martes, diciembre 26, 2006

Nº:50 - Manifiesto por la Justicia Fiscal Global

MANIFIESTO POR LA JUSTICIA FISCAL GLOBAL

Nuestra realidad cotidiana está marcada, cada vez más, por situaciones de inseguridad, precariedad o pérdida de derechos básicos. Una parte importante de la población, especialmente los jóvenes, tiene dificultad para acceder a una vivienda o a un trabajo, y después para conservarlos. Hace años que viene disminuyendo el poder adquisitivo real de los salarios, con lo que crecen las dificultades para que nuestros ingresos lleguen a final de mes. Los jóvenes tienen cada vez más problemas para trazar su proyecto de vida. Servicios públicos esenciales, como la sanidad o la educación, se van deteriorando y paulatinamente privatizando, mezclando recursos públicos con negocios privados, y mientras son notorias las listas y plazos de espera para intervenciones quirúrgicas o visitas a especialistas. Se cuestionan, interesadamente, los sistemas públicos de pensiones basados en procesos de solidaridad intergeneracional y se sustituyen por sistemas privados solo al alcance de quienes pueden pagárselos. Crece la desigualdad económica incluso en los países más desarrollados.

A la inmigración forzosa procedente de un Sur cada vez más empobrecido y sin perspectivas de un futuro mejor, se le responde desde los países ricos del Norte con muros y represión, induciendo en la ciudadanía sentimientos de miedo e inseguridad, caldo cultivo de todas las formas de intolerancia, xenofobia y racismo.

Aumenta el deterioro del medio ambiente en el Planeta como consecuencia de un modelo de desarrollo depredador e insostenible, arrastrado por una ingente espiral de especulación financiera. Predicciones de crisis ecológicas producidas por el cambio climático, hasta hace poco rechazadas por increíbles, hoy son aceptadas por la comunidad científica y los gobiernos como probables si no se cambian los sistemas productivos, lo que cuestiona nuestras formas de vida y de consumo y el de las futuras generaciones.

Todo esto sucede mientras la riqueza se concentra en muy pocas manos: La banca internacional, las grandes empresas y las corporaciones transnacionales amasan sustanciosos beneficios que aumentan año tras año. Crece la delincuencia internacional ligada al tráfico de drogas, a la venta de armas y a las redes de tráfico sexual. Se instalan el fundamentalismo y el terrorismo en el panorama político internacional como respuesta ante el fundamentalismo invasor, bélico y económico, de EE.UU y de otras autodenominadas democracias occidentales. Asimismo, la corrupción política y económica llega a todas las esferas del poder político poniendo en grave riesgo la adhesión democrática de amplias capas de la ciudadanía.
Para ATTAC, lo anterior es fruto en gran medida de una escalada de explotación y violencia económica contra la ciudadanía, desatada por aquellos grupos depredadores que representan el auténtico poder en el mundo: el Poder del Dinero. Ellos han conseguido que todo se convierta en mercancía y que las reglas económicas y comerciales se adapten a la medida de su ambición. Cada año los muy ricos son más ricos y los pobres más pobres. Esta ingente acumulación de riqueza que exige a su vez, año tras año, más beneficios, incrementa hasta cuotas inimaginables la especulación financiera, también la especulación inmobiliaria que estamos viviendo, la cual conforma esa enorme burbuja cuyo estallido podría tener efectos tremendamente negativos para la economía real, para las pequeñas y medianas empresas; para los pequeños ahorradores y en general para todos aquellos que no tenemos mas medios de subsistencia que nuestro propio trabajo.

La prensa informa de cómo se especula comprando y recalificando terrenos, así como de las formas en que se lava el dinero sucio, en gran parte procedente del narcotráfico; a través de la adquisición de fincas en complicidad con despachos de abogados o notarios corruptos y mediante operaciones en “Paraísos Fiscales”. También de cómo se instala la corrupción en los poderes públicos, lo cual conlleva la destrucción de las costas y de zonas naturales protegidas, y a que se construya irracionalmente sin tener previstas las infraestructuras necesarias. Sin embargo, no se suele informar ni es tan conocido cómo actúa la gran especulación, la especulación financiera internacional, que es capaz de mover en la actualidad “dinero caliente” por un monto 60 veces superior a los intercambios mundiales de bienes y de servicios. Este es el verdadero poder en el mundo, la gran cantidad de dinero financiero que atesoran los grandes especuladores. De este modo, instituciones financieras, bancos y gestoras de fondos, basan una parte cada vez más importante de su actividad en operaciones especulativas que buscan el beneficio inmediato con los cambios de divisas y con la puesta en circulación de sofisticados productos financieros. También es conocido cómo las grandes empresas a pesar de declarar colosales beneficios, despiden trabajadores, externalizan producción y/o servicios y se deslocalizan en busca de salarios más bajos para seguir incrementando sus beneficios, que en muchas ocasiones ya no reinvierten en mejoras productivas en la propia compañía, sino en los circuitos de la especulación financiera internacional.
Para ocultar esas grandes fortunas y no pagar impuestos, las entidades financieras y empresas multinacionales han conseguido imponer, con la complicidad de los gobiernos, la máxima opacidad y secretismo, rechazando la transparencia en la circulación de capitales y haciendo que sus operaciones queden al margen del necesario control. Con este fin ocultador los poderes del dinero utilizan los llamados “Paraísos Fiscales” en los que, por tratarse de pequeños territorios soberanos o con autonomía fiscal respecto del Estado del que dependen, no tienen jurisdicción las inspecciones fiscales de otros países y los capitales extranjeros no pagan impuestos ni se ejerce control sobre ellos. Allí va a parar el dinero procedente de la evasión y el fraude fiscal, así como el de la delincuencia financiera, de la corrupción económica y política y de las redes mundiales del terrorismo y del crimen organizado. También allí tienen sucursales la mayoría de bancos y entidades financieras para aprovecharse de esa opacidad y facilitar las maniobras propias y las de sus grandes clientes en la especulación y la defraudación de impuestos, práctica esta habitual de las compañías transnacionales que utilizan sus propias sucursales en “Paraísos Fiscales” para eludir el pago de impuestos en sus países de origen. Allí anidan y operan, asimismo, grandes aseguradoras y fondos de pensiones que especulan con los ahorros de la gente. Estas prácticas defraudadoras que se realizan en estos “Paraísos Fiscales” hacen que las haciendas públicas de todos los países se vean desposeídas de unos ingresos necesarios con los que costear los servicios sociales esenciales para el bienestar de sus ciudadanos y ciudadanas. Esta es la forma en que el poder económico actúa en el mundo entero, globalmente, a través de la especulación y ocultación financiera como eje central de su poder, Poder del Dinero.

Por ello ATTAC, que tiene como objetivo el control democrático de los mercados financieros y de sus instituciones, denuncia ante la ciudadanía esta situación que es desde todo punto de vista insostenible y que hace imposible el desarrollo de una auténtica democracia, ya que la ciudadanía, así como los Estados y sus gobiernos, están sometidos al poder y dominio de esta aristocracia mundial del dinero.

ATTAC MANIFIESTA su desacuerdo y rechazo de este estado de cosas y hace un llamamiento a los ciudadanos para que se movilicen en pro de una Campaña por una Justicia Fiscal Global. Para ello, es fundamental e inaplazable presionar a los gobiernos a fin de:

- Que se acentúe la progresividad de las cargas fiscales y conseguir que recaigan especialmente sobre los más ricos, las grandes empresas y las corporaciones transnacionales, es decir, sobre los que más tienen y no sobre los más desfavorecidos.

- Que los gobiernos, empezando por los europeos, promuevan una armonización justa de los sistemas fiscales nacionales, que evite la competencia fiscal nociva entre estados causante del progresivo déficit fiscal y en el que todos pierden.

