismo ocurre con la CFDT. Así que nos encontramos ante un desafío todavía mayor que el que planteaba el texto preparado bajo responsabilidad de Fritz Bolkestein.
La continuación del procedimiento de codecisión es compleja. En la primera etapa, la CE presentará una "propuesta revisada". ¿En qué sentido? No se sabe nada, excepto que es raro que la CE se desdiga; excepto que el comisario McCreevy fue muy claro en el Parlamento europeo el 14 de febrero: las modificaciones que plantean obstáculos a la libre circulación no son aceptables. Y citar los artículos 24 y 25 suprimidos en el voto de la comisión del mercado interior del Parlamento europeo el 23 de noviembre, supresión confirmada en la sesión plenaria.
McCreevy ha anunciado que la comisión compensará la supresión de estos artículos con disposiciones ("guidance", dijo en inglés) basadas en la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas. McCreevy invocó en varias ocasiones la jurisprudencia de ese tribunal, pero el gobierno de los jueces no es la regla en Europa. El legislador es el elegido por el pueblo. Los magistrados no. En una segunda etapa, el consejo de ministros examinará las distintas piezas del expediente. Puede aceptar el texto del Parlamento en cuyo caso será la ley europea. Puede rechazarlo o bien aceptar la propuesta revisada de la CE o incluso presentar su propio texto. En estos dos últimos casos, el texto del consejo de ministros deberá volver al Parlamento. Como vemos, el procedimiento no ha terminado. Podemos darnos cuenta de cómo, estando a la defensiva desde cerca de dos años, los partidarios del neoliberalismo han tenido que componérselas. La gran resistencia que se hizo patente en las distintas concentraciones en Bruselas, Berlín, Roma o Estrasburgo ha puesto a la defensiva a los partidarios de la directiva de servicios. La interpelación de los electos les ha colocado bajo el control ciudadano. Han sentido la necesidad de suprimir algunos artículos y de modificar otros para disimular sus intenciones. Pero no basta. El Parlamento europeo ha demostrado que este proyecto no admite enmiendas. La lucha para rechazarlo prosigue.



Jonathan Zaragoza es miembro de la Comisión Unión Europea de Attac-Catalunya

Fuente: El gra de Sorra, Num 37

sábado, marzo 18, 2006

Nº:10 - Entrevista a Francisco Fernandez Buey

Extraida de Revista Fusion

El movimiento que se define a sí mismo como alterglobalizador, es mucho más que grandes manifestaciones en los foros sociales. Son cientos de mentes pensantes, contrarias al rumbo que el capitalismo imprime al planeta, y miles de ciudadanos que se oponen a este futuro diseñado por los que mandan. En su "Guía para una Globalización Alternativa", el profesor de Filosofía Política en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona Francisco Fernández Buey, repasa los inicios de este movimiento, su presente y su posible futuro. En realidad nos presenta una guía para convertir los sueños en realidad.


-Cuando oyes la frase "Otro mundo es posible", ¿cómo lo imaginas?

-Pues yo me imagino un mundo en el que ha sido condonada la deuda externa de los países empobrecidos, un mundo en el que funciona la utilización por lo menos del 0,7% del presupuesto para la ayuda a los países muy empobrecidos. Me imagino un mundo en el que se aplicara la tasa Tobin a los intercambios comerciales que actualmente siempre son muy desfavorables para los pueblos pobres. Sería un mundo en el que estuviera en vigencia un salario universal garantizado, independientemente de que se tenga o no trabajo. Me imagino un mundo en el que se ha conseguido la soberanía alimentaria en el sentido de que las poblaciones campesinas que producen determinados productos de la tierra se pueden servir de ellos y no son literalmente explotados por las grandes organizaciones internacionales. Es decir, me imagino un mundo más igualitario, un mundo sostenible, un mundo en el que los hombres y las mujeres puedan vivir en paz con la naturaleza y con los otros semejantes, próximos y lejanos, que son diferentes pero que tienen las mismas necesidades que nosotros.

-Hablas de la soberanía alimentaria, ¿qué piensas cuando lees en el periódico el porcentaje tan alto de personas obesas que viven en EEUU?

-Creo que eso es verdaderamente un escándalo en nuestro mundo. Que existan tantas personas que no tienen ni lo elemental para cubrir sus necesidades de alimentación, mientras otros hacen un uso desproporcionado de los alimentos disponibles es una contradicción enorme.

