miércoles, junio 27, 2007

Nº:76 - ¿Por qué socialismo? (Einstein)

¿Por qué socialismo?
Albert Einstein

¿Debe quien no es un experto en cuestiones económicas y sociales opinar sobre el socialismo? Por una serie de razones creo que sí.

Permítasenos primero considerar la cuestión desde el punto de vista del conocimiento científico. Puede parecer que no haya diferencias metodológicas esenciales entre la astronomía y la economía: los científicos en ambos campos procuran descubrir leyes de aceptabilidad general para un grupo circunscrito de fenómenos para hacer la interconexión de estos fenómenos tan claramente comprensible como sea posible. Pero en realidad estas diferencias metodológicas existen.

El descubrimiento de leyes generales en el campo de la economía es difícil porque la observación de fenómenos económicos es afectada a menudo por muchos factores que son difícilmente evaluables por separado. Además, la experiencia que se ha acumulado desde el principio del llamado período civilizado de la historia humana —como es bien sabido— ha sido influida y limitada en gran parte por causas que no son de ninguna manera exclusivamente económicas en su origen. Por ejemplo, la mayoría de los grandes estados de la historia debieron su existencia a la conquista. Los pueblos conquistadores se establecieron, legal y económicamente, como la clase privilegiada del país conquistado. Se aseguraron para sí mismos el monopolio de la propiedad de la tierra y designaron un sacerdocio de entre sus propias filas. Los sacerdotes, con el control de la educación, hicieron de la división de la sociedad en clases una institución permanente y crearon un sistema de valores por el cual la gente estaba a partir de entonces, en gran medida de forma inconsciente, dirigida en su comportamiento social.

Pero la tradición histórica es, como se dice, de ayer; en ninguna parte hemos superado realmente lo que Thorstein Veblen llamó «la fase depredadora» del desarrollo humano. Los hechos económicos observables pertenecen a esa fase e incluso las leyes que podemos derivar de ellos no son aplicables a otras fases. Puesto que el verdadero propósito del socialismo es precisamente superar y avanzar más allá de la fase depredadora del desarrollo humano, la ciencia económica en su estado actual puede arrojar poca luz sobre la sociedad socialista del futuro.

En segundo lugar, el socialismo está guiado hacia un fin ético-social. La ciencia, sin embargo, no puede establecer fines e, incluso menos, inculcarlos en los seres humanos; la ciencia puede proveer los medios con los que lograr ciertos fines. Pero los fines por sí mismos son concebidos por personas con altos ideales éticos y —si estos fines no son endebles, sino vitales y vigorosos— son adoptados y llevados adelante por muchos seres humanos quienes, de forma semi-inconsciente, determinan la evolución lenta de la sociedad.

Por estas razones, no debemos sobrestimar la ciencia y los métodos científicos cuando se trata de problemas humanos; y no debemos asumir que los expertos son los únicos que tienen derecho a expresarse en las cuestiones que afectan a la organización de la sociedad. Muchas voces han afirmado desde hace tiempo que la sociedad humana está pasando por una crisis, que su estabilidad ha sido gravemente dañada. Es característico de tal situación que los individuos se sienten indiferentes o incluso hostiles hacia el grupo, pequeño o grande, al que pertenecen. Como ilustración, déjenme recordar aquí una experiencia personal. Discutí recientemente con un hombre inteligente y bien dispuesto la amenaza de otra guerra, que en mi opinión pondría en peligro seriamente la existencia de la humanidad, y subrayé que solamente una organización supranacional ofrecería protección frente a ese peligro. Frente a eso mi visitante, muy calmado y tranquilo, me dijo: «¿Por qué se opone usted tan profundamente a la desaparición de la raza humana?»

Estoy seguro de que hace tan solo un siglo nadie habría hecho tan ligeramente una declaración de esta clase. Es la declaración de un hombre que se ha esforzado inútilmente en lograr un equilibrio interior y que tiene más o menos perdida la esperanza de conseguirlo. Es la expresión de la soledad dolorosa y del aislamiento que mucha gente está sufriendo en la actualidad. ¿Cuál es la causa? ¿Hay una salida?

Es fácil plantear estas preguntas, pero difícil contestarlas con seguridad. Debo intentarlo, sin embargo, lo mejor que pueda, aunque soy muy consciente del hecho de que nuestros sentimientos y esfuerzos son a menudo contradictorios y obscuros y que no pueden expresarse en fórmulas fáciles y simples.

El hombre es, a la vez, un ser solitario y un ser social. Como ser solitario, procura proteger su propia existencia y la de los que estén más cercanos a él, para satisfacer sus deseos personales, y para desarrollar sus capacidades naturales. Como ser social, intenta ganar el reconocimiento y el afecto de sus compañeros humanos, para compartir sus placeres, para confortarlos en sus dolores, y para mejorar sus condiciones de vida. Solamente la existencia de estos diferentes y frecuentemente contradictorios objetivos por el carácter especial del hombre, y su combinación específica determina el grado con el cual un individuo puede alcanzar un equilibrio interno y puede contribuir al bienestar de la sociedad.

Es muy posible que la fuerza relativa de estas dos pulsiones esté, en lo fundamental, fijada hereditariamente. Pero la personalidad que finalmente emerge está determinada en gran parte por el ambiente en el cual un hombre se encuentra durante su desarrollo, por la estructura de la sociedad en la que crece, por la tradición de esa sociedad, y por su valoración de los tipos particulares de comportamiento. El concepto abstracto «sociedad» significa para el ser humano individual la suma total de sus relaciones directas e indirectas con sus contemporáneos y con todas las personas de generaciones anteriores. El individuo puede pensar, sentirse, esforzarse, y trabajar por sí mismo; pero él depende tanto de la sociedad —en su existencia física, intelectual, y emocional— que es imposible concebirlo, o entenderlo, fuera del marco de la sociedad. Es la «sociedad» la que provee al hombre de alimento, hogar, herramientas de trabajo, lenguaje, formas de pensamiento, y la mayoría del contenido de su pensamiento; su vida es posible por el trabajo y las realizaciones de los muchos millones en el pasado y en el presente que se ocultan detrás de la pequeña palabra «sociedad».

Es evidente, por lo tanto, que la dependencia del individuo de la sociedad es un hecho que no puede ser suprimido —exactamente como en el caso de las hormigas y de las abejas. Sin embargo, mientras que la vida de las hormigas y de las abejas está fijada con rigidez en el más pequeño detalle, los instintos hereditarios, el patrón social y las correlaciones de los seres humanos son muy susceptibles de cambio. La memoria, la capacidad de hacer combinaciones, el regalo de la comunicación oral han hecho posible progresos entre los seres humanos que son dictados por necesidades biológicas. Tales progresos se manifiestan en tradiciones, instituciones, y organizaciones; en la literatura; en las realizaciones científicas e ingenieriles; en las obras de arte. Esto explica que, en cierto sentido, el hombre puede influir en su vida y que puede jugar un papel en este proceso el pensamiento consciente y los deseos.

El hombre adquiere en el nacimiento, de forma hereditaria, una constitución biológica que debemos considerar fija e inalterable, incluyendo los impulsos naturales que son característicos de la especie humana. Además, durante su vida, adquiere una constitución cultural que adopta de la sociedad con la comunicación y a través de muchas otras clases de influencia. Es esta constitución cultural la que, con el paso del tiempo, puede cambiar y la que determina en un grado muy importante la relación entre el individuo y la sociedad como la antropología moderna nos ha enseñado, con la investigación comparativa de las llamadas culturas primitivas, que el comportamiento social de seres humanos puede diferenciar grandemente, dependiendo de patrones culturales que prevalecen y de los tipos de organización que predominan en la sociedad. Es en esto en lo que los que se están esforzando en mejorar la suerte del hombre pueden basar sus esperanzas: los seres humanos no están condenados, por su constitución biológica, a aniquilarse o a estar a la merced de un destino cruel, infligido por ellos mismos.

Si nos preguntamos cómo la estructura de la sociedad y de la actitud cultural del hombre deben ser cambiadas para hacer la vida humana tan satisfactoria como sea posible, debemos ser constantemente conscientes del hecho de que hay ciertas condiciones que no podemos modificar. Como mencioné antes, la naturaleza biológica del hombre es, para todos los efectos prácticos, inmodificable. Además, los progresos tecnológicos y demográficos de los últimos siglos han creado condiciones que están aquí para quedarse. En poblaciones relativamente densas asentadas con bienes que son imprescindibles para su existencia continuada, una división del trabajo extrema y un aparato altamente productivo son absolutamente necesarios. Los tiempos —que, mirando hacia atrás, parecen tan idílicos— en los que individuos o grupos relativamente pequeños podían ser totalmente autosuficientes se han ido para siempre. Es solo una leve exageración decir que la humanidad ahora constituye incluso una comunidad planetaria de producción y consumo.

Ahora he alcanzado el punto donde puedo indicar brevemente lo que para mí constituye la esencia de la crisis de nuestro tiempo. Se refiere a la relación del individuo con la sociedad. El individuo es más consciente que nunca de su dependencia de sociedad. Pero él no ve la dependencia como un hecho positivo, como un lazo orgánico, como una fuerza protectora, sino como algo que amenaza sus derechos naturales, o incluso su existencia económica. Por otra parte, su posición en la sociedad es tal que sus pulsiones egoístas se están acentuando constantemente, mientras que sus pulsiones sociales, que son por naturaleza más débiles, se deterioran progresivamente. Todos los seres humanos, cualquiera que sea su posición en la sociedad, están sufriendo este proceso de deterioro. Los presos a sabiendas de su propio egoísmo, se sienten inseguros, solos, y privados del disfrute ingenuo, simple, y sencillo de la vida. El hombre sólo puede encontrar sentido a su vida, corta y arriesgada como es, dedicándose a la sociedad.

La anarquía económica de la sociedad capitalista tal como existe hoy es, en mi opinión, la verdadera fuente del mal. Vemos ante nosotros a una comunidad enorme de productores que se están esforzando incesantemente privándose de los frutos de su trabajo colectivo —no por la fuerza, sino en general en conformidad fiel con reglas legalmente establecidas. A este respecto, es importante señalar que los medios de producción —es decir, la capacidad productiva entera que es necesaria para producir bienes de consumo tanto como capital adicional— puede legalmente ser, y en su mayor parte es, propiedad privada de particulares.

En aras de la simplicidad, en la discusión que sigue llamaré «trabajadores» a todos los que no compartan la propiedad de los medios de producción — aunque esto no corresponda al uso habitual del término. Los propietarios de los medios de producción están en posición de comprar la fuerza de trabajo del trabajador. Usando los medios de producción, el trabajador produce nuevos bienes que se convierten en propiedad del capitalista. El punto esencial en este proceso es la relación entre lo que produce el trabajador y lo que le es pagado, ambos medidos en valor real. En cuanto que el contrato de trabajo es «libre», lo que el trabajador recibe está determinado no por el valor real de los bienes que produce, sino por sus necesidades mínimas y por la demanda de los capitalistas de fuerza de trabajo en relación con el número de trabajadores compitiendo por trabajar. Es importante entender que incluso en teoría el salario del trabajador no está determinado por el valor de su producto.