- Que los estados controlen los flujos de capital especulativos y se establezcan impuestos globales -tipo Tasa –Tobin, cuya recaudación sirva para que la comunidad internacional pueda financiar un Fondo de Solidaridad. Dicho Fondo estaría destinado a combatir las consecuencias más perversas de la globalización - hambre y pandemias- así como a incrementar la ayuda al desarrollo y promover y resguardar los bienes públicos mundiales.

- Que se persiga y penalice la delincuencia financiera en todas sus formas, dotando de los medios necesarios a la inspección fiscal. Y que se cree un cuerpo jurídico y autoridad fiscal europea.

- Que se avance en la abolición de los paraísos fiscales. En este sentido pedimos al gobierno español que no reconozca jurídicamente a las sucursales y empresas creadas en dichos “paraísos”.

- Que se comiencen a aplicar impuestos globales ecológicos, tales como los impuestos sobre las emisiones de carbono y sobre el transporte internacional, para contribuir a frenar el cambio climático y promover la sostenibilidad ambiental y la defensa de la biodiversidad.

ATTAC- Catalunya

lunes, diciembre 18, 2006

Nº:49 - Filantropía y privatización de la ayuda al desarrollo

Filantropía y privatización de la ayuda al desarrollo
Miguel Romero

La filantropía tiene buena prensa. Mezcla la compasión con el dinero y se beneficia de los efectos colaterales de la (in)cultura mediática generada por la llamada “prensa del corazón”.

La concesión del premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional a la Fundación Bill y Melinda Gates ha empujado el tema a las portadas de los medios y parece haber iniciado una subasta entre “filántropos” a la que se han sumado Branson, Turner, Buffett y otros megamillonarios. El tema merece un comentario. Pero antes hay que situarlo en el contexto que permite comprender su función política en la escena internacional, como expresión y vector de la privatización de la cooperación al desarrollo.

La ideología de la privatización

Para abordar en las dimensiones de este artículo la privatización de la cooperación al desarrollo voy a basarme en un texto publicado hace algún tiempo [Carol C. Addelman. The privatization of Foreing Aid: Reassessing National Largesse (La privatización de la Ayuda Exterior: una reevaluación de la generosidad nacional). Foreign Affairs, noviembre-diciembre de 2003] que, a mi parecer, expresa muy bien el sentido de este proceso tal como se desarrolla en los EE UU que, como siempre, muestra aquí la dinámica general de los acontecimientos internacionales .

Addelman empieza afirmando que estamos en una “tercera ola” de la ayuda exterior norteamericana. Las dos anteriores (“ayuda” a Europa y Asia tras la 2ª guerra mundial y durante la Guerra Fría; “ayuda” a Europa Oriental tras el colapso de la URSS) estuvieron basadas en fondos públicos. Esta “tercera ola” estaría orientada principalmente a Oriente Medio y África y basada en fondos privados: en esta “tercera ola”, “el dinero privado hace la diferencia”.

Según Addelman, el factor fundamental mediante el cual los americanos “ayudan a los demás” está constituido por las fundaciones, las PVOS (“private voluntary organizations”, organizaciones privadas de voluntarios, equivalente a ONGs), corporaciones, universidades, grupos religiosos y donaciones individuales dirigidas directamente a “familias necesitadas”. Una estimación “conservadora” valoraría estos fondos en unos 35.000 millones de dólares, lo que equivaldría a tres veces y media la AOD norteamericana.

A partir de 1990, este proceso se habría manifestado particularmente en el desarrollo de la filantropía: entre 1990 y 2000, el número de fundaciones privadas pasó de 32.000 a 56.000; han surgido “megadonantes”, como Gates, Turner y Packard; sólo las donaciones hacia el extranjero de las fundaciones se han multiplicado por cuatro hasta llegar a los 3.000 millones de dólares anuales, superando, destaca Addelman, la AOD de algunos de los gobiernos “más generosos”; las de las PVOS llegan a los 7.000 millones de dólares, etc. Y por si esto fuera poco, Addelman descubre un nuevo y potente miembro de la “ayuda privada” norteamericana: las remesas de los inmigrantes (sic). Esta “ayuda privada” sería, además, más eficiente y haría una mejor “rendición de cuentas” que la ayuda pública; la autora no considera necesario justificar este dogma neoliberal.

Finalmente, Addelman nos da la moraleja del cuento: Fundaciones, iglesias, universidades, hospitales, corporaciones, asociaciones de negocios, grupos voluntarios y inmigrantes que trabajan duramente (hard-working inmigrants) no sólo estarían entregando “dinero a los países en desarrollo”. Además entregarían “valores de libertad, democracia, espíritu empresarial y trabajo voluntario”. A la autora sólo le falta añadir la desvalorización de lo público y sus subordinación a los intereses privados para completar la versión oficial del american way of life. Ésta transmisión conjunta de dinero y moral neoliberal es la función política de la filantropía en la cooperación al desarrollo.

Gates-Hyde y Gates-Jekill

Hasta aquí la ideología de la privatización de la cooperación al desarrollo, expuesta con una claridad y una falta de escrúpulos que uno francamente agradece, en este mundo de la “ayuda internacional”, tan frecuentemente empapado de consensos entendidos como buenas maneras (“manners before morals”, “la cortesía por delante de la moral”, como diría Oscar Wilde). Veamos ahora la práctica.

El pasado 5 de mayo, el Premio Príncipe de Asturias fue otorgado a la Fundación Bill y Melinda Gates “por su generosidad y filantropía ante los males que siguen asolando al mundo”. La pareja ha dedicado a actividades filantrópicas 8.000 millones de euros en los últimos cinco años de una fortuna calculada en 40.000 millones; no se informa de su crecimiento anual, gracias a los enormes beneficios de las actividades no filantrópicas del imperio Microsoft. El periodista de El País John Carlin comentando la noticia utiliza una expresión muy apropiada para definir esta fortuna: la llama “botín familiar” (El País, 5/05/2006 p.55); es sabido que el significado habitual de la palabra “botín”, sin entrar ahora en apellidos que podían muy bien formar parte de esta historia, es “conjunto de objetos robados”.

La Fundación Gates muestra muy claramente las contradicciones de la filantropía. Por una parte, el origen de la fortuna de Gates está en el éxito para imponer prácticamente un monopolio de oferta en los programas para ordenadores. Es conocido que el empresario Gates-Mister Hyde ha recurrido y recurre a cualquier procedimiento, burlando cuantas leyes ha podido sin el menor escrúpulo, para imponer sus productos a gobiernos y clientes privados. Pero el filántropo Gates-Doctor Jerkill se autonomiza de su alter ego, de acuerdo con los principios de la moral capitalista, que considera que los negocios están sometidos a un solo valor: los máximos beneficios para los accionistas; no entraré en esta ocasión en el limbo de la “responsabilidad social corporativa” en el cual, pero no en la vida real, pueden mezclarse agua y aceite.

Así, las fundaciones se alimentan de fondos provenientes de prácticas empresariales que contribuyen a crear los problemas sociales que la filantropía pretende aliviar. Más allá de los casos individuales, estamos ante un problema de sociedad: Gates, Buffett... y otros megamillonarios han acumulado su fortuna gracias a los privilegios fiscales, la desregulación de los mercados financieros, los dictados de la OMC sobre el comercio internacional..., en fin, gracias a la economía neoliberal que empobrece a la mayoría de la humanidad, incluyendo a muchos millones de personas de su propio país.

En una sociedad organizada dignamente, poseer estas inmensas fortunas (el “botín” de Gates o Buffet multiplica por cuatro el presupuesto anual de las Naciones Unidas: 9.500 millones de euros) sería considerado un “derecho in-humano”, rechazado por la sociedad y penalizado por las leyes. En cambio, en una sociedad como la nuestra, regida por el mercado, se valora la “generosidad” de la Fundación Gates. Pero si en el mundo de la telemática alguien merece reconocimiento por su solidaridad son quienes trabajan en el software libre, poniendo su trabajo y sus conocimientos, que les permitirían enriquecerse, al servicio de la sociedad frente al todopoderoso Microsoft.

