viernes, mayo 26, 2006

Nº:20 - Declaración de la asamblea de los movimientos sociales del FSE (Atenas)

Nosotros, mujeres y hombres, de los movimientos sociales europeos, nos hemos encontrado en Atenas años después de experiencias comunes y de luchas contra la guerra, el neoliberalismo, todas las formas de imperialismo, de colonialismo, de racismo, de discriminación y explotación, y contra los riesgos de una catástrofe ecológica.
Este año ha sido importante en cuanto a luchas sociales y a campañas que han tenido éxito en el sentido de parar proyectos neoliberales como la propuesta de la Constitución Europea, la Directiva Europea de Servicios y el CPE en Francia.


Los movimientos y la oposición al neoliberalismo crecen y se topan con el poder de las transnacionales, contra el G8 y organizaciones como la OMC, el FMI y el Banco Mundial, como también contra las políticas neoliberales de los Estados y de la Unión Europea.
Importantes cambios políticos han acontecido en América Latina y han zarandeado la ofensiva neoliberal y en algunas ocasiones la lucha popular ha detenido procesos de privatización.
En la situación actual se abren grandes oportunidades, pero hay también riesgos dramáticos. La oposición y la resistencia a la guerra y a la ocupación de Irak han puesto en relieve la quiebra de las políticas de Gran Bretaña y Estados Unidos. El mundo ahora se encuentra encarado a una nueva guerra en Irán. La arbitraria decisión de Europa de cortar los fondos a la Autoridad Palestina es inaceptable y vuelve aún más dramática la situación. La opresión del pueblo kurdo aún no se ha acabado.
Las fuerzas conservadoras al Norte y al Sur alientan una «lucha de civilizaciones» con el fin de dividir la población oprimida, lo cual produce violencias inaceptables, barbarie y un aumento de los ataques a los derechos y a la dignidad de los emigrantes y de las minorías.
Aunque Europa sea una de las áreas de mayor movilidad social del mundo, decenas de millones de personas viven en la pobreza, ya sea por el paro, o por la precarització de las relaciones de trabajo. Las políticas europeas basadas en una exponencial extensión de la competencia dentro y fuera de Europa constituyen un ataque a la ocupación, a los derechos de las trabajadoras y de los trabajadores, a los servicios públicos, a la educación y al sistema sanitario público. Europa está planificando la reducción de los salarios y de los derechos y la generalización de la precariedad.
Rechazamos esta Europa neoliberal y cualquier tentativa de relanzar el Tratado Constitucional. Estamos luchando por otra Europa, una Europa feminista, ecológica, de paz, de justicia social, de vida sostenible, de solidaridad, que respete los derechos de las minorías y la autodeterminación de los pueblos.


Condenamos la cacería de brujas y la criminalización de los movimientos progresistas y no globales en la Europa del Este y del Oeste.
Acabamos el Foro Social Europeo de Atenas habiendo hecho pasos adelante en la construcción de relaciones entre los movimientos sociales del Este y los del Oeste, con una común determinación de luchar por la paz, el trabajo y una existencia más segura.
Nos comprometemos en programar nuestras iniciativas y movilizaciones sobre la base de la plataforma surgida del trabajo de las redes en el FSE de Atenas.
Tenemos necesidad de coordinar nuestro trabajo, de definir una estrategia eficaz para el próximo periodo, de reforzar y alargar los movimientos.


Hacemos un llamamiento a los movimientos europeos porque se abra un amplio debate para decidir entre todos las próximas etapas en el marco del proceso del Foro Social Europeo.
Alcuni importanti eventi sono già decisi* Nos mobilizaremos por una completa retirada de las tropas de Irak y de Afganistán, contra la amenaza de la guerra en Irán, contra la ocupación de Palestina, por el desarme y para eliminar las bases de la OTAN en Europa, y por ello nos comprometemos a una semana de movilizaciones del 23 al 30 de septiembre de 2006.
* Lanzamos la propuesta de una jornada de movilización el 7 de octubre de 2006 en Europa y en África por la legalización de las y de los inmigrantes, por el reconocimiento de los mismos derechos, por la ciudadanía de residencia, por la retirada de los CPT, para parar las externalizaciones, para parar las deportaciones, contra la precariedad y para eliminar el hecho de que el permiso de residencia sea indispensable para obtener un contrato de trabajo.
* Nos mobilizaremos contra la precariedad, el desmantelamiento de los servicios públicos y por los derechos sociales coordinando nuestras iniciativas a nivel europeo en los próximos meses.


Para enero del 2007, el Foro Social Mundial se reunirá en Nairobi. El crecimiento de los movimientos sociales en África es crucial para el mundo. Organizar el Foro Social Mundial será una ocasión para luchar contra la explotación y el neocolonialismo de Europa.

Para junio del 2007 habrá el encuentro del Consejo de la Unión Europea y el del G8 en Rostock, Alemania, después del de San Petersburgo del julio de este año. Verificaremos la oportunidad de una convergencia general de nuestras luchas en estas dos ocasiones.