El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte debido a la competencia entre los capitalistas, y en parte porque el desarrollo tecnológico y el aumento de la división del trabajo animan la formación de unidades de producción más grandes a expensas de las más pequeñas. El resultado de este proceso es una oligarquía del capital privado cuyo enorme poder no se puede controlar con eficacia incluso en una sociedad organizada políticamente de forma democrática. Esto es así porque los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los partidos políticos, financiados en gran parte o influidos de otra manera por los capitalistas privados quienes, para todos los propósitos prácticos, separan al electorado de la legislatura. La consecuencia es que los representantes del pueblo de hecho no protegen suficientemente los intereses de los grupos no privilegiados de la población. Por otra parte, bajo las condiciones existentes, los capitalistas privados inevitablemente controlan, directa o indirectamente, las fuentes principales de información (prensa, radio, educación). Es así extremadamente difícil, y de hecho en la mayoría de los casos absolutamente imposible, para el ciudadano individual obtener conclusiones objetivas y hacer un uso inteligente de sus derechos políticos.

La situación que prevalece en una economía basada en la propiedad privada del capital está así caracterizada en lo principal: primero, los medios de la producción (capital) son poseídos de forma privada y los propietarios disponen de ellos como lo consideran oportuno; en segundo lugar, el contrato de trabajo es libre. Por supuesto, no existe una sociedad capitalista pura en este sentido. En particular, debe notarse que los trabajadores, a través de luchas políticas largas y amargas, han tenido éxito en asegurar una forma algo mejorada de «contrato de trabajo libre» para ciertas categorías de trabajadores. Pero tomada en su conjunto, la economía actual no se diferencia mucho de capitalismo «puro». La producción está orientada hacia el beneficio, no hacia el uso. No está garantizado que todos los que tienen capacidad y quieran trabajar puedan encontrar empleo; existe casi siempre un «ejército de parados». El trabajador está constantemente atemorizado con perder su trabajo. Desde que parados y trabajadores mal pagados no proporcionan un mercado rentable, la producción de los bienes de consumo está restringida, y la consecuencia es una gran privación. El progreso tecnológico produce con frecuencia más desempleo en vez de facilitar la carga del trabajo para todos. La motivación del beneficio, conjuntamente con la competencia entre capitalistas, es responsable de una inestabilidad en la acumulación y en la utilización del capital que conduce a depresiones cada vez más severas. La competencia ilimitada conduce a un desperdicio enorme de trabajo, y a esa amputación de la conciencia social de los individuos que mencioné antes.

Considero esta mutilación de los individuos el peor mal del capitalismo. Nuestro sistema educativo entero sufre de este mal. Se inculca una actitud competitiva exagerada al estudiante, que es entrenado para adorar el éxito codicioso como preparación para su carrera futura.

Estoy convencido de que hay solamente un camino para eliminar estos graves males: el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un sistema educativo orientado hacia metas sociales. En una economía así, los medios de producción son poseídos por la sociedad y utilizados de una forma planificada. Una economía planificada que ajuste la producción a las necesidades de la comunidad, distribuiría el trabajo a realizar entre todos los capacitados para trabajar y garantizaría un sustento a cada hombre, mujer, y niño. La educación del individuo, además de promover sus propias capacidades naturales, procuraría desarrollar en él un sentido de la responsabilidad para sus compañeros-hombres en lugar de la glorificación del poder y del éxito que se da en nuestra sociedad actual.

Sin embargo, es necesario recordar que una economía planificada no es todavía socialismo. Una economía planificada puede estar acompañada de la completa esclavitud del individuo. La realización del socialismo requiere solucionar algunos problemas sociopolíticos extremadamente difíciles: ¿cómo es posible, con una centralización de gran envergadura del poder político y económico, evitar que la burocracia llegue a ser todopoderosa y arrogante? ¿Cómo pueden estar protegidos los derechos del individuo y cómo asegurar un contrapeso democrático al poder de la burocracia?

Fuente: Publicado en Monthly Review, Nueva York, mayo de 1949

Nº:75 - Quince tesis para la construcción de una izquierda europea de alternativa

Quince tesis para la construcción de una izquierda europea de alternativa
Fausto Bertinotti

1. Sabíamos hasta que punto la crisis de la política era una de las consecuencias específicas de la globalización capitalista. Sabíamos, además, que en ella confluía el desenlace de la gran y dramática contienda del siglo XX. Sobre ese conocimiento hemos fundamentado la idea de la refundación.

2. El análisis crítico de las nuevas formas concretas de alienación y de explotación del trabajo asalariado, de su modificaciones y de la ampliación del campo en que ellas operan nos ha llevaron a comprender el sentido más radical de la "refundación comunista".

3. Las nuevas formas de organización del poder a escala mundial toman el puesto de los estados nacionales, de las antiguas soberanías, de los sistemas de alianzas, de los ordenamientos mundiales herederos de la victoria contra el nazi-fascismo y de la guerra fría.

Estos no han sido cancelados sino transfigurados por la nueva cadena de comando que alcanza el mundo entero. El problema de la transformación de la sociedad capitalista no se puede poner más que en el ámbito mundial. Ese es el fundamento para el renacimiento de la política.

4. El nacimiento y el desarrollo del movimiento de crítica a la globalización origina un fenómeno de valor estratégico. Ese fenómeno reclama ser interpretado también a la luz de un relanzamiento del conflicto social y de trabajo y de otras experiencias de participación conflictiva.

La refundación comunista tiene aquí su principal recurso. Ese recurso, sin embargo, no es infinito.

5. La guerra infinita e indefinida encuentra en la doctrina Bush su orgánica y terrible declaración de intenciones y en el gobierno norteamericano el eslabón de arrastre de la cadena de poder del nuevo ordenamiento imperial. Así mismo, la guerra de civilizaciones se transforma en la máscara del pleno despliegue de la globalización capitalista y de su carácter intrínsecamente regresivo.

6. El nuevo movimiento por la paz debe saber ponerse el objetivo de derrotar la guerra de la globalización capitalista, combatiendo todo el sistema de guerra a escala mundial. El carácter extremo de esta guerra produce muchas oposiciones, resistencias y disensiones incluso en el ámbito de los estados y de los gobiernos. El movimiento debe relacionarse activamente con esas contradicciones sin atribuir a éstas la posibilidad de parar el proceso. Sólo el crecimiento cuantitativo, cualitativo, social, político y cultural del movimiento tiene esa posibilidad. Ese crecimiento puede desvelar el nexo entre el modelo social neoliberal y guerra de la globalización y, por tanto, trabajar para una alternativa de modelo de sociedad. El renacimiento de la política pasa por la lucha contra la guerra y por la paz. Si no hay paz sin justicia, no puede haber justicia sin paz.

7. En el interior de la política mundial, Europa es, para nosotros, la dimensión mínima necesaria para el renacimiento de la política de las clases subalternas. Su destino y la posibilidad misma de ejercer un protagonismo pasan por la participación en la construcción de la vía de salida de la crisis de la política. La conquista de la paz y la transformación de la actual sociedad capitalista serán los terrenos relacionados, de esta empresa. Europa es su teatro mínimo, inseparable del mundo.

8. Europa es, sin embargo, solo un caso de la más general globalización capitalista. Europa no existe políticamente. No es una autónoma realidad geopolítica ni una original experiencia de democracia y de gobierno. El fundamento de este estado ( que es tal a pesar de las cultura que lo han enriquecido y a pesar de su extraordinaria experiencia de la política como de expresión del conflicto de clases) reside en el modelo social modelador de la globalización y por eso cada vez menos europeo. Pero las antíguas culturas europeas y las extraordinarias experiencias políticas de Europa revelan aún hoy una posibilidad. Estas pueden y deben ser puestas en relación con un movimiento que marca nuestro tiempo. El salto de tigre es posible y necesario.

9. Sabíamos que la dos ondas largas y contrapuestas de los nuevos procesos mundiales, una la de la globalización capitalista y la otra la que propone otro mundo posible ( y necesario) ponen en crisis dramáticamente la hipótesis reformista (aunque no necesariamente las formaciones que se refieren a ella). La quiebra de la última tentativa reformista, la del centro-izquierda, en los USA como en Europa ha contribuido a la elección, en la segunda globalización a las derechas como fuerzas de gobierno.

10. La crisis, como la guerra, son parte constituyente de la segunda globalización. La precariedad y la incertidumbre no sólo asaltan al trabajo y a la vida de la poblaciones, también afectan a la economía y al desarrollo capitalista. La inestabilidad y la incertidumbre son la clave del cuadro general y de clase del capitalismo de nuestro tiempo. La curso breve de la crisis de la política se confronta al curso largo de la crisis de civilización, marcada por la tendencial separación entre la innovación y el progreso social. En este cuadro se profundiza la crisis de la democracia.

11. Debemos temer en cuenta que la crisis de la izquierda reformista en Europa occidental, evidenciada en el ciclo global de las elecciones y está su pleno desarrollo y no viene sola. Ella se profundiza y en lugar de encontrar salidas de la crisis, en Europa como en todos los países, se produce una divergencia: por un lado la tesis de la gobernabilidad propone un orden neo- centrista que persigue la globalización y el modelo americano, por otra parte la búsqueda de un nuevo recorrido reformista pone en tensión crítica esta tesis con aquella tendencia de fondo. La inestabilidad y la incertidumbre asaltan a la izquierda reformista. Ella no puede ser considerada como una realidad sustancialmente inmodificable.

12. Debemos temer en cuenta que la crisis de la izquierda reformista y socialdemócrata destruye cualquier posibilidad para las fuerzas comunistas de definirse en relación con ella. La idea de que fijada una identidad histórica heredada del pasado, se puede construir una fase de transición en la búsqueda de una alianza de gobierno con los reformistas ha sido golpeada de muerte en este ciclo. Pero la salvación no se alcanza tampoco del contraste con la socialdemocracia. En realidad lo que venimos aprendiendo es que a la crisis de la izquierda reformista, frente a la globalización después de la derrota del 900, se une la crisis de las formaciones comunistas tradicionales. Simula stabunt, simul cadent. Sabíamos que la refundación es necesaria para reconstruir una perspectiva revolucionaria. Ahora nos damos cuenta de que es necesaria para existir.

13. La palanca para el cambio es, por tanto, la construcción de un nuevo movimiento obrero.

Europa es uno de los lugares encargados de esta nueva construcción del sujeto de la transformación de la sociedad capitalista del 2000. Es obligatoriamente, nuestro lugar prioritario de acción.