Las contradicciones de la filantropía

Las actividades filantrópicas tienen una obvia dimensión publicitaria que, además de satisfacer la vanidad de sus protagonistas, producen importantes efectos indirectos en sus negocios; así ocurre especialmente con las fundaciones vinculadas a las grandes empresas, que actúan frecuentemente como sociedades instrumentales al servicio de su casa matriz para la apertura de mercados y operaciones de lavado de imagen.

Pero finalmente, es cierto que, en ocasiones, los fondos de la filantropía contribuyen a la resolución de problemas sociales importantes. Hay aquí problemas reales a considerar, especialmente cuando estos problemas son planteados por personas que merecen admiración y respeto (lo cual entre paréntesis, no ocurre siempre: muchas veces el dinero encierra en el cajón los “códigos de conducta” por razones que no merecen ningún respeto). Volvamos a la Fundación Gates. Uno de sus programas más populares es la financiación de las investigaciones del doctor español Pedro Alonso en el Centro de Investigación en Salud de Manhiça en Mozambique para obtener una vacuna contra la malaria. Los trabajos están ya muy avanzados y posiblemente en el año 2010 se dispondrá de la vacuna y con ella de una herramienta eficaz frente a una de las más mortíferas “enfermedades de los pobres”.

Comentando la concesión de Premio Príncipe de Asturias a la Fundación Gates, Alonso felicitó a la Fundación Gates por “impulsar una revolución en la salud pública mundial”. Con todo respeto, no es verdad.

La vacuna RTS.S está patentada por uno de los gigantes de la industria farmacéutica, la Glaxo Smith Kline, industria que reúne a las corporaciones mas despiadadas de nuestros mundo, habituadas a sacrificar la salud a los imperativos del negocio. La terrible historia que contó John Le Carré en El jardinero fiel es un pálido reflejo de la realidad del oligopolio llamado Big Pharma, del cual Glaxo es un miembro relevante.

Es muy instructivo conocer el trazado de la gestión por parte de Glaxo de su patente: las primeras investigaciones de la vacuna se hicieron en los laboratorios del ejército norteamericano, es decir, con dinero público. Glaxo vio oportunidades de negocio y se hizo con la patente. A los quince años abandonó la investigación porque no era rentable, pero mantuvo la propiedad de la patente. Posteriormente, los fondos provenientes de la Fundación Gates, y la subvención de la Agencia Española de Cooperación Internacional al Centro Manhiça, relanzaron las investigaciones, ahora bajo la dirección de Alonso. Pero cuando la vacuna se comercialice, su propiedad corresponderá por entero a Glaxo y estará protegido por el leonino régimen de patentes de la OMC. Glaxo dice que “venderá barata” la vacuna. Pero, ¿por qué Glaxo va a lucrarse gracias a un medicamento de altísimo interés social, que se ha desarrollado gracias a donaciones públicas y privadas “sin ánimo de lucro”? Un fármaco creado gracias a este tipo de subvenciones y destinado a poblaciones empobrecidas no tiene que ser “barato”; tiene que ser gratuito.

Alonso considera que “parte de la lucha” por conseguir fármacos para las patologías que se ceban en los países pobres, para los que “no hay mercado”, reside en “interesar” a los grandes laboratorios. Constata que “no hay vacuna en el mundo” que no haya sido producida por estos laboratorios. Pero constata también que la mayoría de la gran industria ha cerrado los laboratorios destinados a investigar sobre estas enfermedades “no rentables”, lo cual explica que el 90% de los recursos mundiales de investigación biomédica esté destinado al 10% de problemas de salud, es decir a los problemas “rentables”.

Ésta es la clave: en realidad, los fondos públicos y de origen filantrópico destinados a combatir las enfermedades de los pobres se destina en realidad a hacerlas rentables para la gran industria que posee las patentes.

Se entiende muy bien que Pedro Alonso y su equipo busquen, por encima de todo, sacar adelante su investigación, que merece sobradamente el reconocimiento de la gente solidaria.

Su trabajo no es denunciar las contradicciones de la filantropía (y, en este caso, además de la cooperación pública española). Pero el nuestro, el de las organizaciones y movimientos solidarios, sí. Porque mientras la sanidad pública esté bajo las riendas del Big Pharma, no habrá derecho a la salud para las poblaciones empobrecidas del mundo, cuando ya existen los conocimientos y los equipos de profesionales médicos y sanitarios sobradamente capaces para hacer ese derecho realidad.

lunes, diciembre 11, 2006

Nº:48 - Venezuela, el socialismo del siglo XXI y nosotros, europeos

Venezuela, el socialismo del siglo XXI y nosotros, europeos
Francisco Fernández Buey

Hace unos años, cuando ya había desaparecido la Unión Soviética, vi un documental que me hizo repensar las largas discusiones que durante largos años habíamos tenido en Europa sobre la naturaleza del socialismo a propósito de lo que creíamos saber que estaba pasando Rusia, China, Cuba, Vietnam, etc. En el documental, un periodista, no recuerdo ahora si inglés o alemán, preguntaba a un viejo campesino de un país euro-asiático por qué en su pueblo se habían hecho comunistas al final de la primera guerra mundial.

El viejo campesino contó esta historia: “Llegaron aquí unos funcionarios de la lejana Moscú y nos dijeron que se había acabado la era del capitalismo y empezaba la era del socialismo. Y nosotros, que teníamos noticia de que allí habían acabado con el régimen de los zares, les preguntamos: Y eso del socialismo, ¿qué es? Uno de los funcionarios llegados de Moscú nos lo explicó: El socialismo –nos dijo– es vivir en comunidad, labrar las tierras en común, producir en común y repartir equitativamente lo que se produce en la comunidad. El socialismo es todo eso y –añadió– poder trabajar la tierra con tractores que nosotros os vamos a traer para ahorraros esfuerzos”.

Aquel viejo campesino concluyó instruyendo al periodista occidental: “Nos hicimos inmediatamente socialistas porque lo primero, lo de trabajar las tierras en común, es lo que veníamos haciendo desde siempre, y era bueno y justo continuar haciéndolo; y lo segundo nos pareció aún mejor: ellos nos traían los tractores que íbamos a necesitar para labrar la tierra y que produjera más”.

El viejo campesino euro-asiático no había oído hablar todavía de las polémicas que en aquellos tiempos antiguos enfrentaban a los componentes del núcleo dirigente bolchevique. Apenas sabía nada sobre la discusión, entonces en curso, acerca de cómo había que denominar lo que se estaba haciendo en la URSS, si socialismo o proto-socialismo o capitalismo de estado dirigido por la clase obrera. Por aquel entonces muchos campesinos analfabetos, o casi, tenían una noción tan elemental como sólida del socialismo; identificaban socialismo con estas tres cosas juntas: pan, paz y consejos. Capitalismo, en cambio, era para ellos lo que habían sufrido en los últimos tiempos: hambre, guerra y disolución progresiva de la propia comunidad.

Esta visión del socialismo, que a la mayoría de los europeos parecerá hoy primitiva, se parece mucho al “comunismo solar” de Chevengur, la estupenda novela de Platónov que no pudo publicarse en la Unión Soviética estalinista. Y se parece bastante a la noción de socialismo que tuvieron los primeros narodnikis o populistas rusos, luego llamados socialistas revolucionarios. Tiene poco que ver con la noción de socialismo que hay en las obras de Marx y de Engels. Apenas un punto de contacto: la defensa emotiva de los valores de la comunidad (antes de su desestructuración) y la esperanza en que la clase obrera industrial con conciencia, que estaba construyendo otra comunidad, llegara a tiempo de salvar de la ruina a la comuna rural. Por eso la mayoría de los “pingos almidonados” europeos decretaron hacia 1919 que lo que decían y hacían los campesinos euro-asiáticos no tenía nada que ver con el socialismo. Prefirieron el concepto a los hombres, a lo que decían y hacían los hombres. Y por eso mismo uno de los pocos marxistas europeos que no quiso ser “pingo almidonado” escribió aquello de que la revolución rusa era en realidad “una revolución contra El capital” para luego manifestar su preferencia por la revolución sobre El capital.