-En el mundo de hoy, ¿quiénes son los interesados en que cambie hacia la globalización, viendo que la clase obrera del Primer Mundo no aceptaría las consecuencias del cambio?
-Efectivamente una parte sustancial de la clase obrera del Primer Mundo se ha ido aburguesando en las últimas décadas. Se ha ido convirtiendo en una clase media que no piensa en las necesidades básicas, sino que ha entrado en un proceso de consumismo deplorable. Aunque eso no quiere decir que toda la clase obrera sea así, porque hay dos tipos de personas en este mundo que están interesadas en un cambio radical. O sea, que hay dos maneras posibles de llegar a esa conclusión: o bien porque se sufren las consecuencias en las propias carnes, o bien por sensibilidad moral ante los problemas de los otros.

-¿Esas últimas personas son las que tú consideras la "humanidad pensante"?
-Exacto, yo creo que una parte importante de los activistas y personas que trabajan en el movimiento antiglobalizador no son propiamente de los de abajo, no son parte de la humanidad sufriente. Son personas sensibles, científicos, psicólogos, economistas, sociólogos, filósofos, etc. que se dan cuenta del sufrimiento de los otros, de las contradicciones existentes y están llamando la atención sobre las consecuencias negativas del modo de producir del mundo en el que vivimos. Gente como Chomsky, Ignacio Ramonet, Naomi Klein...

-¿Cómo se puede poner mente ante la pasión que a menudo domina este movimiento?

-Externamente y a través de los medios de comunicación la mayoría de la gente lo que percibe del movimiento antiglobalizador son las manifestaciones, las concentraciones, las protestas en la calle. Pero si nos fijamos bien nos daremos cuenta de que en los cuatro últimos años hay mucho pensamiento alternativo, mucha teoría. En las reuniones del Foro Social Mundial, no hay sólo convocatorias de protesta, hay mucha reflexión y mucho debate acerca de lo que pueden ser medidas positivas y alternativas. Y hay bastante gente que está contribuyendo desde el punto de vista de la teoría y del pensamiento a la consolidación de ese movimiento. Creo que se puede hablar con propiedad de un movimiento de movimientos, en el que se fusionan el viejo movimiento feminista, el viejo movimiento ecologista, el viejo movimiento pacifista en un movimiento más amplio, en un movimiento a favor de la ampliación de los derechos humanos.


-Pasando a otro apartado, ¿cómo definirías la desobediencia civil?

-Para mí la desobediencia civil en el momento actual es el equivalente a lo que en décadas anteriores -sobre todo en los 60 y 70- era el espíritu revolucionario de los de abajo en un sentido amplio, fueran éstos trabajadores de la industria, campesinos, estudiantes sensibles y conscientes, miembros de los movimientos sociales alternativos... Como la mayoría de la gente del movimiento se ha dado cuenta de que en el imperio actual las posibilidades de una transformación revolucionaria de la sociedad en la que vivimos es tan limitada, la expresión "desobediencia civil", tal como yo lo veo recoge ese viejo espíritu de transformación radical y le da otra forma. Esa otra forma quiere decir desobedecer civilmente aceptando las consecuencias de nuestros actos en un mundo que no nos gusta por las desigualdades. La característica de la desobediencia civil actual es su carácter al mismo tiempo radical pero pacífico, y admitiendo las consecuencias de los actos que llevamos a cabo.

-¿Por qué la palabra desobedecer suena tan fuerte en la sociedad actual?
-Porque hay demasiada obediencia debida. Vivimos en sociedades en las que se nos pide constantemente que obedezcamos, desde la familia al Estado pasando por las autonomías, siempre se nos está pidiendo que obedezcamos a los de arriba. La desobediencia es una manifestación de la protesta y en ella se juntan muchas cosas, por eso la palabra desobediencia se está empleando en contextos tan amplios y diferentes y se habla de desobediencia civil por ejemplo contra las leyes de extranjería, contra las guerras, contra la continuación del servicio militar obligatorio en tantos países etc. Tiene muchas aristas, muchos aspectos diferentes, pero yo diría que en el fondo, lo que la expresión desobediencia civil refleja fundamentalmente son la rebeldía y la resistencia.

-¿Cuáles consideras las imperfecciones y los déficits de las democracias representativas existentes?
-Pues el principal es que en las democracias representativas actualmente existentes se pone el acento casi exclusivamente en las reglas de funcionamiento. Y por eso uno no se da cuenta de que la democracia no son sólo las elecciones que se celebran cada tres o cuatro años, el momento puntual en el que el ciudadano coloca su voto en la urna correspondiente. La democracia es más que eso, es siempre un proceso en construcción que depende fundamentalmente de la participación constante, diaria, cotidiana de la ciudadanía en los asuntos públicos. Por eso me parece que las democracias representativas actualmente existentes conducen por lo general a la mercantilización de la política. Los ciudadanos tienen que estar constantemente abiertos a la participación democrática. Hay que hacerse a la idea de que la democracia es un proceso en construcción en el que debemos de estar cultivando siempre la participación de los ciudadanos, porque ocurre que donde bajamos la guardia inmediatamente se establece la manipulación constante, el dejar hacer a los que mandan. Por eso me parece que hay que ampliar la democracia representativa que conocemos a una democracia de verdad participativa de los ciudadanos.