Atenas, 7 de mayo de 2006

viernes, mayo 19, 2006

Nº:19 - Declaración final Enlazando Alternativas 2

Hombres y mujeres de movimientos, organizaciones sociales y políticas de América Latina, el Caribe y Europa, nos dimos cita en Viena, entre los días 10 y 13 de mayo de 2006, para expresar nuestra oposición y resistencia a las políticas neoliberales de libre comercio que gobiernos de ambas regiones implementan en nuestros países y que proponen como marco de un nuevo Acuerdo de Asociación. Manifestamos nuestro rechazo al intento de la UE de impulsar un Area de libre comercio para el conjunto de la región en 2010, así como la voluntad expresa de profundizar los acuerdos ya existentes con México y Chile, concretar un acuerdo de la misma naturaleza con Mercosur, y promover acuerdos similares con Centroamérica y la Región Andina. Nos dimos cita, también, para avanzar en la construcción de un diálogo político y social entre los pueblos porque reivindicamos nuestro derecho a plantear las alternativas y creemos en nuestra capacidad para formularlas.
La resistencia popular crece en América Latina y el Caribe, frente a la política agresiva y expoliadora de los Estados Unidos, y hoy tenemos que añadirle la resistencia ante los intentos de imposición de la política neoliberal por parte de la Unión Europea, ej de ello es el rechazo popular a la Constitución Europea, neoliberal y militarista, por parte de los pueblos francés y holandés, la resistencia de los pueblos europeos frente a las políticas neoliberales de sus propios gobiernos y especialmente de las instituciones comunitarias que desmantelan las conquistas sociales y los sistemas de protección públicos. Frente a este crecimiento de la resistencia popular la respuesta de los gobiernos es la criminalización del movimiento social. Impulsamos la mundialización de la resistencia popular y social, de todas(os) y aquellas(os) que desde la exclusión, el desempleo, la marginación o la opresión directa nos aliamos para detenerla y plantear un mundo distinto.
Las preocupaciones que nos hicieran reunirnos en Rio y Madrid, y que finalmente dieron origen al primer encuentro social Enlazando Alternativas en Guadalajara, en Mayo de 2004, siguen hoy día vigentes, tanto en América Latina como en la Unión Europea.
Las enseñanzas que acumulamos tras 10 años de NAFTA y 6 años de Acuerdo de Asociación con la Unión Europea son suficientemente claras, para fundamentar nuestro posicionamiento político frente al libre comercio basado en el secreto y la asimetría de la relación entre actores pobres y ricos.
Ejemplo de ello son los procesos de desindustrialización y de desmantelamiento de los sectores públicos de servicios que ha colocado a América Latina en una situación crónica de pobreza y exclusión social. Esta misma ola neoliberal en Europa, se expresa a través de la Directiva Bolkestein que impulsa la liberalización de los servicios, la presión a la baja de los estándares laborales, la crisis del estado social, la amenaza a sus agricultores y agricultoras, a la soberanía alimentaria, y la generación de un clima hostil en el que proliferan la desintegración social, la xenofobia, la violencia de género, la violencia urbana y otros síntomas, estos son los resultados más visibles de una crisis global a la que nos han arrojado estos años del Consenso de Washington.
Cuestionamos el rol de las transnacionales europeas en América Latina. Estas lejos de ser un factor de desarrollo y paz social, han dado lugar a conflictos masivos especialmente entre usuarias(os) de servicios públicos poniendo en riesgo el acceso a servicios básicos (como agua, electricidad, telefonía), han estimulado el saqueo y la extracción indiscriminada de recursos naturales, generando una degradación del medio ambiente. Los efectos negativos de este modelo serán profundizados con la implementación de acuerdos de liberalización comercial y grandes proyectos de infraestructura, como la Iniciativa de Integración de la Infraestructura Regional Sur Americana(IIRSA) y el Plan Puebla Panamá(PPP).
Con respecto al agua, derecho humano y bien común de la humanidad, los procesos de privatización de los sistemas públicos en distintos países y regiones de América Latina, les ha abierto a las transnacionales y corporaciones europeas, una gran oportunidad de incrementar sus ganancias, y al mismo tiempo socavar el poder de decisión de los pueblos sobre sus territorios y sus vidas. Tanto en América Latina como en Europa, la privatización aumentó enormemente las tarifas, ha deteriorado el sistema hídrico y bajó el nivel de vida de las y los ciudadanos(as) y de los(as) trabajadoras(os)
Las empresas transnacionales petroleras de Europa, han expropiado las riquezas hidrocarburíferas de los países latinoamericanos por décadas, ejerciendo un saqueo sobre sus recursos, destruyendo a sus pueblos, comunidades y medioambiente. Toda relación entre Latinoamérica y la Unión Europea, tiene que basarse en el respeto a la soberanía de los pueblos, el respeto a sus recursos y a los procesos de renacionalización de los hidrocarburos que se han iniciado en la región.
El acceso a la tierra es un derecho humano fundamental, así como la defensa de la propiedad colectiva de las tierras de campesinos(as), campesinas e indígenas, amenazada hoy día por los programas de titulación individual de organismos internacionales. Nos pronunciamos por el impulso de la reforma agraria, ratificamos que los recursos naturales y el conocimiento tradicional son patrimonio de los pueblos, así como nuestra biodiversidad. Son bienes comunes que no pueden comercializarse. Estamos en contra de los cultivos transgénicos así como en contra del modelo agroexportador que promueve la expulsión de poblaciones enteras y arruina las economías campesinas.
El Banco Europeo de Inversiones (BEI), así como otras entidades bancarias europeas están demostrando un interés creciente en la financiación de inversiones en América Latina, cuya actuación pone en duda los alcances y beneficios reales para los pueblos de América Latina de la ayuda financiera que puedan brindar estos bancos.
En este escenario de estrategias neoliberales promovidas desde los gobiernos europeos y latinoamericanos e impulsadas por sus corporaciones, se desarrolla la Cumbre de Presidentes América Latina y Unión Europea, que vuelve a repetir una agenda plagada de promesas vacías, que enmascaran la verdaderas intenciones de acelerar acuerdos de libre comercio bi-regionales. Al mismo tiempo, la Unión Europea prosigue los procesos de ampliación de sus estados miembros basados más que nada en una orientación neoliberal que no puede sino provocar nuevas y más profundas crisis en su interior.
Con respecto a la posibilidad de un Acuerdo de Asociación entre ambas regiones, señalamos que para que sea justo y beneficioso para nuestros pueblos debe salirse del modelo y las reglas de un tratado de libre comercio; No queremos “libre comercio” entre Europa y América Latina. Queremos relaciones comerciales, y promover espacios de cooperación entre ambas regiones, que favorezcan el bienestar de nuestros pueblos, la soberanía de nuestros países, el respeto a la diversidad cultural y que no sean depredadores de nuestro entorno ambiental. Nos oponemos a una agenda de libre comercio al servicio de los intereses de las compañías transnacionales europeas y de las élites exportadoras de América Latina.
El diálogo político y cooperación que se plantea, lo consideramos sin contenido. La confluencia de interés entre la mayoría de los gobiernos de América Latina y la Unión Europea y las transnacionales queda clara con la realización del foro empresarial que tuvo lugar durante la cumbre y las relaciones privilegiadas que allí se fijaron. No son los Gobiernos Europeos los más indicados para hablar de cohesión social en la etapa actual de Europa Para hablar de diálogo político deben de crearse las condiciones de una participación real de los movimientos sociales, no puede restringirse simplemente a espacios de consulta. La cooperación debe ser un instrumento en beneficio de nuestros pueblos y no como actualmente un instrumento agresivo basado en una retórica mercantil que facilita el saqueo y control de nuestros territorios, recursos y servicios públicos.