De Gramsci dijeron casi todos sus colegas de entonces que no era marxista. Y, por supuesto, de los campesinos euro-asiáticos también, aunque éstos no se enteraron de la crítica. Tuvo que pasar mucho tiempo para que otro que tampoco quería ser “pingo almidonado”, el poeta y novelista John Berger, en Puerca tierra, contara una historia de los campesinos que resisten, en la que hombres y concepto vuelven a aproximarse. Y estaba hablando de los campesinos de la Europa occidental. La historia de la vieja historia era tan nueva que John Berger se creyó obligado a poner al final de su relato un interesantísimo ensayito para explicar la supervivencia y resistencia de aquellos seres humanos que parecían haber desaparecido ya, tragados por la industria y engullidos por las megaurbes. Puerca tierra fue algo así como un aldabonazo. Y no porque cubriera de flores un mundo en disolución, sino porque, sin flores, descubrió a muchos que aquel mundo campesino no había muerto del todo y que los seres humanos que lo poblaban eran mucho menos primitivos de lo que había pensado la mayoría de los marxistas académicos.

Desde entonces, y han pasado ya varias décadas, algunos venimos pensando, por inspiración de John Berger y de Pier Paolo Pasolini, que las luciérnagas no se han extinguido del todo en todo el mundo, que las luciérnagas, si se me permite la metáfora, aún están ahí, al otro lado del mundo mediático, y son el equivalente, en un contexto que incluye la cordillera andina, el lago Titicaca, Monte Ávila y la zona amazónica, de aquello que los filósofos humanistas y urbanitas europeos suelen llamar “las Luces”. Me di cuenta de eso una noche descansando al raso y mirando al cielo en el Pantanal, en el Mato Grosso brasileño. Vuelvo a pensarlo ahora, al pie del Monte Ávila, mientras escucho al poeta y ecologista Thiago de Melo. ¿Y si el socialismo del que vuelve a hablarse ahora en Venezuela, cuyos ecos llegan a La Paz, Guayaquil, Lima y El Pantanal, tuviera más que ver con las luciérnagas que ahí se reproducen a montones que con “las Luces” de los “pingos almidonados” europeos, incluidas “las Luces” de los marxistas académicos.

No creo que el socialismo del siglo XXI, del que se habla en Caracas y en La Paz, y por impulso del chavismo y de Morales, en algunos documentos de los sin tierra brasileños y en varios papeles de Vía Campesina, vaya a tener gran cosa que ver con la noción de socialismo que hemos elaborado en Europa. Lo intuyó ya Mariátegui, que anduvo por varios países europeos y luego pensó en ello. Y seguramente lo intuyó Guevara en la aventura boliviana que le llevó a la muerte. Pero hoy en día la cosa está aún más clara. Y por eso viene a cuento la historia de la memoria del viejo campesino euro-asiático con la que empezaba esta nota. Esa historia une el principio del “siglo breve” (la ilusión socialista) con su final (la crisis terminal del neo-liberalismo y el resurgir del ideal socialista). Si hay que reconstruir la noción del socialismo habrá que empezar por ahí.

Nosotros, europeos, estamos mal preparados para eso. Aún tendemos a llamar “socialdemocracia” (que fue el primer nombre del socialismo organizado) a lo que hoy es la negación sin más de cualquier proyecto socialista. Aún dejamos que se llame “socialistas” a partidos que hace décadas que perdieron la noción de lo que eso es. Aún llamamos “comunistas” a partidos políticos que se darían con un canto en los dientes si tuvieran un programa socialdemócrata de verdad. Y aún exportamos al oro lado del Atlántico libros, revistas y periódicos que dan por supuesto que se sabe en Europa qué es socialismo y que, en base a ese supuesto (y ocultando los intereses económicos de los “dadores de trabajo”), descalifican cualquier medida que se aproxime a la noción de socialismo del viejo campesino euro-asiático.

Pan, paz, libertad, consejos, tractores , electricidad, decían las pobres gentes de 1919 cuando hablaban de socialismo en comunidades y asambleas, en las calles y plazas. No digo yo que los campesinos sin tierra, los de Vía Campesina, los cultivadores de coca, los indígenas amontonados en los suburbios de las megaurbes, los ayer campesinos y hoy obreros en lo que salga, vayan a repetir esas palabras en la primera década del siglo XXI, o que tengan que repetirlas. No en la época de las parabólicas, de la robótica y de Internet. Claro que no. Pero si, como decía Juan de Mairena, hay que hablar, y hablar en serio, de “lo que pasa en la calle” y no de “los acontecimientos que suceden en la rúa”, entonces lo primero que tiene que hacer el europeo amante del socialismo es preguntar en esos sitios e intentar traducir aquellas “pobres” palabras al lenguaje de los pobres (y proletarios de hoy). Probemos.

Pan quiere decir hoy, para quienes están abajo en la pirámide social, soberanía alimentaria.hambre cero. Para erradicar el hambre hace falta soberanía alimentaria. Y, por lo que se ve en todos los países empobrecidos, para que haya soberanía alimentaria se necesita soberanía sensu stricto (o sea, independencia para redistribuir equitativamente los recursos disponibles). La base material del socialismo es

Paz quiere decir, para esas mismas gentes, lo mismo que ayer: que el nuevo imperialismo en su competición capitalista por la obtención de beneficios rápidos no nos traiga la guerra o nos lleve forzadamente a ella (inventándose, preventivamente, enemigos que son sólo resistentes frente a la homogeneización cultural).

Libertad seguirá siendo, hoy como ayer, palabra clave de cualquier socialismo que se precie. Un día alguien se preguntó con razón: ¿libertad para quién? Pero habrá que prestar atención para no preguntar esto con ánimo liberticida, sino reconociendo aquello, tan sabido y tantas veces olvidado, de que la libertad es uno de los más preciados dones que a los hombres dieron los cielos, y vinculando la libertad, como hizo el clásico, a la lucha por el pan, o sea, a la soberanía alimentaria: “Venturoso aquél a quien el cielo dio un pedazo de pan, sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo”. O sea, en no habiendo cielo en el sentido religioso de la palabra, a las luciérnagas de hoy.

Consejos quiere decir hoy democracia participativa. Y, como ayer, andar atentos a lo dicen los dirigidos y a lo que hacen los dirigentes. Barrio adentro y barrio atento. Consejo fue palabra grande del socialismo y el concepto que expresa se tiene que conservar. Tal vez haya que llamar a la cosa de otra manera, porque el socialismo del siglo XXI, y particularmente en América Latina, tendrá que respetar otras lenguas y otras culturas --distintas de esta en la que estoy escribiendo--, pero en su concepto (deliberar y decidir desde abajo) está la clave de la democracia socialista.

¿Y qué decir de los tractores y de la electricidad del viejo campesino euro-asiático? Que cien años después eso no basta. Y no sólo porque el ecologismo social de los empobrecidos rechaza hoy la vieja loa al viejo productivismo. También por otra cosa, que es esencial y que diferencia a los campesinos sin tierra, a los de Vía Campesina, a los cultivadores de coca, a los indígenas amontonados en los suburbios de las megaurbes, a los ayer-campesinos-y-ahora-proletarios del viejo campesino de los confines euro-asiáticos: porque nadie, en el mundo andino, caribeño o amazónico, espera ya que vengan “los funcionarios de Moscú” a salvar la comunidad. Tiempo hubo y no lo hicieron.