-¿Por qué resulta tan difícil que en nuestro país alguien acepte que nuestra democracia tiene carencias?
-Nuestro país tiene poca tradición democrática, en realidad no hace demasiado tiempo que se ha normalizado una democracia representativa. De ahí que muchas personas piensen que cuando se critica la democracia representativa, en el fondo se está defendiendo otra forma no democrática de organización de la política, lo que suscita en muchas gentes el recuerdo negativo de la dictadura.

-¿Cómo pasar de la democracia representativa a la participativa? ¿Sería posible que funcionase con la cantidad de personas que viven hoy en las ciudades?

-En las grandes ciudades siempre es más complicado que en las pequeñas. Por eso la mayor parte de los que estamos a favor de la democracia participativa lo que propugnamos es una combinación de la democracia representativa por delegación con la democracia participativa en la que se pone mucho más el énfasis en la democracia directa. Yo sé perfectamente que la democracia directa no es posible en nuestras grandes ciudades, en cambio una combinación de la representación por delegación -siempre que se establezcan los controles necesarios de la representación política-, y de la participación ciudadana en lo más próximo, desde el barrio a la ciudad, sí que puede ser una solución para ampliar las democracias que conocemos.

-¿Qué sentido tienen los alegatos de independencia del País Vasco y Cataluña, que desde la globalidad de estado ven atacadas sus particularidades o no las ven representadas?
-La afirmación de la independencia sea en el País Vasco, Cataluña o Galicia, es manifestación de las ideas y no hay nada desde el punto de vista jurídico-político que se oponga a la manifestación de esas ideas. El punto de inflexión es cómo se defiende eso. Una cosa es la defensa de la independencia de Cataluña que hace Esquerra Republicana por una vía absolutamente pacífica, y otra es la defensa de la independencia a través del terrorismo; son dos cosas distintas. Lo que hay que criticar son los métodos; lo que no merece crítica bajo mi punto de vista, es la expresión de las ideas, puesto que uno puede considerar que sería mejor para la península ibérica que hubiera cuatro o cinco estados, en vez de un estado solo; o puede considerar que sería mejor un estado federal o confederal que un estado unitario de las autonomías. A mí me gustaría un estado federal avanzado, y creo que el derecho a la autodeterminación es un derecho democrático. No veo nada en la argumentación político-jurídica que impida una defensa de la independencia. Si uno consigue que ese punto de vista sea mayoritario en su comunidad o en el conjunto del estado, está en su derecho para defenderlo.

-En nuestra vida cotidiana no existe la democracia participativa en casi nada. ¿Habría que empezar construyendo desde lo pequeño?
-Yo creo en la combinación de las dos cosas, creo que un gobierno que sea respetuoso con la ciudadanía y que potencie la participación puede hacer mucho en el sentido de hacernos mejores ciudadanos individualmente. Ahora, como eso es un proceso que tiene dos partes, también me parece que tenemos que empezar por cambiar nosotros mismos. Cuanto menos autoritarios seamos en el ámbito familiar, en el ámbito laboral, en la comunidad de vecinos; cuanto más favorezcamos la participación en todos los ámbitos primarios de la vida, más facilitaremos también la participación política

viernes, marzo 10, 2006

Nº:9 - Por primera vez hay una internacional de la Izquierda

"Por primera vez hay una internacional de la Izquierda"
Entrevista a Noam Chomsky por Bernie Dwyer


La presente entrevista se realizó el 8 de febrero de 2006 en el Instituto Tecnológico de Massachussets, Boston, Estados Unidos, antes de la proyección del documental irlandés-cubano Misión contra el terror, dedicado a los Cinco prisioneros políticos cubanos encarcelados en los Estados Unidos por llevar a cabo acciones en Miami, Estados Unidos, para proteger a su país, Cuba, contra el terrorismo.

Noam Chomsky, observador y analista de larga data de la política mundial, saluda el actual surgimiento de gobiernos pro-socialistas en América Latina como verdadera señal de esperanza para la lucha de los países latinoamericanos por su soberanía económica y territorial. En la entrevista, el Profesor Chomsky señala que lo que está sucediendo actualmente es algo completamente nuevo en la historia del hemisferio.