14. La construcción en Europa de una izquierda de alternativa como protagonista política del nuevo ciclo, es cuestión decisiva para el desenlace general de la confrontación. El carácter plural de los movimientos exige un sujeto político capaz, por su propia composición, de entrar en dialéctica con ellos en el marco del proyecto de construcción de "Otro mundo posible". La crisis de la política requiere salir de ella a través de la fundación de un nueva relación entre la política de izquierda, el conflicto social y la sociedad civil. Rifondazione Comunista es condición necesaria, pero no suficiente de ésta última redefinición. En el marco de la construcción de una izquierda alternativa europea la refundación comunista puede ganar un nuevo horizonte impulsor y contribuir al nacimiento de la subjetividad política necesaria para hacer creible el objetivo de otra Europa. Una Europa autónoma, puerta hacia el sur del mundo, portadora de un modelo social y político diferente del de la globalización.

15. Las fuerzas representadas en el GUE y las fuerzas políticas que se colocan en Europa a la izquierda de la Internacional Socialista están llamadas a este tarea para salir de la minoridad.

Pero la izquierda de alternativa no puede nacer sobre una discriminante de geografía política. Sus discriminantes son la radical oposición a la guerra y el abandono de las políticas neoliberales. Su colocación prioritaria es en el interior de los movimientos de lucha de nuestro tiempo con el fin de construir una alternativa de sociedad. Su razón de ser es la reforma de la política si quiere devolver la eficacia a la acción colectiva y hacer renacer la política. Por eso, en la nueva subjetividad europea deben poder convivir en igualdad partidos, organizaciones sociales, políticas y culturales diferentes de los partidos. La izquierda de alternativa para operar la transformación debe transformar su propio modo de ser en la dirección de la participación, del pluralismo, de la valorización de las diferencias y del autogobierno.

martes, junio 12, 2007

Nº:74 - El derecho de existencia y la Renta Básica de ciudadanía: una justificación republicana

El derecho de existencia y la Renta Básica de ciudadanía: una justificación republicana
María Julia Bertomeu y Daniel Raventós

Quel est le premier objet de la société ? C’est de maintenir les droits imprescriptibles de l’homme. Quel est le premier de ces droits ? Celui d’exister.
La première loi sociale est donc celle qui garantit à tous les membres de la société les moyens d’exister ; toutes les autres sont subordonnées à celle-là ; la propriété n’a été instituée ou garantie que pour la cimenter ; c’est pour vivre d’abord que l’on a des propriétés. Il n’est pas vrai que la propriété puisse jamais être en opposition avec la subsistance des hommes.
(Discurso a la Convención del 2-12-1792, Maximilien Robespierre)

... era una pobre... en una palabra, que vivía de su trabajo...
(Crimen y castigo, Fiodor Dostoievsky)

Ningún observador ilustrado moderadamente inteligente podría sondear el estado del planeta y concluir que se podría arreglar sin una transformación profunda. En este sentido son los pragmatistas duros, y no los izquierdistas melenudos, quienes son soñadores ingenuos.
(Terry Eagleton, 2003).


La difusión de cualquier propuesta social y política alternativa novedosa es condición necesaria para su aplicación. Pero cuando se extiende al acelerado ritmo con que van esparciéndose las ideas programáticas de la Renta Básica, es inevitable que surjan confusiones. Aquí expondremos las características generales de la Renta Básica que ayudan a despejar las confusiones más habituales, esbozaremos algún ejemplo de cómo podría ser financiada; y apuntaremos brevemente a su justificación republicana y a su oportunidad política en el mundo actual.

1. DEFINICIÓN

La Renta Básica es un ingreso pagado por el estado a cada miembro de pleno derecho de la sociedad o residente, incluso si no quiere trabajar de forma remunerada, sin tomar en consideración si es rico o pobre, o dicho de otra forma, independientemente de cuáles puedan ser las otras posibles fuentes de renta, y sin importar con quién conviva.
“Un ingreso pagado por el Estado”. “Estado” puede incluir una institución jurídico-política mayor que la de los Estados-nación realmente existentes, como sería el caso de la Unión Europea; o puede referirse a ámbitos jurídico-políticos menores que el del Estado-nación.
“A cada miembro de pleno derecho de la sociedad o residente”. En los distintos modelos de financiación de la Renta Básica hay variaciones de cuantía, de edades (más o menos cantidad según la edad), de inclusión o no de los menores, etc. Pero en todos los casos se trata de una cantidad monetaria que recibirían los ciudadanos individualmente (no por familia, por ejemplo) y universalmente (no condicionado a determinados niveles de pobreza, pongo por caso).

“Incluso si no quiere trabajar de forma remunerada”. Aunque luego insistiré sobre este aspecto, ahora solamente quiero dejar apuntado que muy a menudo se interpreta “trabajo” como sinónimo de “trabajo remunerado” o “empleo”. Hay buenas razones para pensar que la siguiente tipología es más adecuada: 1) Trabajo con remuneración en el mercado, 2) Trabajo doméstico y 3) Trabajo voluntario.

“Sin tomar en consideración si es rico o pobre o, dicho de otra forma, independientemente de cuáles puedan ser las otras posibles fuentes de renta”. A diferencia de los subsidios condicionados a un nivel de pobreza o de situación, la Renta Básica la recibe igual un rico que un pobre. Si la Renta Básica es concebida como un derecho de ciudadanía (como implícitamente puede desprenderse de la definición), excluye toda condición adicional. Como el derecho ciudadano al sufragio universal, la propuesta de la Renta Básica no impone condiciones adicionales a las de ciudadanía.

“Sin importar con quién conviva”. La Renta Básica no favorece una forma de convivencia determinada. Ya se trate que en un mismo techo viva una pareja heterosexual, o personas de varias generaciones, o un grupo de amigos o una pareja homosexual, todas ellas son formas de convivencia completamente independientes del derecho a percibir una Renta Básica.

La Renta Básica no es una subvención, un subsidio o un seguro condicionado. Ni presupone la satisfacción de algún requisito, por ejemplo, demostrar un determinado estado de pobreza, estar buscando trabajo remunerado, o haber perdido el empleo, por cualquier circunstancia. Esta característica tan distintiva de la Renta Básica, la de no estar condicionada a requisito alguno distinto de la ciudadanía o residencia acreditada, la distingue claramente, por poner solamente algunos ejemplos, del subsidio de desempleo, de los subsidios agrarios, de los programas como “jefes y jefas de familia” argentinos, de las Rentas Mínimas de Inserción que centralizadamente contempla la república francesa o descentralizadamente el reino de España, etc.

Puede observarse que la Renta Básica es formalmente laica, incondicional y universal. Se percibiría, en efecto, independientemente del sexo al que se pertenezca, del nivel de ingresos que se posea, de la confesión religiosa que se profese y de la orientación sexual que se tenga.

2. LAS CRÍTICAS Y LAS CONFUSIONES

La propuesta de la Renta Básica tiene antecedentes muy lejanos en el tiempo. Entre los pioneros podemos encontrar, entre otros, a Thomas Paine (1737-1809), Thomas Spence (1750-1814); y más recientemente, Joseph Charlier (1816-1896), que fue discípulo de Charles Fourier, Bertrand Russell (1872-1970) y George D.H. Cole (1889-1959), primer titular de la cátedra de teoría política de Oxford. De todos modos, y para evitar confusiones, queremos subrayar que la formulación contemporánea que, con pequeñas variantes, sigue la definición que hemos ofrecido, tiene poco menos de 20 años. La propuesta de Renta Básica se viene desarrollando a lo largo de los últimos cuatro lustros, tanto desde el punto de vista filosófico como económico. Junto a este avance han aparecido multitud de críticas. Hacer un inventario de estas críticas sería demasiado extenso y no sería muy útil. Sí, en cambio, creemos que seleccionar algunas de las que continúan repitiéndose, puesto que otras ya han sido abandonadas hace tiempo, puede ayudar a una mejor comprensión de la Renta Básica. Hemos seleccionado las siguientes: 1) La Renta Básica fomentará el parasitismo; 2) La Renta Básica al ser universal no permite una buena lucha contra la pobreza (por tanto, son mejores los subsidios condicionados dirigidos a los pobres); 3) La Renta Básica solamente está pensada para países ricos; 4) La Renta Básica es muy costosa e imposible de financiar.

2.1 Fomentará el parasitismo (o nadie desearía trabajar)

Esta crítica acostumbra a ir acompañada explícita o implícitamente de algunas confusiones. Entre otras: a) la que equipara trabajo, con trabajo monetariamente remunerado, b) la que identifica no estar percibiendo ninguna remuneración monetaria por una actividad, con “no estar haciendo nada”. Veamos ambas confusiones más de cerca.

Hay una serie de actividades (trabajos) por los que no se percibe ninguna remuneración monetaria a cambio. Como se ha apuntado más arriba, la tipología que nos parece mejor establecida es: trabajo con remuneración monetaria, trabajo doméstico y trabajo voluntario. Si el trabajo con remuneración monetaria fuera el único trabajo, entonces las mujeres (mayoritariamente mujeres, por supuesto) que realizan trabajo doméstico no estarían trabajando. Punto que permite enlazar con la segunda confusión. No estar realizando un trabajo con remuneración monetaria no equivale a no estar haciendo nada. Es una posibilidad, pero puede ser perfectamente posible que se esté desarrollando un trabajo doméstico o un trabajo voluntario. Fijémonos que existen muchos “trabajos” por los que se percibe una remuneración (a menudo muy generosa) a cambio y que sería fácil ponerse de acuerdo en que la utilidad social (aunque sea un término muy empleado y difícil de precisar) de los mismos es inexistente o incluso contraproducente. Piénsese, por ejemplo, en las ocupaciones que tienen que ver con los ejércitos (muchos de los cuales han dirigido sus armas contra sus propias poblaciones) o en la de determinados cargos simbólicos, y muy bien remunerados, tanto del sector privado como del público, etc.

Hecho este breve preámbulo, veamos directamente la acusación de parasitismo que fomentaría la implantación de una Renta Básica. Por parasitismo entendemos que incurre quien obtiene un beneficio derivando parcial o totalmente el coste sobre otra persona. La crítica no es exclusiva de la Renta Básica. Cualquier medida que haya beneficiado a la población más pobre o con niveles de renta más bajos, siempre ha merecido por parte de las derechas políticas y académicas (con alguna heroica excepción), y las patronales la acusación de que “fomentaría el parasitismo” o “la gente no trabajaría”. Justamente la Renta Básica permitiría por primera vez en la historia de nuestra especie que todos pudieran hacer lo que desde siempre solamente han podido hacer unos pocos, la parte más rica de la población, es a saber, la posibilidad de vivir sin hacer ninguna contribución. Pero, alegará todavía algún crítico insatisfecho, es justo que “el hombre que no trabaje, que no coma”, según se dice en la “Segunda Carta a los Tesalónicos” de Pablo de Tarso. Como ya se dejó escrito en otra parte: En nuestro mundo, quien no disponga de tierras o de capital no puede elegir dejar de trabajar para otro, si es que la posibilidad de “no morir de hambre” se considera propiamente una alternativa. La implantación de una Renta Básica garantiza la reciprocidad; su ausencia la impide. Actualmente, sólo una parte pequeña de la población puede elegir entre trabajar remuneradamente o no hacerlo. Con la Renta Básica sería una posibilidad abierta a toda la ciudadanía. El principio paulino “quien no trabaja, no come” solamente es efectivo para los pobres, no para todos los componentes de la sociedad, en ningún caso para los más ricos. Hay ricos que comen y no trabajan.