El estado educador puede poner las bases del socialismo a través de micro-créditos concedidos a las mujeres pobres, potenciando cooperativas y misiones sociales en los barrios periféricos de la ciudad y en el campo, como lo está haciendo ya en Venezuela. Será en ellas, en las cooperativas, en las misiones, en los barrios dónde se decida acerca de las nuevas tecnologías (equivalentes del viejo tractor y de la ya vieja electricidad) que haya que emplear respetando el entorno y sobre el uso alternativo de esas nuevas tecnologías. Socialismo es también responsabilidad, social e individual. La responsabilidad se puede fomentar desde arriba. Para lo cual hay que dar ejemplo. Se materializa por abajo cuando el ejemplo de los dirigentes es bueno. Se pierde hasta la idea de la responsabilidad cuando se llama socialismo a la burocracia y a la corrupción.

Vuelvo, para terminar, a la alegoría del viejo campesino euro-asiático. Cuando se pregunta ahora a los moradores de esos lugares que se han visto beneficiados por las misiones sociales, la creación de cooperativos, los micro-créditos y los mercados alternativos subvencionados por el Estado, tal vez digan, ellos también, que socialismo es esto. Los europeos amantes del socialismo deberíamos comprenderlos porque quienes así hablan no habían visto nunca en su vida hasta ahora un médico que les tratara con dignidad, ni apenas una escuela, ni tenían otra noción del crédito que la negativa de los grandes bancos, ni otra noción del consumo que aquello que los otros, los de arriba, podían hacer y ellos no. “Socialismo” –dijo uno de los pobres latino-americanos, hasta ahora humillado y ofendido– “es haberse pasado años sin ver nada de lo que nos rodea y empezar a verlo gracias a una simple operación de cataratas financiada por el Estado con la ayuda de los médicos cubanos”.

Marx contestaría: socialismo es mucho más que eso. Ahí falta la socialización de los medios de producción. Ahí falta la nacionalización de las grandes empresas. Ahí falta la abolición de la propiedad privada. Ahí falta una educación politécnica a la altura de los tiempos. Ahí falta empezar a superar la vieja división social entre trabajo manual y trabajo intelectual. Y, sí, falta. Pero necesitaríamos una operación de cataratas, también nosotros, si desde Europa no atendiéramos a las razones del viejo campesino euro-asiático y del pobre viejo latino-americano que se ha hecho chavista. Si el socialismo del siglo XXI quiere seguir dialogando con Marx, hay que contarle eso también a él. Ya sabemos que lo sabe, pero no en esta versión.

viernes, diciembre 01, 2006

Nº:47 - Socialismo del siglo XXI o socialismo democrático, y la sociedad democrática

Socialismo del siglo XXI o socialismo democrático, y la sociedad democrática
Alfredo Torrealba

Dentro del preámbulo de la Constitución de 1999 el pueblo de Venezuela instauró “el fin supremo de refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica”. Ese enunciado nos indicaba que por primera vez en la historia constitucional venezolana es el pueblo el principal protagonista de la constitución misma del Estado, el cual, durante gran parte de su historia constitucional tan sólo reconocía su propia existencia y relegaba al pueblo a un segundo plano desesperanzador. En una lectura de la Constitución de 1961 vemos, por ejemplo, como el gobierno venezolano se autoproclamaba “democrático, representativo, responsable y alternativo”, sin mencionar el papel del pueblo como elemento fundamental para su propia organización y dejando ese privilegio a las cúpulas representativas y demagógicas que tan sólo velaban por sus intereses y desconocían las realidades sociales de la población. Sin embargo, e igualmente, ese mismo enunciado nos indicaba que el pueblo venezolano había adquirido un compromiso único, un compromiso histórico e irreparable, un compromiso universal, un compromiso necesario y deseable y ese compromiso era a crear una sociedad democrática participativa y protagónica.

Ese compromiso suponía un cambio de paradigma en el papel y la acción del rendimiento del Estado y, además, el cambio de rumbo a la adquisición de un conjunto de elementos sociopolíticos con la capacidad de consolidar una serie de valores y elementos humanos idóneos para lograr ese cometido. Si bien, hace ya cinco años se admitía que el camino a seguir no podía desentenderse de la superación de lo colectivo sobre lo individual, en la actualidad el camino aún se recorre, pero el próximo paso es profundizar el proceso revolucionario valiéndose de una marcha premeditada y con carácter democrático y participativo mientras se transita hacia un Estado libre de injusticias y desigualdades económicas y sociales, lugar que significaría el afianzamiento de la sociedad democrática.

Una sociedad democrática es anterior al Estado y al gobierno. La Sociedad democrática construye y limita éstos ámbitos y le otorgan su identidad constitutiva, su capacidad de ejercicio en la gestión pública y las dota de una estructura de valores que es propia de la nación. Las fuerzas sociales en juego son protagonistas de las acciones del Estado, el cual optimiza la efectividad a medida que madura la participación ciudadana. Así mismo, la Sociedad Democrática presupone la existencia de mecanismos políticos idóneos para la autogestión del pueblo venezolano, y así poder crear y desarrollarse según su propia iniciativa. Por otro lado, presupone la necesidad de educar a los ciudadanos para ejercer la ciudadanía y para participar de manera activa y protagónica en la gestión pública del Estado. Este escenario permitirá al hombre integrarse en su comunidad local, nacional e internacional. En una sociedad democrática, los derechos y libertades inherentes a la persona, sus garantías y el Estado Social y Democrático de Derecho y Justicia componen, definen, complementan y dan sentido y función al sistema político, al sistema de gobierno y a las fuerzas sociales que giran en torno de ella, ésta última se valdrá de los diversos tipos de autoridades y reglas públicas y privadas, para modular su propio comportamiento en cada circunstancia en base a los requerimientos de la razón, la justicia, la tolerancia y la solidaridad. Construir la sociedad democrática es llamar a la humanización, a la solidaridad, a la convivencia, al bien común, y la libertad, pero ellas no serían nada sin un sistema económico que permita al pueblo contar con recursos, posibilidades y oportunidades para poder decidir su futuro y disfrutar de libertad real, de calidad de vida y la paz necesarios para alcanzar su proyecto personal en el marco de un proyecto colectivo. No obstante, también es un reto por cuanto cada ciudadano venezolano es partícipe de éste compromiso día a día.

El Estado, como expresión política del pueblo, no debe desconocer el interés fundamental que caracteriza su origen e identidad. De manera incesante, debe actuar y construir el país que se desea no sólo para ésta sino para las futuras generaciones, y crear y fomentar una cultura ciudadana con perseverante sentimiento de colectividad, consenso y respeto a los demás. Los valores y normas que amerita la sociedad democrática le dan al Estado la responsabilidad de edificar esfuerzos por complementar de manera terminante el compromiso del pueblo. Sus esfuerzos deben alcanzar todos los espacios sociales sin irrespetar la Constitución, los derechos previstos en la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración Universal de Derechos Humanos. Por esa razón no es de sorprender que el sistema económico de la República Bolivariana de Venezuela sea uno de los ámbitos en donde el Estado pone toda su atención, ya que allí se encuentra, en mayor medida, la causa que dificultan el desarrollo de la ciudadanía: las desigualdades e injusticias socioeconómicas; y sus consecuencias: la tergiversación de valores sociales que erosionan la participación activa de la ciudadanía y el desconocimiento de las derechos y deberes ciudadanos para un ejercicio eficaz y responsable de la ciudadanía y, especial, la pobreza y la exclusión de los más desvalidos.

Hoy, ya a cinco años de la Constitución de 1999, el escenario político y social en que fue creada ha cambiado considerablemente. La profundización del proceso revolucionario se hace tema de reflexión propio del Estado actual, así como cuál es la verdadera relación de la Constitución con la Constitución real del pueblo venezolano. Los soportes que se enfocan a la sociedad democrática si bien siguen incólumes, poseen en la actualidad venezolana un carácter social difícil de negar. La inclusión de los venezolanos en el rol del Estado se visualiza, junto con la igualdad social, más que un fin, sino como una conquista democrática. Pero el esquema de las doctrinas neoliberales en que se precisan algunas posturas constitucionales no favorecen la inclusión plena de los venezolanos. Entonces ¿cómo incluir a la sociedad en pleno en un sistema económico qué no protege a los más desvalidos en un proceso de cambio que ha aspirado a construir una sociedad democrática igualitaria, donde lo colectivo no sólo se impone al individualismo, sino también a la competencia que siempre acarrea a ganadores y perdedores cuando lo que se desea es que los ciudadanos se repartan equitativamente los beneficios? El Estado Democrático y Social de Derecho y Justicia puede ser adecuado a la nueva realidad. El Estado puede asumir ese carácter de hacer imprescindible lo social, sin menoscabo de hacer un quiebre con la tradición económica del país, pero habría que conseguir el punto de equilibrio en donde ambas tendencias converjan sin que ello signifique un paso atrás, sino un gran salto hacia delante.