La sesión del Tribunal Permanente de los Pueblos sobre las politicas neoliberales y las transnacionales europeas en Latinoamérica dejaron en claro la naturaleza sistémica de la actitud de las transnacionales, su vínculo con la creación de leyes que las protegen y el estímulo de los organismos internacionales como la OMC, el BM y el FMI, para la facilitación y garantía de sus ganancias. Mientras que del lado de los usuarios, consumidores, trabajadores y público en general, la indefensión y violación de sus derechos es la lógica dominante. Por tanto, consideramos de primordial importancia promover la creación de un espacio bi-regional de vigilancia, denuncia y lucha contra las compañías transnacionales, con el fin de detener sus arbitrariedades producto de su poder a escala global.
La seguridad en el mundo post guerra fría no se resuelve con la apelación vacía a la contraposición unipolarismo vs multipolarismo. La misma, oculta un juego perverso que combina la condescendencia implícita a las políticas guerreristas con el apoyo abierto o el rechazo pactado a las mismas. El resultado de esta práctica unipolar ha dejado miles de víctimas en todo el mundo y la quiebra de la propia promesa de paz con la guerra ilegal a Irak y la inminente posibilidad de una guerra de mayor escala con Irán. América Latina no puede obviar las políticas neocoloniales presentes en los acuerdos planteados por la Unión Europea en función de estos cálculos geopolíticos donde nuestros países ni siquiera cuentan.
Propugnamos además por un sistema multilateral económico que regule los flujos de capital que estimule la complementariedad de las economías, que promueva reglas claras y justas de intercambio comercial, que deje por fuera los bienes públicos, que permita cerrar las brechas económicas entre el Sur y el Norte, incrementadas por una deuda externa en constante aumento; hablamos de un sistema multilateral que obviamente no es la Organización Mundial del Comercio.
Nos preocupa que la profundización de las actuales asimetrías económicas lleve a nuestras regiones a escenarios en los que la pérdida del empleo genera migración por un lado y rechazo a la misma por el otro. Son escenarios que, estimulados por la paranoia terrorista alimentada y provocada por algunos gobiernos europeos, conducen a la desintegración y la violencia social, a la criminalización del trabajador y la trabajadora migrante por un lado y a la pérdida de la solidaridad social por el otro. Exigimos el respeto de los y las trabajadoras(es) migrantes y el inmediato reconocimiento de sus derechos civiles, sociales y políticos, así como el cierre de todos los centros de detención de migrantes.
Exigimos el respeto de los derechos humanos, económicos, sociales y culturales, también el derecho de las mujeres y la juventud contra la exclusión social, consideramos de primordial importancia el revertir la feminización de la pobreza. Nos pronunciamos por una justicia que no promueva la impunidad para quienes han cometido delitos contra derechos fundamentales.
Condenamos el etnocidio y la militarización de los territorios indígenas. Exigimos el reconocimiento del derecho de los pueblos indígenas a la libre determinación, porque sólo el respeto a su autonomía y sus culturas permitirá que el planeta pueda gozar en el futuro de lo tesoros de los que son sus guardianes.
Abogamos por la desmilitarización de la lucha contra el narcotráfico, utilizada en muchas ocasiones como excusa para reprimir las luchas populares, y apoyamos la legalización del cultivo de hoja de coca y sus derivados para usos no narcóticos.
Denunciamos y condenamos las posiciones de la Unión Europea que se pone al servicio de la política agresiva de los Estados Unidos contra Cuba, condenamos las leyes de extraterritorialidad como la Ley Helms Burton y exigimos el reconocimiento y respeto a la libre determinación del pueblo cubano en la construcción de su propio modelo político, económico y social.
Nos pronunciamos contra la privatización de la comunicación y la información y por la democratización de la misma, requerimos articular y desarrollar medios propios y solidarios que construyan ciudadanía y garanticen la diversidad y el pluralismo de los medios de comunicación, saludamos en ese sentido el surgimiento y consolidación de TELESUR.
Nos pronunciamos por el fin al mandato de fuerza de la ONU en Haití, que no hace sino reforzar la militarización de la región en vez de contribuir a su desarrollo.En Colombia, reclamamos un acuerdo político para resolver el conflicto interno armado y la instauración de una paz con justicia social. Condenamos la impunidad y las recientes leyes de reinserción de paramilitares que la generalizan, como la mal llamada ley de “Justicia y Paz”. Al respecto, reclamamos el cumplimiento de las recomendaciones de Naciones Unidas y el respeto a los derechos de las victimas a la verdad; la justicia y la reparación. Exigimos y trabajamos juntos por la paz, la desmilitarización de las relaciones internacionales, el desarme, el desmantelamiento de las bases militares y el retorno de los efectivos militares a sus países de origen. Rechazamos la militarización y el complejo militar-industrial que sustentan el neoliberalismo. Exigimos la suspensión de las preferencias arancelarias por parte de la Unión Europea a los países de América Central y la Región Andina que violen los derechos laborales y ambientales.
Reafirmamos como movimientos sociales de América Latina, el Caribe y la Unión Europea la voluntad de fortalecer la cooperación, coordinación y solidaridad en todas las luchas conjuntas en contra de la flexibilización laboral, por un empleo digno y de calidad, por el control ciudadano de las corporaciones y multinacionales, contra las políticas neoliberales de los gobiernos, por la defensa y profundizacion de las conquistas sociales y laborales, por la renacionalización de nuestros recursos y reservas naturales y de los servicios públicos actualmente privatizados.
Frente a las prácticas instrumentadas desde la aplicación de políticas neoliberales, en América Latina se vienen dando muestras concretas de las voluntades en favor de una verdadera relación basada en la integración y la construcción de alternativas, como la iniciativa del ALBA impulsada fundamentalmente por los gobiernos de Venezuela y Cuba, o el Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP) propuesto por el Gobierno de Bolivia en su resistencia a los TLCs; que complementa esta corriente de transformación y apertura a una nueva etapa cargada de iniciativas soberanas y fundamentada en la cooperación y la solidaridad, ejemplo de ello. También reconocemos los esfuerzos por convertir el MERCOSUR en un espacio de integración viable y la creación de la Comunidad Sudamericana de Naciones. En esta dimensión, los movimientos sociales latinoamericanos, caribeños y europeos, reconocemos estos esfuerzos y asumimos el compromiso de contribuir con el buen desarrollo de dichas iniciativas desde nuestra independencia e identidad propia como movimiento popular, confiados además en la construcción de un verdadero diálogo político que estimule el intercambio abierto y consecuente con dichos gobiernos.
Confiamos en que los nuevos aires que se expresan en un fuerte activismo y movilización de movimientos sociales en Europa y América Latina, en la irrupción de gobiernos transformadores como el de Venezuela y el de Bolivia, y otros gobiernos que en Latinoamérica se distancian de las políticas de libre comercio, contribuyan a profundizar las tendencias orientadas a revertir las actuales políticas neoliberales e iniciar el camino hacia un nuevo proceso de integración desde los pueblos.