2. 2 Son mejores los subsidios condicionados dirigidos a los pobres

Otra de las críticas va enfocada a atacar la universalidad de la Renta Básica. Se opina, según los partidarios de esta crítica, que son más justificables los subsidios dirigidos a los que “más lo necesitan”. Esta crítica apareció una millonésima de segundo después del renacimiento contemporáneo de la propuesta. La Renta Básica presenta ventajas técnicas con respecto a los subsidios condicionados dirigidos a los “más pobres”, que podemos resumir en los siguientes puntos:
A) Los subsidios no universales tienen altísimos costes administrativos, en proporción al presupuesto general del programa condicionado. La Renta Básica representa una simplificación administrativa como han reconocido incluso algunos de sus críticos. No hace falta añadir que esta característica de la Renta Básica puede ser crucial con vistas a una efectiva racionalización de las políticas sociales y de redistribución de la riqueza.
B) La Renta Básica se garantiza ex-ante, los subsidios condicionados, en caso de poder tener acceso a ellos, ex-post. Ello convierte a la Renta Básica en una medida esencialmente preventiva de la exclusión.
C) La Renta Básica permite eludir las llamadas "trampas de la pobreza y del desempleo". Estas trampas aparecen por el hecho de que las cantidades monetarias de los subsidios condicionados no son acumulativas (con ello queremos decir que son subsidios complementarios a una renta ya existente y hasta un umbral establecido). De ahí la inexistencia de estímulos para aceptar ocupaciones a tiempo parcial o de cualquier remuneración. Técnicamente lo podemos expresar de la siguiente manera: el tipo impositivo marginal que se aplica a cada unidad monetaria que no sea la del subsidio condicionado es en muchos casos del 100%, es decir, se pierde una unidad monetaria de prestación por cada unidad monetaria de ingreso salarial que se pueda obtener. Las trampas de la pobreza y del paro, dicho rápidamente, aparecen cuando la percepción de los beneficios, fiscales o de otro tipo, se halla condicionada a la verificación, por parte de las autoridades, de la suficiencia de los ingresos recibidos dentro del mercado laboral. A diferencia de los subsidios condicionados, la Renta Básica no constituye un techo, sino que define sólo un nivel básico, a partir del cual las personas pueden acumular cualquier otro ingreso.
D) La incondicionalidad de la Renta Básica trae consigo también la promesa de erradicar o mitigar diversas prácticas asistenciales fundadas en el clientelismo, y en los diversos y nocivos efectos conocidos de éste: formación de una burocracia parasitaria, formal o informal, y robustecimiento de las relaciones de dependencia.
E) Y aun hay que decir, finalmente, que la Renta Básica permite evitar los daños psicológicos y morales vinculados a la estigmatización social del perceptor de un subsidio condicionado.

2.3 La Renta Básica solamente está pensada para países ricos

Esta es una crítica cuya única parte de verdad reside en el hecho de que los estudios más numerosos y sofisticados de financiación de una Renta Básica se han realizado en los países ricos. Ello ha sido así porque en los países ricos ha habido mayores posibilidades fiscales para financiar una Renta Básica. Hasta aquí la parte digamos “justa” de la crítica. Pero nada más. Desde hace ya algunos años, en países que no podrían ser considerados de ninguna forma en el bloque de los ricos, (Timor Oriental, Sudáfrica, Argentina, Brasil y Colombia, por poner 5 ejemplos, pero en ningún caso los únicos) empieza a haber interés por la propuesta de la Renta Básica. Muchas de las virtudes de la Renta Básica quedan aún más subrayadas en las zonas donde más pobreza, dominación y miseria existen. Evidentemente, una Renta Básica en Timor Oriental no sería de la misma cantidad de la que debería haber en Canadá o Suecia. Y en Marruecos también sería diferente a la de, pongamos por ejemplo, Alemania. El criterio de “al menos igual al umbral de la pobreza” es un buen indicador aproximado de la cantidad de Renta Básica que permitiría poder vivir en distintas áreas geográficas. La forma de financiación, si bien en los países ricos y también en los que tengan un sistema impositivo mínimamente desarrollado, debe ir íntimamente ligadas a la política fiscal, puede ser muy diferente según los recursos y las posibilidades de cada país.

2.4 La Renta Básica es muy costosa e imposible de financiar

La financiación es uno de los aspectos de la Renta Básica en que más se ha avanzado en los últimos años. Se han realizado algunas investigaciones para ámbitos geográficos distintos. De entre ellas, explicaremos muy brevemente una que conocemos especialmente bien porque uno de los autores de este trabajo ha participado en su elaboración. La gran potencia del estudio es que está basado en una supermuestra de 210.000 declaraciones del Impuesto de la Renta de las Personas Físicas de Cataluña (IRPF). Debe mencionarse que es el primer estudio de financiación de la Renta Básica que está sustentado en una muestra tan representativa de este impuesto.

La propuesta de financiación de la Renta Básica consiste, como ya se ha apuntado, en una reforma en profundidad del actual IRPF. El estudio opta por este camino porque se ha tenido acceso a datos individualizados de este impuesto, pero también porque el IRPF es especialmente útil para apreciar, precisamente, la redistribución resultante de la renta. La inmensa base de datos permite un conocimiento exhaustivo de los rendimientos netos susceptibles de ser gravados fiscalmente. Las principales características de la propuesta del estudio son: 1) se establece una Renta Básica universal pagada directamente a toda persona de forma incondicional; 2) la Renta Básica reemplaza cualquier otro tipo de renta o pensión pública de cantidad inferior (en el caso de que la antigua percepción sea más alta, la Renta Básica se complementaría hasta llegar a la citada percepción); 3) la cantidad anual de Renta Básica es de 6.000 euros por adulto y de 3.000 euros para los menores de 18 años; 4) se establece un tipo único nominal del 55,2% para todas aquellas rentas superiores a la Renta Básica, la cual está completamente exenta de impuestos. Este 55,2% nominal es un tipo real o efectivo muy distinto según la decila de renta. Efectivamente, si calculamos el tipo efectivo (el porcentaje que realmente se paga después de haberse transferido la Renta Básica) por decilas de renta (es decir, ordenando a la población según renta y dividiéndola en 10 partes), resulta que del 10% al 50% de la población con menos renta, tendría un tipo negativo (del -117% al -4%, respectivamente); en los tramos del 60% al 90%, los tipos efectivos oscilan del 3,2% al 25,8%. Aunque el 55,2% nominal aparenta un tipo muy elevado, el tipo efectivo es muchísimo menor, excepto para los más ricos (cuando la Renta Básica representa una porción muy pequeña de la renta global, como resultaría ser el caso de los muy ricos, el tipo nominal y efectivo tienden a igualarse).

Con estas características, el modelo llega a los siguientes resultados: 1) La reforma se autofinancia, es decir, que con el tipo único indicado y la reforma especificada, la Renta Básica no debería ser financiada por otros impuestos; 2) La redistribución de la renta que resulta es mucho más igualitaria que en la situación de partida, es decir, la actualmente existente (lo muestran algunos indicadores como el Gini). 3) El 70% aproximado de la población catalana gana, respecto a la situación de partida, con la reforma; el 15% más rico pierde, y el resto quedaría más o menos igual.

Aunque este estudio está basado, como se ha mencionado, en una gran muestra de 210.000 declaraciones del IRPF de Cataluña, su metodología es perfectamente aplicable al conjunto del reino de España así como a las economías que tengan un sistema fiscal de imposición directa parecido, con sólo cambiar, obviamente, la base datos. Y en ello se está trabajando ahora.

Nos interesa subrayar este punto: la distribución de la renta sería menos desigualitaria en la situación de llegada, después de la reforma propuesta, que la situación actual, antes de la reforma.

Este ejemplo no es exportable sin más a países con medios públicos modestos. No sólo por la escasez de recursos, sino por la menor capacidad y eficacia fiscal y recaudatoria de sus respectivos gobiernos. Por eso en la Argentina, por ejemplo, los partidarios de la Renta Básica proponen un programa de cumplimiento por etapas, empezando por los menores de edad.

3. JUSTIFICACIÓN NORMATIVA: REPUBLICANISMO Y RENTA BASICA

El republicanismo es una tradición milenaria, bien arraigada en el mediterráneo antiguo clásico, y común y justamente asociada a los nombres de Ephialtes, Pericles, Protágoras o Demócrito (en su versión democrático-plebeya) y a los de Aristóteles o Cicerón (en su versión antidemocrática). En el mundo moderno, reaparece también en sus dos variantes: la democrática, que aspira a la universalización de la libertad republicana y a la consiguiente inclusión ciudadana de la mayoría pobre, y aun al gobierno de esa mayoría de pobres—; y la antidemocrática, que aspira a la exclusión de la vida civil y política de quienes viven por sus manos, y al monopolio del poder político por parte de los ricos propietarios. Nombres asociados a ese renacimiento moderno del republicanismo: Marsiglio de Padua, Maquiavelo, cierto Montesquieu, Locke, Rousseau, Kant, Adam Smith, Jefferson, Madison, Robespierre y Marx. Cualesquiera que sean sus diferencias en otros respectos, todos ellos comparten al menos dos convicciones.

Una: que ser libre es estar exento de pedir permiso a otro para vivir o sobrevivir, para existir socialmente; quien depende de otro particular para vivir, es arbitrariamente interferible por él, y por lo mismo, no es libre. Quien no tiene asegurado el “derecho a la existencia” por carecer de propiedad, no es sujeto de derecho propio –sui iuris—, vive a merced de otros, y no es capaz de cultivar ni menos de ejercitar la virtud ciudadana, precisamente porque las relaciones de dependencia y subalternidad le hacen un sujeto de derecho ajeno, un alieni iuris, un “alienado”.