En su momento algunos países del mundo creyeron que el carácter social necesario estaba circunscrito al socialismo, pero las experiencias vividas hicieron que los dirigentes políticos de estos países intentarán hallar mecanismos alternativos más concientes de la democracia que de la lucha entre clases. La Socialdemocracia y el Socialismo Democrático surgieron entonces como propuestas para el análisis mundial, entre otras. Pero el caso de la Socialdemocracia fue particular, porque su actitud <>, desfigurada con su típica demagogia, negaba el verdadero carácter socialista al integrar en su doctrina al neocapitalismo[1].

La Socialdemocracia se caracterizó por el intento de armonizar los principios y preocupaciones socialistas (socialización, estatismo, colectivismo) con los del sistema democrático liberal. Vino a constituir, dentro de la historia del socialismo, una oposición al comunismo, es decir, al socialismo de tipo totalitario y dominador por el dogmatismo marxista[2]. Sus características la han hecho confundir con la Democracia Social, sin embargo ésta última se caracterizó porque alude a la aplicación del principio democrático de la participación a grupos sociales distintos del Estado, singularmente a las empresas (consejos obreros, comités de fábrica, cogestión o autogestión). Este movimiento incluyó en las preocupaciones del socialismo moderno: el afán de justicia social, generalmente confundida con el estatismo y colectivismo, y el de libertad e igual económicas, como continuación de la Revolución Francesa, sin negar las libertades e igualdad formales de ésta. La Socialdemocracia busca, pues, una democracia formal completada con el fin social.

En Venezuela la Socialdemocracia se manifestó con la sobrecarga de demandas al Estado, cuyo origen se relacionó al traslado permanente de la titularidad de los derechos sociales, así como de la responsabilidad en su suministro, a espacios políticos representativos de la Sociedad Civil, quienes no ejercían sus funciones en cuanto a que priorizaron las demandas sociales individuales sobre las colectivas hasta derribar los principios más humanos vinculados a la justicia social. Esto provocó la crisis de legitimidad y gobernabilidad que vivió el país, sin contar con el ensanchamiento de la fractura de las diferencias entre las clases sociales. Aunado a ello, la socialdemocracia necesitó para su propia sobrevivencia fórmulas neoliberales en su mercado, además, propició una cultura democrática representativa que se apartó de la sociedad y dejó a la deriva a millones de seres humanos en el mar de la pobreza y la miseria.

La experiencia de la socialdemocracia en Venezuela fue nefasta. La constitución de 1961 terminó por ser un manifiesto propio de las élites políticas y no del pueblo. Una vez concebida la Constitución de 1999, la situación cambió y aunque se privilegió el papel del pueblo aún permanece latente más que nunca la necesidad de construir una sociedad democrática plena. El carácter social de la República Bolivariana de Venezuela es patente y no parece inapropiado creer que es válido ampliar esa concepción social sin dejar de lado los valores democráticos y justicia.

Tras el fracaso de la socialdemocracia, los teóricos del noreste europeo concibieron un nuevo enfoque capaz de establecer un equilibrio más preciso entre el papel del Estado y la Justicia Social. El Socialismo Democrático apareció en Europa desde hacía ya mucho, pero su verdadera importancia y cristalización fue propia de los años finales del siglo pasado. Los orígenes del Socialismo Democrático se remontan a los finales del siglo XVIII, cuando el Estado de Solidaridad comenzaba a repercutir por Europa como un cuerpo de pensamiento opuesto al individualismo, en defecto del colectivismo, presente en la gestión pública de aquellos Estados en desarrollo y, también, opuesto a los principios capitalistas y liberales propios de la revolución industrial inglesa y el Estado Liberal clásico. El Estado de solidaridad se incrustaba, a su vez, en la corriente socialista, la cual buscaba exponer las limitaciones del capitalismo para así humanizarlo o para sustituirlo por otras formas políticas más concientes de las realidades sociales de la época.

Ya en el siglo XX, todas estas reformas se enmarcan en la reconstrucción del Estado del bienestar[3], pero a diferencia de las políticas liberales y, posteriormente, neoliberales que sugieren un sistema de seguridad mínimo, ahora se hacía necesario la construcción de una nueva propuesta política basada en una reforma radical que ha de cubrir aspectos como la educación, la formación, la salud, los mercados y los subsidios de desempleo, incluyendo las pensiones, para que el Estado tenga un papel activo, dinámico correspondiente a las necesidades de implicación en una economía global. Lo cual implica que la política no debe estar encaminada ni a reducir las dimensiones del gobierno ni tampoco a proteger al Estado, sino a reestructurarlo en un “Estado Social Inversor”[4] que requiere un equilibrio entre regulación y desregulación a todos los niveles. En pocas palabras lo que se procuraba era definir una “Tercera Vía” entre el neoliberalismo propio del capitalismo de las potencias y el estatismo propio del Socialismo, es decir, un camino de renovación que persigue adoptar los valores esenciales del centro y de centro-izquierda y aplicarlos a un mundo de cambios económicos y sociales, libre del peso de una ideología obsoleta[5]. No obstante, a medida que esta concepción se desarrollaba nacía otra fórmula doctrinaria mas interesada en tratar de establecer la concepción de la responsabilidad en el individuo y no en el sistema. La nueva doctrina procuraba diseñar e implantar un “Estado Social Inversor”, que será el responsable de cultivar y desarrollar los recursos humanos y la infraestructura material necesarios para el mejor despliegue de la cultura empresarial; única medio posible de liberar al hombre.

El Estado Social Inversor no es próximo a lo neoliberal y neocapital, reduce su influencia con respecto a las otras propuestas enramadas en el Socialismo, no obstante, incluso así, ese factor es tan determinante que el Estado Social Inversor (junto con sus doctrinas hermanas) sólo adquieren una verdadera madurez si superan el lastre teórico que significa tratar de demostrar que la Sociedad Democrática no es un elemento funcional del mercado de trabajo o de consumo. Una vez logrado ese cometido, la Sociedad Democrática será vista como un ámbito portador de valores eternos, responsable de contribuir con su adecuado ejercicio –y no sólo como productor y consumidor- a la constante mejora de la realidad social de cuantas unidades de convivencia configuran su vida, y con ello a su plena realización individual.

Este Estado Social Inversor algunos lo han definido como Socialismo Democrático. Según Pablo Lucas Verdú, este tipo de Estado se caracteriza por la intervención reguladora del Estado sin desconocer el predominio de la sociedad civil y las políticas participativas vinculadas al desarrollo comunitario[6]. El mercado adquiere un papel restringido y el Estado adquiere una significativa vocación ecológica. Asimismo, el igualitarismo, el pleno empleo y la búsqueda de sistemas de producción alternativa. El Socialismo Democrático propone una relación novedosa entre lo privado, lo público y lo social; maximiza el rol de las garantías democráticas y la economía mixta y social; y sobrepone al Estado Social y Democrático de Derecho y Justicia como una brecha hacia la igualdad social, una economía humanizada y solidaria, que concibe nuevos medios de producción interrelacionados a la Economía Social y redefine la función social de la propiedad.

A nivel mundial y como producto de la globalización, existen nuevos calificativos para denominar al Socialismo Democrático y sus características en común nos permiten vislumbrar que cada uno coloca los derechos sociales y en consecuencia, la concepción de justicia social en el punto de mira.