Nuestro mayor logro en “Enlazando Alternativas 2” ha sido el de poner en evidencia la convergencia de nuestros análisis y acciones contra las políticas neoliberales y los gobiernos que las impulsan. Nosotros(as), mujeres y hombres de los movimientos y organizaciones sociales de Europa, América Latina y Caribe, nos comprometemos a seguir articulando iniciativas para, juntos, crear las condiciones de un mundo más justo y solidario.
  1. No a los acuerdos de libre comercio de la Unión Europea con América Latina y Caribe. No a este “ALCA” europeo, y a la creación de cláusulas de seguridad y militares para defender los intereses del capital.
  2. No a la profundización de los acuerdos de libre comercio con México y Chile y a la concreción de Acuerdos de libre comercio con Centroamérica, la Región Andina y el MERCOSUR.
  3. Si a la abolición de la deuda externa de América Latina y el Caribe con los países de la Unión Europea y el reconocimiento de la deuda histórica contraída. ¡No debemos, no pagamos! ¡No somos deudores, somos acreedores!
  4. No al Tratado de Constitución Europea, No a la represión de las y los migrantes, No a la “Europa Fortaleza”, No a la Directiva Bolkestein, y a la privatización de los servicios públicos en la Unión Europea.'
  5. A fortalecer la unidad y confluencia bi-regional de los movimientos sociales de ambos continentes para alcanzar otro mundo posible, justo, equitativo, antipatriarcal y en paz con el planeta.