Destaca que también hay un espíritu de cooperación entre los dirigentes de varios países latinoamericanos que no existía antes. El desarrollo de los Foros Sociales Mundiales también puede considerarse como un fenómeno sin precedentes que se encamina hacia una participación más populista en los temas del Sur, como la pobreza, las enfermedades y la falta de educación. Asimismo, el Profesor Chomsky nos recuerda que el Presidente de Cuba Fidel Castro es considerado como un héroe en América Latina por su posición contra el imperialismo de los Estados Unidos.

En general, para América Latina, según Noam Chomsky, llegó la hora de la confianza y la esperanza.

Bernie Dwyer (RHC): Me recuerdo de una famosa canción irlandesa llamada “The West´s Awake” escrita por Thomas Davis en memoria del levantamiento en 1798. Trata sobre el oeste de Irlanda dormido bajo el dominio británico durante cientos de años y cómo ella despierta de su profundo sueño y se levanta contra el opresor. ¿Pudiéramos ahora comenzar a esperar que el Sur despierte?

Noam Chomsky: Lo que está sucediendo es algo completamente nuevo en la historia del hemisferio. Desde la conquista española los países latinoamericanos han estado muy separados entre ellos y orientados hacia el poder imperial. También existen divisiones muy marcadas entre una elite rica minúscula y la inmensa población que sufre. Las elites enviaban su capital, hacían viajes, tenían una segunda residencia, enviaban a sus hijos a estudiar en un país europeo con el que su país estuviera estrechamente relacionado. Quiero decir, incluso los sistemas de transportación estaban orientados hacia el exterior para la exportación de recursos y así sucesivamente.

Por primera vez, comienzan a integrarse y en formas muy diferentes. Venezuela y Cuba constituyen un caso. MERCOSUR, que aún no está funcionando muy bien, es otro caso. Por supuesto, Venezuela acaba de integrar el MERCOSUR, lo que constituye un gran paso hacia delante y que fuera acogida con beneplácito por los presidentes de Argentina y Brasil.

Por primera vez la población india está siendo políticamente activa. Acaban de ganar las elecciones en Bolivia, lo que resulta muy notable. Hay una inmensa población india en Ecuador, incluso en Perú, y algunos de ellos están exigiendo una nación india.
Ahora quieren controlar sus propios recursos. De hecho, muchos de ellos no quieren siquiera desarrollar sus recursos. Muchos no ven una razón para que se destruya su cultura y estilo de vida sólo para que las personas puedan sentarse en los embotellamientos del tránsito en Nueva York.

Además, comienzan a expulsar al Fondo Monetario Internacional (FMI). En el pasado, los Estados Unidos podían prevenir acontecimientos indeseables como la independencia en América Latina, mediante la violencia, apoyando los golpes militares, la subversión, la invasión y demás. Eso ya no funciona. La última vez que lo intentaron fue en el 2002 en Venezuela, los Estados Unidos tuvo que retirarse por las enormes protestas de América Latina y, por supuesto, el golpe fue derrotado desde adentro. Eso es muy nuevo.

Si los Estados Unidos pierden las armas económicas de control, se debilitará mucho. Argentina está precisamente desembarazándose del FMI, como ellos dicen. Están pagando las deudas con el FMI. Las reglas del FMI que siguieron tuvieron efectos totalmente desastrosos. Venezuela los está ayudando comprando parte de la deuda argentina.

Probablemente, Bolivia haga lo mismo. Bolivia tuvo 25 años de rigurosa adhesión a las reglas del FMI. Ahora el ingreso per cápita es menor que hace 25 años. Quieren desembarazarse de esto. Los demás países están haciendo lo mismo. El FMI es esencialmente el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos.
Es el arma económica que utilizan junto al arma militar para mantener el control. Eso se está desmantelando.

Todo esto está sucediendo a la luz de movimientos populares muy importantes que, en la medida que existieron en el pasado, fueron aplastados mediante la violencia, el terrorismo de estado, la Operación Cóndor, una monstruosidad tras otra. Ya esa arma no está a su disposición.

Además, está la integración Sur-Sur en marcha, de manera que Brasil, Sudáfrica y la India están estableciendo relaciones.

Y una vez más, las fuerzas bajo la superficie que están presionando todo esto son las organizaciones populares internacionales de un tipo que jamás existió antes; las que se reúnen anualmente en el foro social mundial. Hasta la fecha han surgido varios foros sociales mundiales que han dado lugar a otros foros regionales; aquí mismo en Boston hay uno y en muchos otros lugares. Estos son movimientos de masa muy poderosos de un tipo sin precedentes en la historia: las verdaderas internacionales. Todo el mundo ha hablado siempre de las internacionales de la izquierda, pero jamás hubo una. Este es el comienzo de una.