En Venezuela en los últimos años el Socialismo Democrático ha gozado de interés por muchos estudiosos, más aún, cuando en el sistema político-social venezolano existen elementos “socializables”, consecuencias de la crisis del modelo económico estatal de corte neoliberal. Estos elementos socializables son tan propios, distintivos y personales del Estado venezolano que muchos han creído conveniente en crear un tipo de fórmula social única para el sistema político venezolano. En ese sentido se ha hablado del Socialismo del Siglo XXI o Socialismo de lo Pequeño[7], tesis en construcción y que pretende dotar a Venezuela de una identidad y experiencia socialista sin comparación a nivel mundial.

El Socialismo del Siglo XXI corrige las hendiduras del Socialismo Democrático, pero al hacerlo cede ante los elementos socializables del Estado venezolano. En ese sentido, se diferencia de aquella en que incluye la reconcentración de la administración pública, apoya el sistema presidencial, crea políticas que brindan un sinfín de oportunidades laborales y educacionales, sitúa la calidad de vida como un punto de interés estatal para alcanzar el igualitarismo social, posee altos valores ecológicos, concibe la cooperación internacional como una táctica fundamental para el desarrollo económico y le da un carácter prioritario a las iniciativas dirigidas a la participación y el protagonismo de la ciudadanía en la gestión pública, lo cual, coadyuva la conformación de una sólida sociedad democrática y, finalmente, no obliga al Estado a maniobrar en un margen muy estrecho siempre y cuando se parta de actividades conforme a la ley y a la constitución[8]. El Socialismo del siglo XXI parte de las características de cada pueblo, de cada sitio y suma, además, el ideario de Simón Bolívar para marcar el camino ideológico para una nueva Sociedad Democrática en Venezuela.

Tanto el Socialismo del Siglo XXI como el Socialismo Democrático desarrollan grandes posibilidades para el Estado en lo que se refiere a controlar y reducir la inseguridad, la incertidumbre y la desorientación en que se haya el ser humano bajo un sistema político neocapitalista y neoliberal. Esto conduce a la idea que estas doctrinas, como en efecto lo es, estructuran una nueva metodología de la gestión pública apoyándose en una modalidad del ejercicio democrático del poder público que debe construir en función de sus realidades reales o socializables. El resultado de estas acciones indica el avance a una Sociedad Democrática más consolidada, definida e identificada con su papel ciudadano y capaz de poner coto a las arbitrariedades del poder.

El Estado Democrático y Social de Derecho y Justicia creado, usará las fórmulas de economía concertada para enfrentar y acometer contra los avances liberales de las fuerzas sociales imperialistas, las cuales terminarán donde comienza el control, participación y protagonismo de las clases populares en los asuntos económicos y de mercado de su comunidad. Asimismo, este Estado comprometido con lo social, complementa las conquistas democráticas y sociales con la expansión de programas a largo plazo de salud y educación, los cuales son diseñados con objeto a la desconcentración, planificación, colectivización, localización y cualificación propuestos por el plan nacional que los incorpora.

La Sociedad Democrática no evoluciona en un sistema de economía de mercado libre y sin control. El Estado deberá intervenir en la precisa medida en que no se debiliten o constriñan los principios y derechos humanos, es especial, la libertad. El papel del Estado Social se vislumbra ahora como una institución con intereses constructivos de sociedad y no como una institución con intereses tecnocráticos y clasistas, es decir, el Estado impone la ley, pero no constriñe las libertades de los individuos y procrea iniciativas políticas y sociales dirigidas al consolidar una cultura cívica, solidaria e igualitarista.

Finalmente, a continuación veremos de manera resumida un cuadro comparativo de las diferencias económicas que caracterizan los tipos de socialismos vistos hasta ahora….

Notas:

[1]Estas ideas se pueden confrontar con lo expuesto por (CFR): LUCAS VERDÚ, Pablo. (1984). CURSO DE DERECHO POLÍTICO. Editorial Técnos. Madrid, España. Pág. 247.

[2] CFR.- EDICIONES RIALP (1975). GRAN ENCICLOPEDIA RIALP. Tomo XXI. Madrid, España. Pág. 488.

[3] Dentro del Estado de Bienestar se ejecutan políticas sociales que garantizan y aseguran el bienestar, prosperidad y la calidad de vida de los ciudadanos en lo que respecta a la sanidad, la educación y seguridad social.

[4] CFR.- VIEYRA, Juan Cruz y Malacalza, Bernabé (2000). Tercera vía y Democracia: Replanteo del rol de la ciudadanía en el contexto global. Presentada en: Jornadas de reflexión académica en Ciencias Sociales “Ciudadanía y calidad democrática”. Universidad de Belgrano, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Octubre. Argentina.

[5] BLAIR, Tony. (1998). LA TERCERA VÍA. En: EL NACIONAL. Domingo, 4 de Octubre. Caracas, Venezuela.

[6] LUCAS VERDÚ, Pablo. Op. Cit.

[7] Ambas denominaciones han sido propuestas por el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela Hugo Rafael Chávez Frías.

[8] Estas apreciaciones son extraídas de los aportes de Marta Harnecker, Hans Dieterich, Alberto Müller Rojas, Ignacio Ramonet y otros tantos teóricos.











































































































































































































































































































































































































































































Tema




Elemento



Socialismo



Socialdemocracia



Socialismo democrático



Socialismo del Siglo XXI o Socialismo de lo Pequeño




Economía



Economía de Mercado




Economía social restringida, dirigida y autoritaria



Economía Social de Mercado



Economía Social y Democrática de Mercado



Economía Social y Democrática de Mercado





Empleo



Pleno empleo




Pleno empleo



Pleno empleo



Pleno empleo





Economía de Estado



Economía Socialista basada en la intervención del
Estado



Economía Socialista basada en la intervención del
Estado descentralizando los centros de control político.




Economía Mixta o Social con fuerte predominio de la
Sociedad Civil



Economía de Intervención del Estado por razones de
función Social y predominio de la Sociedad Civil.






Sistema de Producción



Se busca la Socialización de los medios de Producción
Socialista



Sistema de Producción Socialista y Neoliberal tendiendo
a una Tercera Vía



Se busca la Socialización de los medios de Producción
Socialista y se buscan sistemas de producción alternativos




Se busca la Socialización de los medios de Producción
Socialista y se buscan sistemas de producción alternativos






Estatización e Intervención



Plena



Intervención en base a la regulación en sectores
económicos estratégicos



Intervención en base a la regulación en sectores
económicos estratégicos



Intervención en base a la regulación en sectores
económicos estratégicos





Propiedad Privada




No existe o se ve limitada



Si existe y es limitada por la función social



Si existe y es limitada por la función social



Si existe y es limitada por la función social de
acuerdo a la ley





Protagonistas Económicos



Sector Público




Sector Público y Privado



Sector Público, Privado y el Pueblo



Sector Público, Privado y el Pueblo





Planificación



Alto Nivel de Planificación Centralizada



Alto Nivel de Planificación Social Descentralizada en
espacios políticos




Alto Nivel de Planificación Social Descentralizada a
espacios políticos y democráticos



Alto Nivel de Planificación Social Descentralizada,
Descencentrada a espacios políticos y democráticos, sin dejar de lado
la posibilidad de reconcentrar






Nacionalización



Apoya la nacionalización



Apoya la nacionalización en sectores estratégicos para
el Estado



Apoya la nacionalización en Sectores estratégicos para
el Estado y en base a la función social




Apoya la nacionalización en Sectores estratégicos para
el Estado y en base a la función social





Integración Económica



Apoya la Integración económica más como un factor
estratégico de alianza que como estrategia de complemento de la
economía nacional




Apoya la integración económica como un factor
estratégico más para complementar la economía nacional.



Se crean y aplican Políticas de Integración Económica
Regional en base a acuerdos de cooperación.



Se crean y aplican Políticas de Integración Económica
Regional en base a acuerdos de cooperación.