viernes, mayo 12, 2006

Nº:18 - La esencia del neoliberalismo (Bourdieu)

La esencia del neoliberalismo
Pierre Bourdieu


¿El mundo económico es verdaderamente como lo quiere el discurso dominante, un orden puro y perfecto, desplegando implacablemente la lógica de sus consecuencias previsibles, y presto a reprimir todas las infracciones por las sanciones que inflige, sea de manera automática, o –más excepcionalmente- por intermedio de sus brazos armados, el FMI o el OCDE (Organización de Cooperación del Desarrollo Económico), y políticas que ellos imponen: baja del costo de la mano de obra, reducción de los gastos públicos y flexibilización del trabajo? ¿Y si no fuera, en realidad, sino la puesta en práctica de una utopía, el neoliberalismo, convertido así en programa político, pero una utopía que, con la ayuda de la teoría económica de la cual se reclama, llegue a pensarse como la descripción científica de lo real? Esta teoría tutelar es una pura ficción matemática, fundada, desde el origen, en una formidable abstracción: aquella que, en nombre de una concepción tanto estrecha como estricta de la racionalidad identificada a la racionalidad individual, consiste en poner entre paréntesis las condiciones económicas y sociales de las disposiciones racionales y de las estructuras económicas y sociales que son la condición de su ejercicio. Basta pensar, para dar la medida de la omisión, en el único sistema de enseñanza, que jamás es tomado en cuenta en tanto que tal en un tiempo en que juega un rol determinante en la producción de los bienes y de los servicios, como en la producción de los productores. De esta suerte de falta original, inscrita en el mito walrasiano de la "teoría pura", derivan todas las faltas y todos los faltamientos de la disciplina económica, y la obstinación fatal con la cual se aferra a la oposición arbitraria que ésta hace existir, por su sola existencia, entre la lógica propiamente económica, fundada en la competencia y portadora de eficacia, y la lógica social, sometida a la regla de la equidad. Dicho esto, esta "teoría" originalmente desocializada y deshistorizada tiene, hoy más que nunca, los medios de hacerse verdadera, empíricamente verificable.En efecto, el discurso neoliberal no es un discurso como los otros. A la manera del discurso psiquiátrico en el asilo, según Erving Goffman, es un discurso duro, que no es tan duro ni tan difícil de combatir sino porque tiene para sí todas las fuerzas de un mundo de relaciones de fuerza que contribuye a hacerlo como es, sobre todo orientando las elecciones económicas de quienes dominan las relaciones económicas y agregando así su propia fuerza, propiamente simbólica, a esas relaciones de fuerzas. En nombre de este programa científico de conocimiento, convertido en programa político de acción, se cumple un inmenso trabajo político (negado porque es, en apariencia, puramente negativo) que busca crear las condiciones de realización y de funcionamiento de la "teoría"; un programa de destrucción metódica de los colectivos. El movimiento, hecho posible por la política de desreglamentación financiera, hacia la utopía neoliberal de un mercado puro y perfecto, se cumple a través de la acción transformadora y, es necesario decirlo, destructora de todas las medidas políticas (de las cuales la más reciente es el AMI, Acuerdo Multilateral sobre la Inversión, destinado a proteger, contra los estados nacionales, las empresas extranjeras y sus inversiones), tendente a poner en cuestión todas las estructuras colectivas capaces de obstaculizar la lógica del mercado puro: nación, cuyo margen de maniobra no deja de decrecer; grupos de trabajo, con, por ejemplo, la individualización de los salarios y de las carreras, en función de las competencias individuales y la atomización de los trabajadores que resulta de ello; colectivos de defensa de los derechos de los trabajadores, sindicatos, asociaciones, cooperativas; familia misma que, a través de la constitución de mercados por clases de edad, pierde una parte de su control sobre el consumo. El programa neoliberal, que saca su fuerza social de la fuerza político- económica de aquellos cuyos intereses expresa (accionistas, operadores financieros, industriales, hombres políticos conservadores o social-demócratas convertidos en dimisiones tranquilizantes del dejar hacer, altos funcionarios de las finanzas, tanto más encarnizados en imponer una política preconizando su propio debilitamiento que, a diferencia de los cuadros de las empresas, no corren riesgo alguno de pagar eventualmente las consecuencias), tiende globalmente a favorecer el corte entre la economía y las realidades sociales, y a construir así, en la realidad, un sistema económico conforme a la descripción teórica, es decir, una suerte de máquina lógica que se presenta como una cadena de presiones que animan a los agentes económicos.La mundialización de los mercados financieros, unida al progreso de las técnicas de información asegura una movilidad sin precedentes del capital y da a los inversionistas, preocupados de la rentabilidad a corto plazo de sus inversiones, la posibilidad de comparar de manera permanente la rentabilidad de las más grandes empresas y de sancionar en consecuencia los fracasos relativos. Las empresas mismas, colocadas bajo dicha amenaza permanente, deben ajustarse de manera cada vez más rápida a las exigencias de los mercados; eso bajo pena, como se dice, de "perder la confianza de los mercados" y, a la vez, el sostén de los accionistas que, preocupados de obtener una rentabilidad a corto plazo, son cada vez más capaces de imponer su voluntad a los managers, de fijarles normas, a través de las direcciones financieras, y de orientar sus políticas en materia de contrataciones, de empleo y de salario.Así se instauran el reino absoluto de la flexibilidad, con los reclutamientos bajo contratos de duración determinada o los provisionales y los "planes sociales" a repetición y, en el seno mismo de la empresa, la competencia entre filiales autónomas, entre equipos obligados a la polivalencia y, por último, entre individuos, a través de la individualización de la relación salarial: fijación de objetivos individuales; entrevistas individuales de evaluación; evaluación permanente; alzas individualizadas de los salarios o concesiones de primas en función de la competencia y del mérito individuales; carreras individualizadas; estrategias de "responsabilización" tendentes a asegurar la autoexplotación de algunos cuadros que, simples asalariados bajo fuerte dependencia jerárquica, son al mismo tiempo considerados responsables de sus ventas, de sus productos, de su sucursal, de su tienda, etc., a la manera de "independientes"; exigencia del "autocontrol" que extiende la "implicación" de los asalariados, según las técnicas del "manejo participativo", mucho más allá de los empleos de cuadros. Tantas técnicas de sometimiento racional que, al imponer la sobreinversión en el trabajo, y no solamente en los puestos de responsabilidad, y el trabajo de urgencia, contribuyen a debilitar o a abolir las referencias y las solidaridades colectivas. La institución práctica de un mundo darwiniano de la lucha de todos contra todos, en todos los niveles de la jerarquía, que encuentra los recursos de la adhesión a la tarea y a la empresa en la inseguridad, el sufrimiento y el stress, sin duda no podría tener un éxito tan completo si no encontrara la complicidad de las disposiciones precarizadas que produce la inseguridad y la existencia, a todos los niveles de la jerarquía, e incluso a los niveles más elevados, sobre todo entre los cuadros, de un ejército de reserva de mano de obra docilizada por la precarización y por la amenaza permanente del desempleo. El fundamento último de todo este orden económico colocado bajo el signo de la libertad es, en efecto, la violencia estructural del desempleo, de la precariedad y de la amenaza de despido que implica: la condición del funcionamiento "armonioso" del modelo microeconómico individualista es un fenómeno de masa, la existencia del ejército de reserva de los