Estos acontecimientos son sumamente importantes. Para los estrategas estadounidenses esto constituye una pesadilla. Quiero decir, la Doctrina Monroe ya tiene 180 años de creada y los Estados Unidos no fueron lo suficientemente poderosos como para ponerla en marcha hasta después de la segunda Guerra Mundial, salvo en la región más cercana.

Después de la segunda Guerra Mundial pudo sacar a los británicos y a los franceses y ponerla en práctica, pero ahora se está desplomando. Estos países también están diversificando sus relaciones internacionales, incluidas las relaciones comerciales. De manera que hay muchas exportaciones a China y la aceptación de inversiones de China. Esto es particularmente válido en el caso de Venezuela, pero también de otros exportadores importantes como Brasil y Chile. Y China está ansiosa por tener acceso a otros recursos de América Latina.

A diferencia de Europa, China no puede ser intimidada. Europa se retracta si los Estados Unidos la miran mal. Pero China ha estado ahí durante 3,000 años y no presta atención a los bárbaros ni tiene necesidad de hacerlo. Los Estados Unidos temen a China, no es una amenaza militar para nadie, y es la menos agresiva de todas las potencias militares de envergadura. Pero no es fácil intimidarla. De hecho, no se puede intimidar. De manera que las interacciones de China con América Latina están atemorizando a los Estados Unidos. Asimismo, América Latina está mejorando sus interacciones económicas con Europa. China y Europa son ahora los principales socios comerciales entre ellas, o están muy próximas a serlo.

Estos acontecimientos están erosionando los medios de dominación del sistema mundial de los Estados Unidos. Y los Estados Unidos naturalmente están jugando con su carta más fuerte que es el ejército y la fuerza militar de los Estados Unidos es suprema. Los gastos militares en los Estados Unidos son casi la mitad de los gastos mundiales totales, tecnológicamente mucho más avanzados. En América Latina, el número del personal militar estadounidense es probablemente mayor que antes durante la Guerra Fría. Este marcado entrenamiento de oficiales latinoamericanos aumenta.

El entrenamiento de oficiales militares ha pasado del Departamento de Estado al Pentágono, lo que resulta significativo. El Departamento de Estado está bajo una supervisión un tanto débil del Congreso. Con ello quiero decir que existe una legislación que exige condiciones en materia de derechos humanos y demás. No están totalmente en vigencia, pero al menos están ahí. Y el Pentágono está en libertad de hacer lo que quiera. Además, el entrenamiento está pasando al control local. De manera que uno de los objetivos principales es lo que se llama el populismo radical, sabemos lo que quiere decir y los Estados Unidos están creando bases militares en toda la región.

Al parecer, por lo que está diciendo, los Estados Unidos están perdiendo la guerra ideológica y compensándola con el incremento de su presencia militar en la región. ¿Considera usted que Cuba es un actor clave para alentar y quizás influir en lo que está surgiendo actualmente en América Latina?


Fidel Castro, independientemente de lo que puedan pensar de él la gente, es un héroe en América Latina, principalmente porque se enfrentó a los Estados Unidos. Es la primera vez en la historia del hemisferio que alguien se enfrenta a los Estados Unidos. Nadie quiere estar bajo la bota militar, pero es posible que no puedan hacer nada al respecto. De manera que por esa razón solamente, es un héroe en América Latina. Chávez, igual.
El tema ideológico que tan correctamente mencionaste es la repercusión del neoliberalismo. Resulta sorprendente en los últimos veinticinco años, es abrumadoramente cierto, que los países que se han adherido a las reglas neoliberales han experimentado una catástrofe económica y los países que no prestaron atención a las reglas han crecido y se han desarrollado. Asia oriental se ha desarrollado con mucha rapidez ignorando totalmente estas reglas. Chile es considerado una economía de mercado pero eso resulta altamente confuso; su principal exportación es una compañía de cobre estatal muy eficiente nacionalizada durante el gobierno de Allende. Uno no obtiene correlaciones como esta en la economía con mucha frecuencia. La adhesión a las reglas neoliberales se ha asociado con el fracaso económico y la violación de las mismas con el éxito económico: es muy difícil no ver esto. Quizás algunos economistas lo pierdan de vista pero el pueblo no; el pueblo lo vive.

Sí, hay un levantamiento contra esto. Cuba es un símbolo. Venezuela es otro símbolo. Argentina, donde se recuperaron de la catástrofe del FMI violando las regas y violándolas marcadamente, y expulsando al FMI. Bueno, esta es la cuestión ideológica. El FMI es simplemente un nombre para el arma económica de dominación que se está erosionando.