Privatización



No apoya la privatización



Reconoce medianamente los beneficios de la
privatización




No apoya la privatización



No apoya la privatización





Internacional



Cooperación Internacional



Si acepta la cooperación



Si acepta la cooperación



Si acepta la cooperación




Si acepta la cooperación y la impulsa y procura
internacionalizarla






Internacionalismo



Busca exportar su ideología



Busca exportar su ideología



Busca exportar su ideología



Busca exportar su idelogía




Principios Políticos



Estado Constitucional




Constitución Socialista



Estado Social de Derecho y Justicia



Estado Social y Democrático de Derecho y Justicia



Estado Social y Democrático de Derecho y Justicia
Social





La Revolución (marxista)



Apoya la revolución




Apoya la revolución, sin dejar de lado elementos
democráticos



Apoya la revolución, sin dejar de lado elementos
democráticos



Apoya la revolución, sin dejar de lado elementos
democráticos





Lucha de Clases



Apoya la Lucha de Clases



Apoya la confrontación de las clases por mecanismos
democráticos y no violentos




Apoya la confrontación de las clases por mecanismos
democráticos y no violentos



Apoya la confrontación de las clases por mecanismos
democráticos y no violentos






Monoclasismo



Apoya el monoclasismo




Apoya el monoclasismo



Apoya el monoclasismo



Apoya el monoclasismo





Policlasismo



Niega el Policlasismo



Niega el Policlasismo




Niega el Policlasismo



Niega el Policlasismo






Dictadura del Proletariado



Apoya la dictadura del proletariado




Niega la dictadura del proletariado



Niega la dictadura del proletariado



Niega la dictadura del proletariado





Partido Único



Acepta al Partido Único



Niega el Partido Único




Niega el Partido Único



Niega el Partido Único






Derechos Humanos



La tendencia indica la no defensa de los Derechos
Humanos




La tendencia indica la no defensa de los Derechos
Humanos



La tendencia indica la defensa de los Derechos Humanos



La tendencia indica la defensa de los Derechos Humanos





Parlamentarismo



Niega el Parlamentarismo



Apoya el Parlamentarismo y el Presidencialismo




Apoya el Parlamentarismo y el Presidencialismo



Apoya el Presidencialismo y niega el parlamentarismo






Descentralización



Niega la Descentralización




Procura un orden de Centralización y Descentralización



Apoya la descentralización



Apoya la descentralización, creen en la
desconcentración y la reconcentración





Elecciones



No reconoce las elecciones



Reconoce la necesidad imprescindible de las elecciones




Reconoce la necesidad imprescindible de las elecciones



Reconoce la necesidad imprescindible de las elecciones






Gestión del Riesgo



No hay preocupación de la gestión de riesgo




Hay preocupación política de la gestión de riesgo



Se crean espacios políticos para evaluar la gestión de
riesgo




Se crean espacios políticos para evaluar la gestión de
riesgo






Poder Vertical



Estado



Estado - Gobernación - Municipio



Estado - Gobernación - Municipio - Ciudadano



Estado - Gobernación - Municipio - Ciudadano





Poder Horizontal




Poder Ejecutivo



Poder Ejecutivo, Judicial y Legislativo



Poder Ejecutivo, Judicial, Legislativo, Electoral y
Ciudadano



Poder Ejecutivo, Judicial, Legislativo, Electoral y
Ciudadano





Sistema Electoral y Político



No existe Democracia o es restringida




Democracia Representativa



Democracia Representativa y Medianamente participativa



Democracia Representativa, Participativa y Protagónica





Seguridad Humana



Niega la Seguridad Humana



Niega la Seguridad Humana




Niega la Seguridad Humana



Apoya la Seguridad Humana





Principios Varios



Protección y reconocimiento de las organizaciones



No protege o reconoce a las organizaciones sociales



Protege o reconoce a las organizaciones sociales



Protege o reconoce a las organizaciones sociales




Protege o reconoce a las organizaciones sociales






Bienestar minimalista



Niega este tipo de bienestar



Niega este tipo de bienestar



Niega este tipo de bienestar



Niega este tipo de bienestar





Adaptación y Reformismo Institucional




Bajo nivel de adaptación



Moderado nivel de adaptación



Moderado nivel de adaptación



Moderado nivel de adaptación





Principios Humanos



Pluridad de Ideología y Partidos Políticos



Niega la Pluridad de Ideologías y Partidos Políticos



Reconoce la Pluridad de Ideologías y Partidos Políticos



Reconoce la Pluridad de Ideologías y Partidos Políticos




Reconoce la Pluridad de Ideologías y Partidos Políticos






Cultura del Secretismo



Alta Cultura de Secretismo



Alta Cultura de Secretismo



Baja Cultura de Secretismo



Carece de la Cultura de Secretismo





Objetivos Filosóficos




El Humanismo y Emancipación Humana



El Humanismo y Emancipación Humana



El Humanismo y Emancipación Humana



El Humanismo y Emancipación Humana

















Elementos Sociales e Institucionales



Colectivismo




Apoya el Colectivismo



Apoya el Colectivismo



Apoya el Colectivismo



Apoya el Colectivismo





Individualismo



Anti- Individualismo




Niega el Individualismo



Niega el Individualismo



Niega el Individualismo





Igualdad Social



Fuerte Igualitarismo



Fuerte Igualitarismo




Fuerte Igualitarismo



Fuerte Igualitarismo






Calidad de Vida



No tiene patrones para evaluar la calidad de vida




Crea y aplica patrones para evaluar la caldiad de vida



Aplica normativas para evaluar la calidad de vida



Aplica normativas para evaluar la calidad de vida





Cultura y Tradición



Propone nuevos paradigmas históricos y de identidad
nacional de manera terminante



Propone paradigmas históricos y de identidad nacional
en ámbitos de interés para el gobierno




Propone paradigmas históricos y de identidad nacional
en ámbitos de interés para el gobierno en base a la ciudadanía



Propone paradigmas históricos y de identidad nacional
en ámbitos de interés para el gobierno en base a la ciudadanía






Ingeniería Social



Ambiciosos programas dirigidos a la educación y
preparación laboral de la ciudadanía




Ambiciosos programas dirigidos a la educación y
preparación laboral de la ciudadanía



Ambiciosos programas de educación y preparación laboral
y ciudadana con vista a la sociedad democrática



Ambiciosos programas de educación y preparación laboral
y ciudadana con vista a la sociedad democrática





Vejez, niñez y Salud



Ambiciosos programas dirigidos a la sociedad y su
calidad de vida



Ambiciosos programas dirigidos a la sociedad y su
calidad de vida




Ambiciosos programas dirigidos a la sociedad y su
calidad de vida



Ambiciosos programas dirigidos a la sociedad y su
calidad de vida






Participación Ciudadana



No crea espacios para la participación ciudadana




Actualiza los espacios para la participación ciudadana
propios del sistema representativo y neoliberal



Crea espacios para la participación ciudadana y
desarrollo comunitario, lejos del sistema representativo y neoliberal



Consolida espacios para la participación ciudadana y
desarrollo comunitario, lejos del sistema representativo y neoliberal





No Acepta el Ombusdman



Niega el Ombudsman



Apoya el Ombusdman Político




Apoya el Ombusdman Político



Apoya el Ombusdman Político y Económico






Cultura Institucional



Alta cultura institucional




Mediana Cultura Institucional



Alta Cultura Institucional



Alta Cultura Institucional





Enemigo Internacionales del Estado



Lucha contra los enemigos internacionales del Estado



Políticas de Tensión y Distensión




Políticas de Tensión y Distensión



Políticas de Tensión y Distensión





Principios Ecológicos



Principios Ecológicos



Niega los principios ecológicos



Posee políticas sobre los principios ecológicos, pero
no desarrolladas



Posee políticas sobre los principios ecológicos, pero
no desarrolladas




Posee políticas desarrolladas sobre los principios
ecológicos