desempleados.Esta violencia estructural pesa también sobre lo que se llama el contrato de trabajo (sabiamente racionalizado y desrealizado por la "teoría de los contratos"). El discurso de empresa nunca ha hablado tanto de confianza, de cooperación, de lealtad y de cultura de empresa que en una época donde se obtiene la adhesión de cada instante haciendo desaparecer todas las garantías temporales (las tres cuartas partes de los contratos tienen duración determinada, la parte de los empleos precarios no deja de crecer, el despido individual tiende a no estar sometido a restricción alguna). Se ve así cómo la utopía neoliberal tiende a encarnarse en la realidad de una suerte de máquina infernal, cuya necesidad se impone a los mismos dominantes. Como el marxismo en otros tiempos, con el cual, bajo esta relación, tiene muchos puntos comunes, esta utopía suscita una formidable creencia la free trade faith (la fe en el libre comercio), no solamente en aquellos que viven materialmente de esto como los financistas, los patrones de las grandes empresas, etc., sino también en aquellos que sacan de esto sus justificaciones para existir, como los altos funcionarios y los políticos, que sacralizan el poder de los mercados en nombre de la eficacia económica, que exigen el levantamiento de las barreras administrativas o políticas capaces de molestar a quienes detentan los capitales en la investigación puramente individual de la maximización del beneficio individual, instituido en modelo de racionalidad, que quieren bancos centrales independientes, que recomiendan la subordinación de los estados nacionales a las exigencias de la libertad económica para los maestros de la economía, con la supresión de todas las reglamentaciones sobre todos los mercados, comenzando por el mercado del trabajo, la prohibición de los déficits y de la inflación, la privatización generalizada de los servicios públicos, la reducción de los gastos públicos y sociales.Sin compartir necesariamente los intereses económicos y sociales de los verdaderos creyentes, los economistas tienen suficientes intereses específicos en el campo de la ciencia económica para aportar una contribución decisiva, cualesquiera que sean sus opiniones a propósito de los efectos económicos y sociales de la utopía que ellos visten de razón matemática, a la producción y a la reproducción de la creencia en la utopía neoliberal. Separados por toda su existencia y, sobre todo, por toda su formación intelectual, con más frecuencia puramente abstracta, libresca y teoricista, del mundo económico y social tal como es, son particularmente proclives a confundir las cosas de la lógica con la lógica de las cosas.Confiados en modelos que prácticamente jamás han tenido la ocasión de poner a prueba de la verificación experimental, llevados a mirar desde arriba las adquisiciones de las otras ciencias históricas, en las cuales no reconocen la pureza y la transparencia cristalina de sus juegos matemáticos, y de las cuales son con mayor frecuencia incapaces de comprender la verdadera necesidad y la profunda complejidad, participan y colaboran en un formidable cambio económico y social que, aún si algunas de sus consecuencias les producen horror (pueden cotizar al Partido Socialista y dar consejos sensatos a sus representantes en las instancias de poder), no puede desagradarles puesto que, con el peligro de algunos fracasos, imputables sobre todo a lo que ellos llaman a veces "burbujas especulativas", tiende a dar realidad a la utopía ultraconsecuente (como algunas formas de locura) a la cual consagran su vida. Y sin embargo el mundo está allá, con los efectos inmediatamente visibles de la puesta en obra de la gran utopía neoliberal: no solamente la miseria de una fracción cada vez más grande de las sociedades más avanzadas económicamente, el crecimiento extraordinario de las diferencias entre las ganancias, la desaparición progresiva de los universos autónomos de producción cultural, cine, edición, etc., por la imposición intrusiva de los valores comerciales, pero también y sobre todo la destrucción de todas las instancias colectivas capaces de contrarrestar los efectos de la máquina infernal, en el primer rango de los cuales está el Estado, depositario de todos los valores universales asociados a la idea del público, y la imposición, en todas partes, de las alta esferas de la economía y del Estado, o en el seno de las empresas, de esta suerte de darwinismo moral que, con el culto del winner, formado en las matemáticas superiores y al salto al elástico, instaura como normas de todas las prácticas la lucha de todos contra todos y el cinismo.¿Se puede esperar que la masa extraordinaria de sufrimiento que produce dicho régimen político-económico esté algún día en el origen de un movimiento capaz de detener el curso al abismo? En efecto, se está aquí ante una extraordinaria paradoja, mientras que los obstáculos hallados en la vía de la realización del orden nuevo -el del individuo solo, pero libre- son hoy día tenidos por imputables a rigideces y arcaísmos, y que toda intervención directa y consciente, por lo menos puesto que viene del Estado, por los sesgos que sean, está desacreditada por adelantado, y en consecuencia llamada a borrarse en beneficio de un mecanismo puro y anónimo, el mercado (del cual se olvida que es también el lugar, el ejercicio de intereses), es en realidad la permanencia o la sobrevivencia de las instituciones y de los agentes del orden antiguo en vías de desmantelamiento, y todo el trabajo de todas las categorías de trabajadores sociales, y también todas las solidaridades sociales, familiares u otras, que hacen que el orden social no se hunda en el caos a pesar del volumen creciente de la población precarizada.El pasaje al "liberalismo" se cumple de manera insensible, por lo tanto imperceptible, como el abatimiento de los continentes, tapando así a las miradas sus efectos, los más terribles a largo plazo. Efectos que se encuentran también disimulados, paradójicamente, por las resistencias que suscita, desde ahora, de parte de aquellos que defienden el orden antiguo tomando de los recursos que temía, en las solidaridades antiguas, en las reservas de capital social que protegen toda una parte del orden social presente de la caída en la anomia. (Capital que, si no es renovado, reproducido, está llamado al debilitamiento, pero cuyo agotamiento no es para mañana).Pero si estas mismas fuerzas de "conservación", que es muy fácil tratar como fuerzas conservadoras, son también, bajo otra relación, fuerzas de resistencia a la instauración del orden nuevo, que pueden devenir en fuerzas subversivas, y si se puede pues conservar alguna esperanza razonable, es que existe todavía, en las instituciones estatales y también en las disposiciones de los agentes (sobre todo los más ligados a estas instituciones, como la pequeña nobleza de Estado), tales fuerzas que, bajo la apariencia de defender simplemente, como se les reprochará rápidamente, un orden desaparecido y los "privilegios" correspondientes, deben de hecho, para resistir la prueba, trabajar en inventar y en construir un orden social que no tenga por única ley la búsqueda del interés egoísta y la pasión individual del beneficio, y que le dará lugar a los colectivos orientados hacia la persecución racional de fines colectivamente elaborados y aprobados. Entre estos colectivos, asociaciones, sindicatos, partidos, cómo no darle un lugar especial al Estado, Estado nacional o, mejor todavía, supranacional, es decir europeo (etapa hacia un Estado mundial), capaz de controlar e imponer eficazmente los beneficios realizados en los mercados financieros y, sobre todo, de contrarrestar la acción destructora que estos últimos ejercen sobre el mercado del trabajo, organizando, con la ayuda de los sindicatos, la elaboración y la defensa del interés público que, se quiera o no, no saldrá jamás, aun al precio de alguna falla en escritura matemática, de la visión del contador (en otros tiempos, se habría dicho del "bodeguero") que la nueva creencia presenta como la forma suprema de la realización humana.