¿Por qué cree usted que este movimiento actual es diferente de la lucha que se libró antes? En Chile, por ejemplo, donde lograron derrotar a la dictadura militar. ¿Qué nos da más esperanzas en esta etapa específica de liberación para América Latina?

En primer lugar, en el decenio de 1960 había esperanzas en América Latina, pero ésta fue aplastada por la violencia. Chile transitaba por un camino dirigido hacia alguna forma de socialismo democrático pero sabemos lo que sucedió. Ese fue el primer 11 de septiembre en 1973, una verdadera catástrofe. La dictadura en Chile, que es una historia de horror que también condujo al desastre económico en Chile provocando la peor recesión de su historia. Entonces el ejército entregó el poder a los civiles. Aún está allí, por eso Chile aún no se ha liberado completamente. Parcialmente se ha liberado de la dictadura militar; y los demás
países aún más.

De manera que, por ejemplo, recuerdo haber viajado a Argentina y Chile hace un par de años y la broma más común en ambos países era que el pueblo decía que hubieran querido que el ejército chileno fuera lo suficientemente estúpido como para declarar la guerra a Francia o a alguna potencia de importancia para que los hubieran derrotado y desacreditado y entonces el pueblo sería libre como en Argentina, donde el ejército quedó desacreditado por su derrota militar.

Pero ha habido un lento proceso en cada uno de estos países, Argentina, Brasil, Bolivia, y ha habido un proceso de derrocamiento de las dictaduras dominantes –dictaduras militares- que casi siempre han estado respaldadas y, algunas veces han sido hasta creadas, por los
Estados Unidos.

Ahora se están apoyando los unos a los otros y los Estados Unidos no pueden recurrir a las mismas políticas. Tomemos el caso de Brasil, si Lula se hubiera postulado en 1963, los Estados Unidos hubieran hecho lo que hicieron cuando Goulart era Presidente en 1963. El gobierno de Kennedy simplemente planificó una dictadura militar. Tuvo lugar un golpe militar y se desembarazaron de eso. Y eso es precisamente lo que está pasando en todo el hemisferio.

Ahora, hay muchas esperanzas porque esto no pueden hacerlo y porque también hay cooperación.

También hay un movimiento hacia la independencia: política, económica y social, acceso a sus propios recursos, promoción de cambios sociales que puedan dar solución a los grandes problemas internos de América Latina, que son terribles. Y una gran parte de los problemas en América Latina son simplemente problemas internos. En América Latina, los ricos jamás han tenido responsabilidades. Hacen lo que quieren.

¿Cree usted que el reciente crecimiento y la fuerza de los movimientos sociales de amplia base en diversos países de América Latina han desempeñado un papel importante en el ascenso de gobiernos progresistas en la región?


No puede haber ninguna duda al respecto. América Latina cuenta, en mi opinión, con los movimientos populares más importantes del mundo: el MST (Movimiento de Trabajadores sin Tierra) en Brasil, los movimientos indígenas en Bolivia y otros. Eso representa el vigor y la vitalidad de la democracia en gran parte de América Latina hoy –denunciado en Occidente como “populismo”, término que se traduce en “amenaza para el gobierno de la elite con marginalización del pueblo en sistemas con formas democráticas pero sólo con sustancia limitada”, los naturalmente preferidos por el poder privado y estatal concentrado.

Fuente: Rebelion (9-3-2006)

viernes, marzo 03, 2006

Nº:8 - La tasa de precariedad (Xavi Diez)