Y la otra: que sean muchos (democracia plebeya) o pocos (oligarquía plutocrática) aquellos a quienes alcance la libertad republicana, ésta, que siempre se funda en la propiedad y en la independencia material que de ella deriva, no podría mantenerse si la propiedad estuviera tan desigual y polarizadamente distribuida, que unos pocos particulares estuvieran en condiciones de desafiar a la república, disputando con éxito al común de la ciudadanía el derecho a determinar el bien público. Como famosamente observó Maquiavelo, cuando el grueso de la propiedad está distribuido entre un puñado degentilhuomi (de magnates), no hay espacio para instituir república alguna, y la vida política sólo puede hallar algún esperanza en la discreción de un príncipe absolutista.

En la tradición histórica republicana, el problema de la libertad se plantea así: X es libre republicanamente (dentro de la vida social) si:
a) no depende de otro particular para vivir, es decir, si tiene una existencia social autónoma garantizada, si tiene algún tipo de propiedad que le permite subsistir bien, sin tener que pedir cotidianamente permiso a otros;
b) nadie puede interferir arbitrariamente (es decir, ilícitamente o ilegalmente) en el ámbito de la existencia social autónoma de X (en su propiedad);
c) la república puede interferir lícitamente en el ámbito de existencia social autónoma de X, siempre que X esté en relación política de parigualdad con todos los demás ciudadanos libres de la república, con igual capacidad que ellos para gobernar y ser gobernado;
d) cualquier interferencia (de un particular o del conjunto de la república) en el ámbito de existencia social privada de X que dañe ese ámbito hasta hacerle perder a X su autonomía social, poniéndolo a merced de terceros, es ilícita;
e) la república está obligada a interferir en el ámbito de existencia social privada de X, si ese ámbito privado capacita a X para disputar con posibilidades de éxito a la república el derecho de ésta a definir el bien público.
f) X está afianzado en su libertad cívico-política por un núcleo duro –más o menos grande— de derechos constitutivos (no puramente instrumentales) que nadie puede arrebatarle, ni puede él mismo alienar (vender o donar) a voluntad, sin perder su condición de ciudadano libre.

El conjunto de oportunidades de X, queda caracterizado por la tradición republicana de modo histórico-institucional: el conjunto de oportunidades de X no es cualquier conjunto de oportunidades, sino el particular conjunto de oportunidades, institucionalmente configurado, compuesto por aquellos títulos de propiedad que habilitan a X una existencia social autónoma, no civilmente subalterna.

Es propio de la tradición histórica republicana, considerar que la libertad política y el ejercicio de la ciudadanía son incompatibles con las relaciones de dominación mediante las cuales los propietarios y ricos ejercen dominium sobre aquellos que, por no ser completamente libres, están sujetos a todo tipo de interferencias; ya sea en el ámbito de la vida doméstica, o en las relaciones jurídicas propias de la vida civil, tales como los contratos de trabajo o de compra y venta de bienes materiales. La ciudadanía plena no es posible sin independencia material o sin un “control” sobre el propio conjunto de oportunidades. Los republicanos democráticos entendieron esta consigna como uno de los principales objetivos de la política y diseñaron toda clase de mecanismos para garantizarla; los no democráticos la entendieron como un prerrequisito de la libertad política, y excluyeron a quienes no eran sui iuris de la vida política activa. Si la capacidad de votar es lo que cualifica al ciudadano, y si tal capacidad presupone la independencia de quien no quiere ser sólo parte, sino también miembro de la comunidad, porque actúa junto con los otros, pero por su propio arbitrio, entonces algunos republicanos no democráticos, por ejemplo Kant, creyeron necesario trazar una distinción entre ciudadanos pasivos y activos. Como creía el republicano de Königsberg, todos los que tienen que ser mandados, o puestos bajo la tutela de otros individuos, no poseen independencia civil. No la poseen los menores de edad, las mujeres, y los sirvientes, porque no pueden conservar por sí mismos su existencia en cuanto a sustento y protección; tampoco los jornaleros, ni todos aquellos que no pueden poner públicamente en venta el producto de su trabajo y dependen de contratos o arreglos meramente privados de esclavitud temporaria, que brotan de la voluntad unilateral del sui iuris.

Lo que hoy consideramos la definición liberal de propiedad, aquella que en el XVIII Sir Blackstone caracterizó como “el dominio exclusivo y despótico que un hombre exige y ejerce sobre las cosas externas del mundo, con exclusión total de cualquier otro individuo en el universo”, que el derecho romano consideraba como el derecho absoluto –dominium- del propietario que no podía ser interferido por nadie, y que algunos teóricos iusnaturalistas supusieron un derecho natural, es, sin embargo, sólo una de las formas históricas que revisten las relaciones sociales en torno a objetos y que constituye la base de gran parte de los Códigos civiles actuales. El otro, la propiedad entendida como “control” sobre el recurso poseído, control que confiere independencia o autonomía moral y política, es el concepto de propiedad que interesa al republicanismo. Y no es otro que aquel que permite el desarrollo de “la libre individualidad, que florece cuando el trabajador es propietario privado y libre de las condiciones de trabajo manejadas por él mismo, cuando el campesino es dueño de la tierra que trabaja, o cuando el artesano es dueño del instrumento que maneja como virtuoso, y que sólo es compatible con unos límites estrechos de la producción y de la sociedad”. En esta tradición, la independencia que confiere la propiedad no es un asunto de mero interés propio privado, sino de la mayor importancia política, tanto para el ejercicio de la libertad como para la realización del autogobierno republicano, pues tener una base material asegurada es indispensable para la propia independencia y competencia políticas.

A finales del siglo XVIII y principios del XIX, los republicanos democráticos contemplaban dos posibilidades para poder materializar esta concepción de la libertad: 1) universalizar la pequeña propiedad agraria, o 2) “una especie de derecho de existencia social públicamente garantizado (Robespierre), o un ingreso material incondicionalmente asignado a todos los ciudadanos por el solo hecho de serlo (Tom Paine), lo que ahora llamamos renta básica garantizada”.

4. DOS ERRORES: EL “TÉCNICO-CÁNDIDO” Y EL “POLÍTICO-TOSCO”

Las razones filosóficas y económicas a favor de la Renta Básica que se han ido desarrollando a lo largo de estos últimos años a partir del seminal artículo de Philippe Van Parijs y de Robert Van der Veen han motivado que, quizás presa de un entusiasmo no justificado, muchos partidarios de la Renta Básica hayan cometido un error. Este error puede ser enunciado así: “como hay buenas razones éticas y técnicas a favor de la RB, los partidos políticos (así, en general, sin hacer muchos matices entre ellos) se verán obligados a asumirla”. Este es el razonamiento que podríamos llamar “técnico-cándido”, para el cual no hay lucha de clases, no hay clases sociales y, por no haber, no hay casi ni conflicto social. Solamente existen razones más o menos bien justificadas. La condición necesaria (las buenas razones) se convierte en necesaria y suficiente para este tipo de error. A los partidarios de la Renta Básica que cometen el error que hemos llamado “técnico-cándido”, es habitual que les asalte el vértigo de la radicalidad que supone esta propuesta. Acongojados por este vértigo, hacen propuestas de “Renta Básica” tan “realistas” para que sean más fáciles de asumir por los partidos políticos (y por todos ellos, a ser posible) que convierten en un difícil arte el ver las semejanzas entre estas propuestas y, propiamente, la Renta Básica. Por el contrario, no es infrecuente encontrarse, en el otro bando, en el de los críticos de la Renta Básica, con el argumento que podríamos llamar “político-tosco”. La secuencia, en este caso, podría caricaturizarse así: “la Renta Básica es una medida que no es intrínsecamente anticapitalista, luego no merece la pena perder el tiempo y los esfuerzos con ella porque, ya puestos, mejor pedir la revolución, evitando así que se nos desvíe de los problemas importantes” (lo que sean los “problemas importantes” en algunos casos no está muy claro, ni tan solo medio claro, pero eso ahora no importa). La observación vale para sus opuestos. Es decir, resulta no muy infrecuente encontrar partidarios del argumento “técnico-cándido” en el bando de los contrarios a la Renta Básica y partidarios del argumento “político-tosco” en el bando de los favorables. Un ejemplo de razonamiento en el primer caso podría ser así: “la Renta Básica podría implicar problemas con los incentivos al trabajo, lo que también podría acabar afectando a la productividad que a su vez nos pondría en peores condiciones respecto a países económicamente competidores…”. En el segundo: “la Renta Básica es una medida intrínsecamente anticapitalista y cualquier visión de la misma que se aparte de este supuesto o la presente de otra forma está impregnada de un reformismo galopante y desvirtúa la pureza de la propuesta…”

5. LA RENTA BÁSICA DE CIUDADANÍA: UNA PROPUESTA PARA EL MUNDO DEL SIGLO XXI

En el mundo actual de principios del siglo XXI, la pobreza aumenta sin cesar. Las diferencias entre los países ricos y los pobres es cada vez mayor, las diferencias entre los ricos y los pobres de los países pobres también. Algo que seguramente es menos conocido o más silenciado, es que las diferencias entre los ricos y los pobres de los países ricos están aumentando en los últimos años. Y no solamente en Estados Unidos, donde el 5% más rico de los hogares controla el 59% de la riqueza de la nación, mientras que el 40% más pobre dispone solamente del 0,3%. Alemania, el país económicamente más poderoso de Europa, el país con la clase obrera más protegida por el Estado, también es un lugar en donde en los últimos años los ricos ganan más y los pobres son más pobres. El 10% de los hogares más ricos de Alemania posee casi el 47% de todo el patrimonio acumulado de los hogares (que si fuera repartido por igual resultaría un monto de 133.000 euros por casa), dos puntos más desde el año 1998 cuando el SPD y Los Verdes llegaron al gobierno (que ya han perdido después de las últimas elecciones de 2005). Mientras, el 50% de la población más pobre sólo dispone de algo menos del 4% del total.

Pocos días antes de la reunión que en febrero de 2005 tenían previsto realizar los ministros de Finanzas de los 7 países más ricos del mundo, Nelson Mandela dijo: “La pobreza es obra del hombre y puede ser superada y erradicada por la acción de los seres humanos. Superar la pobreza no es un gesto de caridad. Es un acto de justicia. Es la protección de un derecho fundamental del ser humano, el derecho a la dignidad y a una vida decente. Mientras haya pobreza no habrá verdadera libertad.”

Las grandes desigualdades sociales son las causas de la falta de libertad. Estas grandes desproporciones en la riqueza, estas inmensas bolsas de pobreza, el hambre conviviendo geográficamente con la más insultante opulencia, todo ello provoca falta de libertad para la inmensa mayoría. Igualdad y libertad no son dos variables a elegir, si más de una menos de otra y viceversa. Las grandes desigualdades crean un problema profundo de libertad para la gran mayoría. El que no tiene la existencia material garantizada debe pedir permiso a otro para poder vivir. ¿Qué libertad tiene el trabajador que no sabe si el mes próximo, quizás la semana próxima, seguirá teniendo aquel puesto de trabajo que le proporciona el sustento diario? ¿Qué libertad tiene la mujer materialmente dependiente del marido o amante, que la maltrata, la domina y, a veces, llega a asesinarla? ¿Qué libertad tiene el desempleado que vive marcado con el estigma del subsidio público, si quizás vive en un país europeo, o de la caridad, si vive en un país pobre y tiene algo de suerte? No son libres como no lo es aquella persona que no tiene el derecho a la existencia material garantizada y tiene que pedir permiso a otros para vivir.