viernes, mayo 05, 2006

Nº:17 - Informe sobre Bolivia

Informe sobre Bolivia
Francisco Fernandez Buey

Durante los días 13 y 14 de abril ha tenido lugar en La Paz un seminario internacional bajo el título de “Una Constitución para el cambio en Bolivia. Perspectivas multiculturales y multinacionales”. Organizado por la Vicepresidencia de la República, la Fundación Europa de los Ciudadanos (España), el Centro de Estudios Políticos y Sociales (España), el Laboratorio de Políticas de la Universidad de Río de Janeiro (Brasil) y otras entidades universitarias bolivianas, participaron en este seminario profesores y analistas políticos latino-americanos (Álvaro García Linera, Luis Tapia, Anibal Quijano, Pablo Dávalos, Gerardo Caetano y Emir Sader) y españoles (Pedro Chaves, Roberto Viciano, Miquel Caminal y yo mismo). Estaba invitado también el analista portugués, teórico de la democracia participativa, Boaventura da Sousa Santos, que a última hora no pudo trasladarse a La Paz por problemas familiares.
Este encuentro internacional ha coincidido en el tiempo con otros varios sucesos que conviene mencionar aquí para que el lector se haga una idea del contexto: la visita de Evo Morales a Cochabamba, que ha puesto de manifiesto el predicamento del presidente entre los indígenas, campesinos y trabajadores en general; el secuestro temporal de tres ministros de su gobierno en Puerto Suárez, una localidad fronteriza con Brasil y una huelga de transportistas que ha afectado a parte del país, hechos que revelan la existencia de intereses corporativos en conflicto con el actual proyecto de gubernamental; el reciente anuncio público de que la magistratura del país admite por fin a trámite denuncias por corrupción contra los tres primeros mandatarios anteriores, lo que, a pesar del choque inicial de Evo Morales con el poder judicial, refuerza las razones que tuvieron los integrantes de los distintos movimientos sociales para rebelarse contra el sistema político tradicional; y el inicio del debate público sobre las formas de representación y los objetivos del proceso constituyente, piedra de toque para comprobar el tipo de relaciones existente entre el gobierno y los movimientos rebeldes que contribuyeron de una forma decisiva al triunfo de Evo Morales en las últimas elecciones.
Lo visto allí, dentro y fuera del Seminario, en la Universidad de San Andrés, en las calles de la Paz, en el abigarrado y populoso mercado dominical de El Alto y en los medios de comunicación, permite hacerse una primera idea, desde luego parcial, limitada y fragmentaria, de la situación del país, de las expectativas que en Bolivia ha levantado el proyecto evista y de los problemas que éste va a tener que afrontar en los próximos tiempos.
Cabe destacar, en primer lugar, que las expectativas levantadas por la victoria de Evo Morales en las últimas elecciones no afectan sólo a la mayoría de la población de Bolivia, hoy por hoy uno de los países más empobrecidos de América Latina, sino a la ciudadanía de toda América del Sur. Así lo manifestaron reiteradamente durante el encuentro internacional en La Paz los asistentes al mismo, procedentes de Perú, Ecuador, Uruguay y Brasil. Pueblos indígenas, campesinos cocaleros, trabajadores urbanos, sindicalistas de nuevo cuño, estudiantes y muchísimos ciudadanos que en estos países han sido tratados durante décadas como simples súbditos tienen hoy los ojos puestos en el proyecto del MAS liderado por Evo Morales. Y esperan mucho de la evolución positiva de este proyecto. Tanto es así que la frase más repetida durante el Encuentro en La Paz ha sido esta: “En Bolivia se está jugando el futuro de gran parte de América Latina”.
No es ésta una frase ritual de las que se pronuncian en los congresos por cortesía o para captar la benevolencia de los oyentes. Es bastante más que eso, pues del proyecto de Evo Morales esperan mucho, efectivamente, no sólo los sectores sociales que he mencionado y trabajadores que viven muy precariamente de la economía familiar o los varios cientos de miles de bolivianos que, en las últimas décadas, se vieron forzados a emigrar a Argentina, España o los Estados Unidos de Norteamérica, sino también muchísimos otros latinoamericanos que en los últimos tiempos vienen manifestándose contra los efectos de los políticas neoliberales y contra el ALCA, luchando por la recuperación de los recursos naturales e intentando dar un sentido concreto a las palabras dignidad y soberanía en un mundo en el que casi todo está intervenido en nombre de una libertad única, la proclamada libertad del gran mercado que convierte en simples siervos a tantas gentes.
En estos próximos meses de 2006 la Bolivia de Evo Morales tendrá que hacer frente a dos grandes asuntos que estaban ya en el programa electoral del MAS: la nacionalización de los principales recursos energéticos del país y la configuración de una Asamblea Constituyente que concluirá en la redacción de una nueva Constitución. En su intervención en las sesiones del Seminario de La Paz, el vicepresidente del gobierno boliviano, Álvaro García Linera, avanzó ya algunos de los principios y criterios que orientarán la política gubernamental: habrá nacionalizaciones sin expropiación y se tenderá a la constitución de un Estado multinacional que ponga fin a la exclusión secular de las naciones indias.
Por lo que yo sé, esta es la primera vez en la historia de América Latina en que se abordan conjunta y simultáneamente, y además desde el punto de vista de los de abajo, los dos grandes problemas de aquel mundo: el problema económico-social (marcado por las desigualdades y la existencia de importantes franjas de pobreza) y el problema nacional, o sea, la articulación alternativa, con criterios igualitarios y solidarios, de las diferencias lingüísticas, culturales y étnicas. El hecho de que Evo Morales haya sido al mismo tiempo un dirigente cocalero con experiencia sindical y un aymara perteneciente a la cultura hoy mayoritaria en el país, pero tradicionalmente minorizada o excluida de la esfera pública, tiene mucho que ver con esta novedad histórica. Pero, aún así, siendo este hecho importante, no es lo determinante del proceso en curso.
Lo determinante en el proceso boliviano ha sido la gran movilización socio-política y socio-cultural que ha tenido lugar en el país en los últimos tiempos, la conjunción de las reivindicaciones de sectores sociales y étnicos muy heterogéneos que se expresaron en varias “marchas” y “bloqueos”, en los que participaron indígenas, campesinos pobres, trabajadores de la economía informal, amas de casa con conciencia de nuevo papel de la mujer, medio-ambientalistas con conciencia social y sindicalistas de nuevo cuño, y que, por fin, confluyeron en un programa alternativo y razonable del que Evo Morales resultó portavoz principal. Fue la protesta y la presión de amplísimos sectores sociales, en una sociedad tan abigarrada como corroída por la corrupción, lo que puso fin a la hegemonía de los partidos políticos tradicionales y lo que ha dado al MAS y a Evo Morales la oportunidad de cambiar de abajo a arriba las relaciones socio-culturales y la forma de hacer política imperante durante décadas. Lo que empieza a llamarse evismo es una consecuencia de esto. Y por ello el proceso boliviano no puede ser identificado en absoluto con otros procesos latino-americanos próximos a lo que Antonio Gramsci llamaba, allá por los años treinta del siglo pasado, cesarismo progresivo o al caudillismo.
Para argumentar lo que digo bastará con un ejemplo. Para un europeo una de las cosas más llamativas y a la vez fascinantes del encuentro internacional mencionado, ponencias o comunicaciones aparte, no fue sólo la alta participación de personas interesadas (en días festivos y con la Universidad de San Andrés cerrada), sino el tipo de participación de los asistentes al mismo: la claridad y precisión con que un porcentaje notabilísimo de los presentes formularon sus demandas, preguntas y propuestas sobre nacionalizaciones, sobre multiculturalidad y multiculturalismo, sobre las distintas versiones del nacionalismo y del federalismo en el mundo actual y sobre la relación entre las reivindicaciones socio-económicas, nuevo indigenismo y la cuestión nacional.
La claridad y precisión con que se expresan tantas personas acerca de asuntos muy controvertidos en Europa tiene que entenderse como una consecuencia positiva de la participación activa, masiva y consciente en un amplio movimiento socio-político cuyo carácter asambleario y deliberativo todos reconocen y alaban. Y esto está teniendo su reflejo también en la forma que han tomando las demandas de los pueblos indígenas y de los movimientos sociales en el proceso constituyente boliviano. De hecho, la reivindicación de una Asamblea Constituyente para cambiar la constitución política del estado boliviano viene de lejos: se remonta a la marcha por la dignidad, la tierra y el territorio, organizada por los indígenas de la zona oriental del país en 1990.