En los diversos barómetros sobre coyuntura política publicados en los medios de comunicación de nuestro país, las preocupaciones relacionadas con el empleo siempre aparecen destacadas en las primeras posiciones. Y si bien hace algunos años el desempleo aparecía como uno de los mayores problemas ante los que debía enfrentarse la sociedad española, en la actualidad no es tanto la escasez de la ocupación como su preocupante falta de calidad. Afortunadamente, a lo largo de los últimos años los índices de paro han ido disminuyendo lentamente para acercarse a los de la Unión Europea, incluso existen algunos sectores en los que existe una gran demanda y los empresarios recurren a la inmigración extranjera para evitar el recurso de la mejora de las condiciones laborales y saláriales y hacer así más atractiva su oferta. Pero en lo que casi todos coinciden es que, a pesar de hallarnos en una coyuntura económica que los apologistas del mercado consideran positiva, lo cierto es que la mayoría de ciudadanos, desde su condición de asalariados, no logran percibir los altos y continuados índices de crecimiento, a ritmos sostenidos de un tres por ciento desde hace ya varios años.
Uno de los principales factores de desasosiego, y a la vez uno de los principales motivos por los cuales este crecimiento económico no llega a la la mayoría es la excesiva tasa de temporalidad en la ocupación. Según un estudio de la UGT referente a mayo de 2005, el 32,5% de la población activa española sufre esta situación, casi tres veces más que los asalariados europeos (un 12,8 % para la UE). Pero estas cifras, que ya de por sí son importantes, resultan engañosas. La precariedad laboral en España afecta a un 65% de los menores de 25 años, y a un 57% de las mujeres de todas las edades. Y lo que es más preocupante, esta mala práctica, que es evidente que no responde a situaciones excepcionales de producción o sectores económicos específicos, se ha estado convirtiendo en una norma, llegando incluso a un sector público que, en teoría, debería dar ejemplo de buenas prácticas.
La paradoja de toda esta situación anómala, percibida con una normalidad absoluta por la sociedad es que menos de un diez por ciento de los contratos registrados en el INEM son normales, es decir, indefinidos. En contraposición, para el 2004 el número de contratos temporales ha ascendido a 13.398.295. Un número que viene incrementándose año tras año. (
http://www.ine.es/) Es evidente que esta extraña (un adjetivo más preciso sería indignante) situación se corresponde a una cultura empresarial que basa el beneficio sobre la externalización de los riesgos, siguiendo la ortodoxia económica de lo que serían los talibanes de la globalización, o lo que es lo mismo, los think thanks de las organizaciones empresariales, infiltrados en las instituciones académicas y los medios de comunicación. Lo malo de todo ello es que para maximizar
las rentas de unos pocos, es el conjunto de la sociedad, en general, y el propio afectado, en particular, quienes acaban financiando esta mala práctica, que además viola de manera flagrante la propia legislación española e internacional, sin que las autoridades públicas, es decir, nuestros presuntos representantes políticos, hagan nada para evitarlo.
¿Y cuáles son estos riesgos externalizados? Podríamos dividir estas consecuencias negativas en dos niveles diferentes. En el nivel más inmediato, esta fórmula de contratación representa un insalvable obstáculo para los proyectos vitales de los afectados, quienes ven violado su derecho a planificar su tiempo y su futuro, incide negativamente en la renta de las familias (puesto que impiden una remuneración acorde, en general, con su formación y responsabilidad) y supone una gran presión contra salarios y condiciones laborales que afectan a todos. Pero existen otras consecuencias más profundas que nos afectan a todos como sociedad. No solamente acarrean mayores gastos comunes (la precariedad implica que el erario público debe hacer frente a necesidades en cuanto a subsidios, servicios sociales y otros aspectos difícilmente computables), sino que facilitan fenómenos, como el recientemente conocido mileurismo, que implican un daño moral a los afectados en ocasiones irreparable. Para decirlo en otros términos, destruyen el talento individual de millones de trabajadores, y ello nos perjudica a todos, puesto que nos vemos desposeídos del esfuerzo, inteligencia e implicación de millones de personas. Las inversiones colectivas realizadas por el conjunto de ciudadanos en educación e investigación se arrojan a la basura. Todo ello provoca un malestar generalizado que genera un sentimiento de desapego social, de desarraigo, y por lo tanto de atomización social que hace de la ciudadanía elementos frágiles y desmoralizados. Finalmente, este desperdicio de talento e inteligencia que podrían haber realizado millones de jóvenes y no tan jóvenes en su contribución al mantenimiento y mejora de la sociedad impiden la creación de proyectos empresariales sólidos que sin duda permitirían mejorar la red económica nacional. Sin tiempo ni lealtad para implicarse en nuestras empresas, la productividad, la creatividad, la solidez se diluyen como el azúcar en la perversa dinámica de la precariedad. Evidentemente, la deslealtad mutua entre empleadores y empleados, entre empresas y sociedad, la preeminencia del beneficio a costa de la cohesión social suele salir muy caro.