La Renta Básica es una opción social. Y como toda opción social de cierta importancia es conflictiva. También son opciones sociales rebajar los impuestos a los ricos, o permitir que el año 1992 los presidentes directores ejecutivos (Chief Executive Officer) de las grandes empresas ganasen 82 veces el salario medio de un trabajador manual y que en el año 2004 la relación aumentase de 400 a 1; o incrementar los gastos militares; o permitir que las subvenciones agrícolas europeas beneficien desproporcionadamente a las familias más ricas del reino de España (por ejemplo: Samuel Flores, uno de los más grandes terratenientes del Reino, la familia Botín, Mario Conde, Emilio Ybarra, Alfonso Cortina, los marqueses de Valdez Ozores, etc. etc.), lo que motiva que 126 ricos reciban la misma cantidad de estos subsidios agrarios europeos que 480.000 personas.

Frecuente es la acusación de “falta de alternativas” lanzada por los peritos en legitimación a toda crítica de fondo al sistema económico capitalista. Lo máximo que éstos llegan a admitir es que la calidad de alguna crítica es excelente, pero inoperante puesto que, una vez más, “faltan alternativas”. La propuesta de la Renta Básica ha dejado confundido a más de un plumífero satisfecho, y quizás hasta convencido, por tan repetida cantinela, pero una buena Renta Básica de ciudadanía, entendida como forma de garantizar las condiciones materiales de existencia, aumentaría la libertad de la ciudadanía; haría a los pobres y a los desposeídos más independientes, más capaces para hacer oír su voz; de resistir más articuladamente los procesos de desposesión que tienen lugar en todas partes en el nombre de la globalización. La Renta Básica posibilitaría que no tuvieran que vivir con permiso de otros. Lo que es una buena razón para tomarse muy seriamente la propuesta de la Renta Básica.


* María Julia Bertomeu es filósofa por la Universidad Nacional de La Plata. Profesora titular ordinaria de Ética de la Universidad Nacional de La Plata e Investigadora del Conicet, Argentina. Daniel Raventós es economista y profesor titular de Sociología en la Facultad de Económicas de la Universidad de Barcelona, y presidente de la Red Renta Básica (www.redrentabasica.org); autor de El derecho a la existencia (Barcelona, Ariel, 1999). Ambos son miembros fundadores de la revista sinpermiso (www.sinpermiso.info).

Notas:

1 El presente texto se inscribe en el proyecto de investigación HUM2005-03992/FISO financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia y el FEDER. Una versión anterior de este artículo (titulado “La Renta Básica de Ciudadanía como derecho de existencia”) fue escrita para la revista de Amnistía Internacional de Argentina, Razón Pública (de próxima publicación). Ha sido revisado y ampliado a principios de 2006.

2 Véase, por ejemplo, Jordi Arcarons, Àlex Boso, José Antonio Noguera y Daniel Raventós, La Renda Bàsica de Ciutadania, Barcelona, Mediterrània, 2005. Más adelante se exponen algunos detalles.

3 Véase, para un desarrollo más detallado, Daniel Raventós, El derecho a la existencia, Barcelona, Ariel, 1999; y “Trabajo(s) y Renta Básica”, en Joaquín Arriola y Albert Garcia,Trabajo, producción y sostenibilidad, Barcelona-Bilbao, CCCB-Bakeaz, 2002.

4 Lo que no quiere decir, como pronto se podrá comprobar es este mismo escrito, que ricos y pobres ganan con la Renta Básica. Los primeros pierden, los segundos ganan.

5 María Julia Bertomeu, Antoni Domènech y Daniel Raventós, “La propuesta de la Renta Básica de ciudadanía”, El Dipló, edición Argentina y edición Chile, julio 2005. Reproducido en El Dipló, edición Colombia, agosto 2005.

6 Algunos meses atrás, más precisamente el 15 de junio de 2005, el principal diario económico del reino de España, Expansión, dedicó la portada, el editorial y 4 o 5 páginas más a arremeter (con un punto de inconfundible histerismo, todo hay que decirlo) contra la Renta Básica. Ello era debido al anuncio de la creación de una comisión parlamentaria para trabajar la posibilidad de una financiación de la Renta Básica. Esta comisión se había creado a propuesta de ERC (un partido independentista de izquierdas catalán) e ICV (un partido roji-verde catalán), y tuvo el apoyo del PSOE (el partido que gobierna en el reino de España con el apoyo, entre otros, de los dos partidos anteriores). Es decir, que las andanadas de Expansión eran motivadas por el hecho de que la Renta Básica entraba de lleno en el terreno político parlamentario. Algunas desacreditaciones que este periódico dedicaba a la Renta Básica eran las siguientes: “irracionalidad”, “alimento de la indolencia”, “shock en las estructuras básicas del país”, quiebra de “la cultura del esfuerzo y la superación personal”, “perversión de cualquier idea de justicia”, “errores capitales”, “nueva fe” religiosa, “propuesta liberticida”. Pero la preocupación principal de este periódico económico era de que “la gente no trabajaría”.

7 Daniel Raventós, “El salario de toda la ciudadanía”, Claves de Razón Práctica, núm. 106, 2000.

8 Para un debate sobre la reciprocidad y la Renta Básica, véase (para una actitud contraria a la Renta Básica) Stuart White, “Liberal Equality, Explotation, and the Case for an Unconditional Basic Income”, Political Studies, 45, 1997. Y del mismo autor: Stuart White, “Fair Reciprocity and Basic Income”, en Andrew Reeve y Andrew Williams (Editores), Real Libertarianism Assessed. Political Theory after Van Parijs, Hampshire, Palgrave MacMillan, 2003. Para una actitud favorable, véase Karl Widerquist, “Reciprocity and the Guaranteed Income”, ponencia presentada en el VII Congreso de 1998 del BIEN.

9 Véase David Casassas, Daniel Raventós y Julie Wark, “Oil in Troubled Waters”, 2004, que se puede descargar desde http://www.nodo50.org/redrentabasica/textos/index.php?x=299 o http://www.onlineopinion.com.au/view.asp?article=2332.

10 Véase http://www.ingresociudadano.org.

11 Véase, por ejemplo, http://www.ingresociudadano.org/Novedades/brasil/08-01-04.htm.

12 Véase el capítulo tercero de Jordi Arcarons, Àlex Boso, José Antonio Noguera y Daniel Raventós, op. cit.

13 En realidad, lo que estamos avanzando aquí son unas cantidades y unos tipos impositivos algo diferentes de los del estudio publicado porque la investigación inicial está siendo ajustada por sus autores. 6.000 euros son aproximadamente 7.080 dólares al cambio de principios de 2006 (1 euro = 1,18 dólares).

14 Un tipo único despierta muchos recelos porque aparece como menos progresivo que un impuesto de tramos como el que existe en la mayor parte de países. El modelo de microsimulación que estamos comentando permite también incorporar distintos tramos impositivos. Con una Renta Básica exenta de impuestos, somos de la opinión que el debate sobre tramos o tipo único pierde gran parte del contenido tradicional. En el estudio citado, el índice Kakwani, que mide la progresividad de un impuesto, muestra precisamente que el resultado posterior a la reforma sería más progresivo. Pero, insistimos, no hay ninguna incompatibilidad formal en defender una financiación de la Renta Básica mediante distintos tramos impositivos.

15 Buena parte de los cuales están agrupados en la Red Argentina de Ingreso Ciudadano, una de las 11 secciones oficiales que la Basic Income Earth Network tiene en 3 continentes. www.redaic.org.

16 Para este punto: María Julia Bertomeu, “Republicanismo y propiedad”, El Viejo Topo, Barcelona, abril 2005.

17 Para el tema de la libertad republicana: Antoni Domènech, El eclipse de la fraternidad, Barcelona, Crítica, 2005. También: María Julia Bertomeu, Antoni Domènech y Andrés de Francisco (compiladores), Republicanismo y democracia, Buenos Aires, Miño y Dávila, 2005.

18 Desde el punto de vista jurídico, el concepto liberal de propiedad ha sido desarrollado por el Código Napoleónico; en el artículo 544 define la propiedad como “el derecho de gozar y disponer de las cosas de la manera más absoluta” Esto significa que encierra los siguientes derechos fundamentales: el de gozar, que implica usar una cosa (jus utendi) y percibir sus frutos (jus fruendi) y el de disponer (jus abutendi) de la cosa, es decir, transferir el dominio a un tercero. Para un tratamiento extenso del tema, véase Fernando Trazegnis, “La transformación del derecho de propiedad”, Derecho, Pontificia Universidad Católica del Perú, Nº 33, Lima, 1978.

19 Karl Marx: “Tendencia histórica de la acumulación capitalista”, El Capital, Tomo I, traducción de Wenceslao Roces, México, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1946, Cap. XXIV

20 Véase Antoni Domènech, “El socialismo y la herencia de la democracia republicana fraternal”, El Viejo Topo núm. 205, abril 2005. También, del mismo autor, El eclipse de la fraternidad, op. cit.

21 Robert Van der Veen y Philippe Van Parijs: “A Capitalist Road to Communism”, Theory and Society, 15, 1986.

22 No será necesario añadir por evidente que, adicionalmente, cometen otro conocido error: confundir “realismo” con la evitación de todo conflicto.

23 Las perspectivas para el año 2006 son muy claras para el Nobel de Economía Joseph Stiglitz: “En el mundo entero será, probablemente, otro año en que el abismo entre ricos y pobres se ensanchará”. El País, 6-1-2006.

24 Estos datos han sido tomados de: http://www.inequality.org/facts.html, y de El País, 4-3-2005.

25 Para utilizar la genial expresión de Marx en La Crítica al Programa de Gotha: “Sólo en la medida en que el hombre se relaciona de buen principio como propietario con la naturaleza –que es la primera fuente de todos los medios y los objetos del trabajo—, sólo en la medida en que la trata como cosa suya, será el trabajo fuente de valores de uso, es decir, de riqueza. (...) el hombre que no posea otra propiedad que su propia fuerza de trabajo, en cualesquiera situaciones sociales y culturales, tiene que ser el esclavo de los otros hombres, de los que se han hecho con la propiedad de las condiciones objetivas del trabajo. Sólo puede trabajar con el permiso de éstos, es decir: sólo puede vivir con su permiso.” (El subrayado es nuestro).