De manera que, como ha subrayado el sociólogo y politólogo boliviano Luis Tapia, uno de los problemas más serios que va a tener que afrontar el evismo ahora es el de la articulación de las reivindicaciones y exigencias de este amplio y heterogéneo movimiento social con las actuaciones gubernamentales, tanto en el ámbito de las representaciones en la asamblea constituyente como en lo que hace a las medidas socio-económicas necesarias para impulsar el cambio. En este sentido el principal riesgo que hay que superar, según los analistas que han apoyado el proceso en su conjunto pero que no están necesariamente integrados en el MAS, es la fractura que se puede producir entre la administración gubernamental y algunos de los movimientos sociales más activos en las “marchas” y “bloqueos” que encumbraron a Evo Morales. Se ha de tener en cuenta que la Constituyente en formación habrá de estar formada por 255 personas, una parte de las cuales habrán de ser representantes de los Departamentos pero de la que no podrán formar parte las autoridades de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial; que la elección de los representantes tendrá que estar finalizada dentro de dos meses y que los trabajos de la Asamblea tendrán que estar concluidos en menos de un año. Todo esto quiere decir que el proceso por el cual los ciudadanos han de elegir a los constituyentes coincidirá en el tiempo con la entrada en vigor de los primeros decretos sobre nacionalizaciones de los principales recursos del país.
Si el gobierno de Evo Morales y los movimientos indígenas y socio-políticos que le apoyan logran superar esa fractura potencial y bordear al mismo tiempo las injerencias de la Compañía del Gran Poder y los intentos de desestabilización de las fuerzas socio-políticas tradicionales y corporativas (otro de los grandes problemas del momento), la Constitución que se perfila en Bolivia tendrá mucho de novedad histórica no sólo en el contexto latino-americano, sino incluso cuando se la evalúe con los acostumbrados criterios del análisis político europeo, mayormente liberales. Pues lo que está apuntando ahí, en las demandas escritas de los movimientos que apoyan el proyecto de Evo Morales, es una república social y democrática de derecho, plural, participativa y representativa como no hay otra conocida hasta ahora.
No exagero. Ninguna otra carta magna combina y compone como esta, en proyecto, la fraternidad republicana en el tratamiento de las diferencias lingüísticas, culturales y étnicas con la intención medio-ambientalista al abordar las contradicciones y ambigüedades del llamado desarrollo económico y con el respeto recíproco, en el plano jurídico-político, a los usos y costumbres de los distintos pueblos indígenas y de la sociedad civil en general.
Bolivia se perfila en este proyecto como un estado pluricultural, plurinacional y multiétnico que parte del reconocimiento de la igualdad entre culturas y se propone promover la diversidad cultural y la interculturalidad. Se afirma el derecho a la autodeterminación de los pueblos y naciones originarias y se aspira a una soberanía nacional compartida, esto es, al reconocimiento de facto de que la soberanía nacional se compone de soberanías múltiples. Esto se concreta en el reconocimiento como idiomas oficiales del castellano, el aymará, el quechua, el guaraní y los otros idiomas de los pueblos indígenas. Se mantiene la compatibilidad entre estado pluricultural y plurinacional con lo que habitualmente se llama estado social y democrático de derecho y con un sistema de economía social mixta que se basará en cuatro pilares: la soberanía nacional sobre los recursos en general, la obligada consulta a los pueblos indígenas sobre el uso de los recursos existentes en sus territorios, la redistribución de lo producido y el respeto medioambiental.
Importancia particular tienen, en este proyecto, la protección del derecho a la tenencia de la tierra de quienes la trabajan; la consideración de los latifundios como contrarios al interés general; la declaración de que el agua es un bien de interés general, no mercantilizable; la propuesta de un sistema de educación básica que, además de ser gratuita obligatoria, habrá de ser intercultural y plurilingüe; y la propuesta de que la representación de los pueblos indígenas ante el estado sea dual, con lo que se intenta complementar o componer la representación indirecta, característica de los sistemas parlamentarios, con el reconocimiento de los usos y costumbres tradicionales de los distintos pueblos indígenas en cuestiones como la deliberación, la participación y la toma de decisiones.
Obviamente, componer o hacer compatibles en la práctica un estado que se quiere multiétnico y multinacional con un sistema de economía mixta y con un sistema de representación política, también mixto, de individuos y colectividades heterogéneas, en las que se superponen lo premoderno, lo moderno y los posmoderno, por así decirlo, va a suponer una tarea ímproba para los dirigentes y para los movimientos sociales que les apoyan. Para empezar no es nada fácil encontrar en los diccionarios del pensamiento político más manejados en nuestro mundo los términos y nociones apropiadas para dar cuenta, con precisión, de lo que puede llegar a ser una composición de este tipo.
Es natural que, en lo que a esto respecta, hayan surgido ya diferencias de nota en el ámbito de la teoría social con implicaciones prácticas. García Linera, por ejemplo, ha caracterizado esta composición, esta hibridez, con expresiones que podrían ser resumidas así: “capitalismo andino-amazónico en un estado multicultural”. De este modo se pretende subrayar dos cosas. Una: que en las circunstancias históricas de Bolivia se está en una fase previa al socialismo, en la que las economías familiares y las comunidades indígenas siguen teniendo un peso decisivo en el conjunto. Y dos: que, recogiendo el sentir mayoritario de los movimientos sociales, se está dispuesto a acabar con el mono-culturalismo que de hecho ha hegemonizado país durante siglos en el ámbito político.
Más allá de la pertinencia teórica de tales expresiones, que, como digo, son objeto de discusión ahora y que sería pretencioso juzgar sin un conocimiento detallado de la historia y de las instituciones económico-sociales de Bolivia, hay algo en ellas que se puede observar. Estas expresiones (y aún más la orientación general de los principios constitucionales) son, sin duda, la composición o complementación, en el ámbito de la teoría, de dos experiencias político-sociales paralelas, pero bastante distintas, que ahora confluyen en el gobierno boliviano: la de Evo Morales, tan ligada al nuevo indigenismo como al nuevo sindicalismo, y la del propio García Linera, quien en una entrevista reciente se presentaba como marxista “clásico” y cuyo pensamiento, en términos europeos, se podría caracterizar como marxista “crítico” o neomarxista, buen conocedor tanto de los textos de Marx generalmente olvidados por la vulgata (sus reflexiones sobre la comuna rural rusa, sus apuntes etnológicos, sus notas de antropología, etc.) y de la sociología de Bourdieu como de los debates que sobre interculturalidad y multiculturalismo han tenido lugar en la Europa de las últimas décadas.
Si este proyecto de Estado multicultural, que se quiere uno y diverso, que nace del reconocimiento del valor de la diversidad para la vida pública en común, sale adelante, los descendientes de los colonizadores europeos aún tendremos ocasión de contemplar algo original, algo que no pudieron (ni quisieron) contemplar los ilustrados: cómo la soberanía estatal sobre los recursos naturales es compatible con el reconocimiento de soberanías múltiples y con el pluralismo político; cómo el fomento de las lenguas aymará y quechua es compatible con el uso no hegemónico del castellano; cómo el reconocimiento de los ayllus y la potenciación de la economía comunitaria y de otras formas de economía familiar es compatible, en un sistema de economía social mixta, con lo que llamamos desarrollo sostenible y con la distribución equitativa de la riqueza.
Para que los más lleguemos a ver eso, que sin duda valdrá la pena, también España y la Unión Europea habrían de poner su granito de arena. En principio no se nos exige mucho. Simplemente no poner zancadillas al proceso jurídico-político que conduciría al reconocimiento constitucional de un Estado pluricultural, plurinacional y multiétnico y facilitar a los bolivianos el usufructo público y soberano de sus principales recursos. O sea: más o menos, dar forma, nueva forma, al viejo grito de Bartolomé de las Casas a favor del respeto y la restitución. Esto es lo que parece estar diciendo el sentido común. Que no es precisamente lo que viene diciendo la derecha neo-liberal española, tan conservadora de intereses propios como defensora, aún, de una historia indefendible. Como muestra de este otro “pensamiento armado”, al que el proyecto boliviano en curso habrá de hacer frente, valga el siguiente botón (tomado de la aznariana “libertad digital”):
Triste destino le espera a Bolivia si logran imponerse los representantes de lo peor de la sociedad boliviana, tan pavorosamente ignorantes de lo que significa la civilización y de cómo se crea riqueza y bienestar que se atreven, como Evo Morales, a exigir [...] que los españoles compensen a Bolivia por "los daños que han hecho durante 500 años". Huelga decir que el mal que haya podido causar España a Iberoamérica ya quedó ampliamente compensado con la transfusión de la lengua, la cultura y la civilización occidental a unos pueblos que, como los indígenas bolivianos, pasaron de vivir como esclavos bajo el feudalismo comunista de los incas o de los aztecas a ser súbditos del rey de España en plano de igualdad con los españoles. Es una lástima que nunca nadie pida cuentas a individuos como Evo Morales o Felipe Quispe por sumir a Iberoamérica en la pobreza, en el aislamiento y en la falta de libertades. Triste destino el de un continente que, con las excepciones de Chile y Colombia –que lucha desesperadamente por erradicar su cuota de narcomarxismo– parece dirigirse una vez más hacia el abismo.


Fuente: Rebelion