Especificidades españolas

El caso español, por otra parte presenta unas singularidades que explicaría este diferencial respecto a la Unión Europea. A pesar de los incrementos de beneficios particulares (que es lo que básicamente explica también el diferencial de crecimiento) son los resultados políticos de la Transición los que permiten la supervivencia, y en cierta manera, la extensión, de una clase empresarial caracterizada por haber desconocido olímpicamente los procesos de pacto social habidos con posterioridad a la segunda guerra mundial. Es más, la estrecha relación con el régimen franquista y su cultura social y económica, basada en la más absoluta impunidad a la hora de violar la ley, evadir el fisco o dimitir de las responsabilidades sociales, ha hecho de la clase empresarial española una de las menos cultas, menos respetuosas y menos inteligentes, desde el punto de vista económico y con mayor sentido feudal en las relaciones con los empleados. La Transición, al no haber comportado un proceso de depuración de responsabilidades evitó tener que pagar una más que merecida indemnización histórica, en forma de incremento generalizado de las remuneraciones más bajas de Europa, a la clase trabajadora. Teniendo en cuenta que, tras la guerra civil el poder adquisitivo de los asalariados disminuyó, en términos generales, a un 60% de los niveles de preguerra, estas diferencias todavía no han sido compensadas. De hecho, en la actualidad, España cuenta con un salario mínimo (540 €) que es todavía menos de la mitad que el francés o el alemán, en un momento en el que la incorporación al sistema monetario europeo han globalizado los precios. A todo ello, los pactos comportaron la incorporación al sistema, sin pedir responsabilidades, de partes de la oposición, como el PSOE o los sindicatos mayoritarios, UGT y CCOO, quienes acabaron renunciando a sus políticas reivindicativas y acatando la reactualización del franquismo bajo el nuevo sistema de Segunda Restauración monárquica. A su vez, cualquier disidencia, como la de la CNT, la que había sido la central sindical más poderosa de la historia española, fue perseguida policialmente y asediada legalmente hasta bien entrados los ochenta. Aún hoy, la pertenencia al citado sindicato, o a su escisión, la CGT comporta graves perjuicios a sus afiliados.
En estas circunstancias, las relaciones empresariales basadas en el no respeto de los derechos ciudadanos y en la carta blanca empresarial explicarían que se convierta en norma la contratación temporal, a pesar de que ésta sea una de las causas del subdesarrollo empresarial español, que no poseee una red empresarial sólida e independiente, como sucede con los países centrales de la UE, y que propicia el desarrollo de actividades de escaso valor añadido y nulo valor tecnológico como la construcción o la hostelería. Ante este panorama resulta difícil tratar de buscar un radical cambio de sistema en la contratación. De hecho, todos los intentos bienintencionados de los diferentes gobiernos han acabado en fracaso por la persistencia de una mentalidad escasamente desarrollada y en la que prima el beneficio inmediato por encima de un largo plazo. Disminuir la temporalidad es un objetivo que difícilmente podría conseguirse sin modificar la cultura empresarial española, o bien mediante la imposición de medidas innovadoras e inteligentes.

La Tasa de Precariedad (TP)

De la misma manera que uno de los emblemas de ATTAC es la Tasa Tobin, un pequeño impuesto a las transacciones financieras, que en su origen, serviría para controlar a una especulación financiera peligrosa para el orden económico, una posible medida para controlar la irracionalidad en la contratación sería la Tasa de Precariedad, La TP sería un impuesto que pagaría el empresario a un fondo específico de la Seguridad Social en el momento que realiza una contratación temporal a un trabajador.
Una posibilidad sería una cifra simbólica que difícilmente supusiera un esfuerzo a la empresa como 100 €. A pesar que las intenciones de un impuesto así no fueran recaudatorias, en las actuales circunstancias, en España, y según las cifras correspondientes a 2004 se llegaría a obtener una cantidad cercana a los 1.340 millones de euros, una cifra nada desdeñable. Pero, como ya hemos comentado, la intención no es recaudar, sino hacer consciente al empleador que la contratación temporal tiene un coste social importante, y que de la misma manera que se beneficia del esfuerzo de un empleado, debe compensar de alguna manera la externalización de riesgos en los que incurre al recurrir por norma a esta modalidad excepcional de contratación.
Pero el segundo objetivo es aún más importante. La TP podría ser una manera eficaz de combatir la contratación fraudulenta, como por ejemplo, cuando se emplea de lunes a viernes para evitar tener que pagar los fines de semana o períodos vacacionales. La simplicidad de esta medida podría resultar más efectiva que unas inspecciones laborales hasta el momento poco útiles puesto que se trataría de una medida sencilla y fácil de controlar.
Con el dinero recaudado podría establecerse un fondo para insertar laboralmente a colectivos con dificultades, físicas, psíquicas o sociales. No es nada desdeñable la cantidad que pudiera obtenerse por medio de la TP. En concreto podrían crearse más de 100.000 empleos públicos, preferentemente de servicios personales, cuidados a terceros u otras ocupaciones que redundaran en el bienestar colectivo. Pero no debemos olvidar que, por lo que respecta a la TP, su mayor éxito sería su fracaso, es decir, que se redujera sustancialmente la contratación temporal para que ésta se ajustase de manera radical a las necesidades reales.

Fuente: El grà de Sorra. Num 36.