Fuente: Red Renta Basica

Reseña del libro "La renta básica como nuevo derecho ciudadano". Trotta, Madrid, 2006. Gerardo Pisarello y Antonio de Cabo (Eds.)

lunes, junio 04, 2007

Nº:73 - El Foro Social Mundial en la encrucijada

El Foro Social Mundial en la encrucijada
Walden Bello


Con la inauguración del Foro Social Mundial (FSM) en Porto Alegre, Brasil, en enero de 2001, se alcanzó una nueva etapa en la evolución del movimiento por la justicia global. El FSM fue el proyecto original de movimientos sociales con una cierta asociación con el Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil. El movimiento ATTAC en Francia dio un fuerte apoyo a la idea en las primeras etapas, algunas de sus personalidades clave estaban conectadas con el periódico Le Monde Diplomatique.
En Asia, la proposición brasileña, lanzada en junio de 2000, recibió un rápido y entusiasta apoyo de, entre otros, el instituto de investigación y apoyo Focus on the Global South [Foco en el Sur del Globo,] basado en Bangkok.
La intención era que Porto Alegre fuera un contrapunto para “Davos,” el evento anual en ese centro turístico en los Alpes suizos donde las más poderosas personalidades empresariales y políticas se congregan anualmente para identificar y evaluar las últimas tendencias en los asuntos globales. Por cierto, el punto de mayor interés del primer FSM fue un debate transcontinental televisado entre George Soros y otras personalidades de Davos con representantes de movimientos sociales reunidos en Porto Alegre.
Se contrastó el mundo de Davos con el de Porto Alegre: el mundo de los ricos del globo con el mundo del resto de la humanidad. Fue este contraste el que originó el tema tan resonante de “Otro mundo es posible.”
Existía otra dimensión simbólica importante: mientras Seattle fue el lugar de la primera gran victoria del movimiento transnacional contra la globalización corporativa – el colapso en medio de masivas protestas callejeras de la tercera reunión ministerial de la Organización Mundial de Comercio – Porto Alegre representó la transferencia al sur del centro de gravedad de ese movimiento. Proclamado “espacio abierto,” el FSM se convirtió en un imán para redes globales concentradas en diferentes temas, desde la guerra a la globalización a la regionalización, al racismo, a la opresión de género, a la busca de alternativas. Versiones regionales del FSM fueron el resultado, la más importante siendo el Foro Social Europeo y el Foro Social Africano, y en numerosas ciudades en todo el mundo, se realizaron e institucionalizaron foros sociales locales.

Las funciones del FSM

Desde su establecimiento, el FSM tuvo tres funciones críticas para la sociedad civil global:
Primero: representa un espacio – tanto físico como temporal – para que este movimiento diverso se reúna, vincule y, simplemente, se vigorice y afirme.
Segundo: es un retiro en el que el movimiento reúne sus energías y traza las direcciones de su continuo impulso para enfrentar y hacer retroceder los procesos, instituciones y estructuras del capitalismo global. Naomi Klein, autora de “No Logo,” subrayó esta función cuando dijo a una audiencia en Porto Alegre en enero de 2002 que la necesidad del momento era “menos sociedad civil y más desobediencia civil.”
Tercero: el FSM ofrece un lugar y un espacio para que el movimiento elabore, discuta y debata la visión, los valores, y las instituciones de un orden del mundo alternativo construido sobre una comunidad real de intereses. El FSM es, por cierto, un macrocosmo de tantos proyectos más pequeños pero igualmente importantes realizados en todo el mundo por millones que han dicho a los reformistas, a los cínicos, y a los “realistas” que se echen a un lado porque, por cierto, otro mundo es posible... y necesario.


Democracia directa en acción

El FSM y sus numerosos vástagos son importantes no sólo como sitios de fortalecimiento y debate, sino como democracia directa en acción. La agenda y las reuniones son planificadas con meticulosa atención al proceso democrático. Mediante una combinación de reuniones personales periódicas y de intensos contactos por correo electrónico e Internet en el entretanto, la red del FSM logró realizar eventos y llegar a decisiones por consenso. A veces, esto podía costar mucho tiempo y también causar frustraciones y, cuando se era parte de un esfuerzo organizador que involucraba a cientos de organizaciones, como nosotros de Focus on the Global South lo fuimos durante la organización del FSM en Mumbai de 2004, podía ciertamente ser muy frustrante.
Pero se trataba de democracia directa, y la democracia directa estaba en plena forma en el FSM. Se podría decir, entre paréntesis, que las experiencias de democracia directa en Seattle, Praga, Génova y las otras grandes movilizaciones de la década fueron institucionalizadas en el proceso del FSM o de Porto Alegre.
El principio central del enfoque organizativo del nuevo movimiento es que no vale la pena llegar al objetivo deseado si los métodos violan el proceso democrático, si objetivos democráticos son alcanzados mediante medios autoritarios. Tal vez el subcomandante Marcos de los zapatistas fue el que expresó mejor el sesgo organizativo de los nuevos movimientos: “El movimiento no tiene futuro si su futuro es el militar. Si el EZLN se perpetúa como una estructura armada militar, va al fracaso. Al fracaso como una opción de ideas, de posición frente al mundo. Y lo peor que le podría pasar, aparte de eso, sería que llegara al poder y se instalara como un ejército revolucionario.” El FSM comparte esa perspectiva.
Lo que es interesante es que apenas ha habido un intento de algún grupo o red de “apoderarse” del proceso del FSM. Hay bastantes grupos de “antiguos movimientos” que participan en el FSM, incluyendo partidos “democráticos centralistas” a la antigua así como partidos socialdemócratas tradicionales afiliados a la Internacional Socialista. Pero ninguno de ellos ha hecho muchos esfuerzos por orientar el FSM hacia formas de organización más centralizadas o jerárquicas. Al mismo tiempo, a pesar de su desconfianza hacia los partidos políticos, los “nuevos movimientos” nunca trataron de excluir a los partidos y a sus afiliados de un papel significativo en el Foro. Por cierto, el FSM de 2004 en Mumbai fue organizado conjuntamente por una improbable coalición de movimientos sociales y de partidos marxistas leninistas, un conjunto de actores que no es conocido por sus armoniosas relaciones en el frente interior.
Tal vez una razón apremiante para el modus vivendi de los antiguos y nuevos movimientos fue la comprensión de que se necesitaban mutuamente en la lucha contra el capitalismo global y que la fuerza del novato movimiento global residía en una estrategia de redes descentralizadas que se basaba no sólo en la creencia doctrinaria de que una clase estaba destinada a dirigir la lucha sino en la realidad de la marginalización común de prácticamente todas las clases, estratos, y grupos bajo el reino del capital global.


Lo que constituye un “Espacio Abierto”

El FSM no ha estado exento, sin embargo, de críticas, incluso desde sus propias filas. Parecería que una crítica en particular tiene mérito. Es la acusación de que el FSM como institución no está anclado en luchas políticas globales reales, y que esto lo convierte en un festival anual con un impacto social limitado.
Esto contiene, a mi juicio, una verdad que no deja de tener su importancia. Muchos de los fundadores del FSM han interpretado el concepto de “espacio libre” de un modo liberal, es decir, que el FSM no endose explícitamente ninguna posición política ni lucha en particular, aunque sus grupos constituyentes pueden hacerlo.
Otros han estado en desacuerdo, diciendo que la idea de un “espacio abierto” puede ser interpretada de un modo partidario, como la promoción explícita de algunos puntos de vista por sobre otros y como una toma de posición abierta en luchas globales cruciales. Desde este punto de vista, el FSM sufre de la ilusión de que puede quedarse fuera del tumulto, y que esto conducirá a que se convierta en una especie de foro neutral, en el que la discusión estará cada vez más aislada de la acción. La energía de las redes de la sociedad civil deriva de que estén involucradas en luchas políticas, dicen proponentes de esta perspectiva. El motivo por el que el FSM resultó ser tan excitante en sus primeros años fue por su impacto afectivo: suministraba una oportunidad para recrear y reafirmar la solidaridad contra la injusticia, contra la guerra, y por un mundo que no estuviera sometido al control del imperio y del capital. Se dice que el que el FSM no haya adoptado posición sobre la Guerra de Iraq, sobre el problema palestino, y sobre la OMC, lo hace menos relevante y menos inspirador para muchas de las redes que había reunido.


Caracas contra Nairobi

Por eso el sexto FSM reunido en Caracas en enero de 2006 fue tan vigorizante y tónico: colocó a unos 50.000 delegados en el ojo de la tormenta de una lucha presente contra el imperio, donde se mezclaron con venezolanos militantes, sobre todo pobres, involucrados en un proceso de transformación social, mientras observaban a otros venezolanos, sobre todo de la elite y la clase media, que participaban en una amarga oposición. Caracas fue una estimulante confrontación con la realidad.
Es también el motivo por el que el sétimo FSM realizado en Nairobi fue tan decepcionante ya que su política fue tan diluida y los intereses del gran capital vinculados a la elite gobernante de Kenia fueron tan descarados en su comercialización. Incluso Petrobras, la corporación petrolera estatal brasileña que es uno de los principales explotadores de la riqueza en recursos naturales de Latinoamérica, se dedicó a pregonar que era amiga del Foro. Hubo un fuerte sentido en Nairobi de que se retrocedía en lugar de avanzar.
El FSM está en una encrucijada. Hugo Chávez capturó la esencia de la coyuntura cuando advirtió a los delegados en enero de 2006 sobre el peligro de que el FSM se convirtiera simplemente en un foro de ideas sin una agenda para la acción. Dijo a los participantes que no les quedaba otra alternativa que encarar la cuestión del poder: “Debemos tener una estrategia de 'contrapoder'. Nosotros, los movimientos sociales y los movimientos políticos, debemos ser capaces de ocupar espacios de poder al nivel local, nacional y regional.”
El desarrollo de una estrategia de contra-poder o de contra-hegemonía no tiene que significar que se vuelva a caer en viejos modos jerárquicos y centralizados de organización característicos de la antigua izquierda. Una estrategia semejante puede, en realidad, ser fomentada mejor mediante la formación de redes de múltiples niveles y horizontal en la que los movimientos y organizaciones representadas en el FSM se han distinguido en el fomento de sus luchas en particular. La articulación de sus luchas en la acción significará que se forjará una estrategia común mientras se ganan fuerzas de la diversidad y del respeto por esta última.
Después de la decepción que representó Nairobi, muchos antiguos participantes en el Foro se preguntan: ¿Es el FSM el vehículo más adecuado para la nueva etapa en la lucha del movimiento por la justicia global y la paz? O, habiendo cumplido su función histórica de sumar y vincular los diversos movimientos de oposición provocados por el capitalismo global, ¿será hora de que el FSM levante su campamento y deje sitio para nuevos modos de organización global de la resistencia y la transformación?

Nº:72 - La Globalización en retirada

La Globalización en retirada
Walden Bello

A comienzos de la década de 1990, se presumía que la globalización sería la ola del futuro. Hace quince años, los documentos de los pensadores globalistas como Kenichi Ohmae y Robert Reich celebraron el advenimiento del surgimiento del llamado mundo sin fronteras. El proceso por el cual las economías nacionales relativamente autónomas se transformarían en una economía global única funcionalmente integrada era pregonado como irreversible.
Cuando se lo incorporó por primera vez como término al vocabulario inglés a comienzos de la década de 1990, se presumía que la globalización sería la ola del futuro. Hace quince años, los documentos de los pensadores globalistas como Kenichi Ohmae y Robert Reich celebraron el advenimiento del surgimiento del llamado mundo sin fronteras. El proceso por el cual las economías nacionales relativamente autónomas se transformarían en una economía global única funcionalmente integrada era pregonado como irreversible.
Y aquellos que se oponían a la globalización fueron descartados con desprecio como una encarnación moderna de los ludistas que destruían las máquinas durante la Revolución Industrial.
Quince años después, a pesar de las marcas de productos que se consumen en todo el mundo y el aprovisionamiento externo, lo que se entiende por economía internacional sigue siendo una colección de economías nacionales. Estas economías son interdependientes, sin lugar a dudas, pero los factores domésticos determinan todavía en gran medida su dinámica.
La globalización, en realidad, ha alcanzado su nivel más alto y comienza a retroceder.


Predicciones brillantes, resultados decepcionantes

Durante el apogeo de la globalización se nos dijo que las políticas de Estado ya no importaban y que las grandes compañías pronto dejarían pequeños a los Estados. En realidad, los Estados todavía importan. La Unión Europea, el gobierno estadounidense y el Estado chino, son actores económicos más fuertes hoy que hace una década. En China por ejemplo, las empresas transnacionales marchan al son que toca el Estado y no a la inversa.
Es más, las políticas de Estado que interfieren con el mercado para desarrollar estructuras industriales o proteger el empleo todavía hacen la diferencia. De hecho, a lo largo de los últimos diez años, las políticas de gobiernos intervencionistas han marcado la diferencia entre el desarrollo y el subdesarrollo, la prosperidad y la pobreza. La imposición de controles al capital en Malasia durante la crisis asiática entre 1997-98 evitó que este país sufriera un proceso traumático como el de Tailandia o Indonesia. Los controles estrictos al capital también protegieron y aislaron a China del colapso económico que devoró a sus vecinos.
Hace quince años nos dijeron que esperáramos el surgimiento de una elite capitalista transnacional que manejaría la economía mundial. Ciertamente, la globalización se transformó en la "gran estrategia" de la administración Clinton, que avizoraba a la elite estadounidense primera entre pares en una coalición mundial liderando el camino hacia un nuevo y benigno orden mundial. Ese proyecto está hoy hecho trizas. Durante el reinado de George W. Bush, la facción nacionalista ha superado ampliamente a la facción transnacional de la elite económica. Los Estados de corte nacionalista están hoy compitiendo duramente unos contra otros, buscando que su propia economía se imponga sobre las otras.
Hace una década nacía la Organización Mundial del Comercio (OMC), sumándose al Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) como uno de los pilares del sistema de gobernanza de la economía internacional en la era de la globalización. Con aire triunfalista, los funcionarios de los tres organismos se reunieron en Singapur durante la primera reunión ministerial de la OMC en diciembre de 1996, y definieron la tarea pendiente de la "gobernanza mundial" como el logro de la "coherencia" – es decir, la coordinación de las políticas neoliberales de las tres instituciones para asegurar la integración tecnocrática de la economía mundial, sin sobresaltos.
Pero ahora Sebastián Mallaby, el influyente comentarista pro-globalización del Washington Post, se queja de que "la liberalización del comercio se ha estancado, la cooperación para el desarrollo es menos coherente de lo que debería ser, y la próxima conflagración financiera será atendida por un bombero herido". En realidad, la situación es peor aún de como él la describe. El FMI está prácticamente difunto. Conscientes de que el Fondo precipitó y empeoró la crisis financiera asiática, más y más países en desarrollo se niegan a pedir prestado del Fondo o están pagando por adelantado, a la vez que algunos declaran su intención de no volver a pedirle al Fondo nunca más. Entre estos países se incluyen Tailandia, Indonesia, Brasil y Argentina. Como el presupuesto del Fondo depende en gran medida del pago de las amortizaciones de la deuda de estos grandes prestatarios, este boicot se traduce en lo que un experto describe como "una reducción inmensa del presupuesto del organismo".
El Banco Mundial parece gozar de mejor salud que el Fondo. Pero habiendo tenido un papel central en la debacle provocada por las políticas de ajuste estructural que dejó a la mayoría de los países en desarrollo y las economías en transición que las implementaron, con mayor pobreza, más desigualdades y en estado de recesión, también el Banco atraviesa una crisis de legitimidad. Para agravar las cosas, un panel de expertos oficiales de alto nivel encabezado por el ex economista en jefe del FMI Kenneth Rogoff descubrió recientemente que el Banco ha manipulado sistemáticamente sus datos para hacer prevalecer su posición pro-globalización y ocultar los efectos adversos de la globalización.
Pero donde la crisis del multilateralismo es quizá más aguda es en la OMC. En el mes de julio pasado, la Ronda de negociaciones de Doha para una mayor liberalización del comercio llegó a su fin abruptamente cuando las conversaciones entre el llamado Grupo de los Seis se rompieron agriamente a raíz de la negativa de Estados Unidos a recortar sus enormes subsidios a la agricultura. El economista pro-libre comercio estadounidense Fred Bergsten comparó una vez a la liberalización del comercio y la OMC con una bicicleta: se cae si no avanza. El colapso de la organización que uno de sus directores generales describió una vez como la "joya en la corona del multilateralismo" podría estar más cerca de lo que parece.

Por qué se estancó la globalización

¿Por qué se vino a pique la globalización? Primero que nada, se exageró el alcance de la globalización. El grueso de la producción y las ventas de la mayoría de las transnacionales sigue teniendo lugar dentro de su país o región de origen. Existe solamente un puñado de compañías verdaderamente globales cuya producción y ventas están relativamente dispersas por igual en distintas regiones.
En segundo lugar, en vez de haber forjado una respuesta común y cooperativa ante la crisis mundial de sobreproducción, estancamiento y ruina ambiental, las elites capitalistas nacionales han competido entre sí para lograr esquivar el peso del ajuste. La administración Bush por ejemplo, ha promovido una política de un dólar débil como forma de fomentar la recuperación y crecimiento de la economía estadounidense a costa de Europa y Japón. También se ha negado a firmar el Protocolo de Kioto para lograr que Europa y Japón deban absorber los mayores costos del ajuste ambiental mundial, y conseguir de esta forma que la industria estadounidense resulte comparativamente más competitiva. Si bien la cooperación puede ser la opción estratégica racional desde el punto de vista del sistema capitalista mundial, los intereses capitalistas nacionales están preocupados fundamentalmente en no perder frente a sus rivales en el corto plazo.
Un tercer factor ha sido el efecto corrosivo del doble discurso desplegado descaradamente por la potencia hegemónica, Estados Unidos. Aun cuando la administración Clinton sí intentó encaminar a Estados Unidos hacia el libre comercio, la administración Bush, por el contrario, ha predicado hipócritamente el libre comercio y al mismo tiempo practica el proteccionismo. Por cierto, la política comercial de la administración Bush parece ser libre comercio para el resto del mundo y proteccionismo para Estados Unidos.
En cuarto lugar, ha habido una gran distancia entre la promesa de la globalización y el libre comercio y los resultados efectivos de las políticas neoliberales, que han sido más pobreza, desigualdades y recesión. Uno de los pocos lugares donde ha habido una disminución de la pobreza en los últimos 15 años es China. Pero fueron las políticas intervencionistas del Estado que controló las fuerzas del mercado, y no las prescripciones neoliberales, las responsables de haber sacado de la pobreza a 120 millones de chinos. Por otra parte, los defensores de la eliminación de los controles de capital han tenido que enfrentar el colapso real de las economías que adoptaron esta política a raja tabla. La globalización del sector financiero tuvo lugar mucho más rápido que la globalización de la producción. Pero demostró ser la avanzada no de la prosperidad sino del caos. La crisis financiera asiática y el colapso de la economía argentina, que afectaron a dos de los practicantes más doctrinarios de la liberalización de las cuentas de capital, constituyeron dos hitos decisivos en la revuelta de la realidad contra la teoría.
Otro factor que contribuye al quiebre del proyecto globalista deriva de su obsesión por el crecimiento económico. Por cierto, el crecimiento infinito es la médula de la globalización, el resorte central de su legitimidad. Si bien un informe reciente del Banco Mundial continúa –contra toda lógica—exaltando el crecimiento rápido como la clave para la expansión de la clase media en el mundo, el calentamiento global, el agotamiento inexorable del petróleo barato (peak oil) y otros eventos ambientales hacen que la población comience a tener claro que el ritmo y los patrones de crecimiento que acompañan a la globalización son una prescripción a toda prueba para alcanzar un Armagedón ecológico.
El último factor, que no debe subestimarse, es la resistencia popular a la globalización. Las batallas de Seattle en 1999, Praga en 2000 y Génova en 2001; la marcha masiva contra la Guerra realizada en todo el mundo el 15 de febrero de 2003, cuando el movimiento anti-globalización se metamorfizó en movimiento mundial contra la guerra, el fracaso de la reunión ministerial de la OMC en Cancún en 2003 y el casi fracaso de Hong Kong en 2005; el rechazo de los pueblos de Francia y Holanda a la Constitución Europea favorable a la globalización neoliberal en 2005 –fueron todos ellos encrucijadas claves de la lucha mundial de toda una década que ha hecho retroceder al proyecto neoliberal. Pero estos eventos de alto perfil no han sido más que la punta del iceberg, la suma de multitud de luchas contra el neoliberalismo y la globalización en miles de comunidades en todo el mundo, en las que han participado millones de campesinos, trabajadores, estudiantes, pueblos indígenas y muchos sectores de la clase media.


Postrada pero no vencida

Si bien la globalización puede estar postrada, aún no ha sido vencida. A pesar del descrédito, muchas políticas neoliberales continúan aplicándose en muchas economías ante la falta de alternativas creíbles a los ojos de los tecnócratas. Ante el panorama de estancamiento en la OMC, las grandes potencias comerciales están haciendo hincapié en los tratados de libre comercio (TLC) y los acuerdos de asociación económica (EPA, por su sigla en inglés) con los países en desarrollo. Estos tratados y acuerdos son de muchas maneras más peligrosos que las negociaciones multilaterales de la OMC, ya que a menudo exigen mayores concesiones en términos de acceso a los mercados y una aplicación más estricta de los derechos de propiedad intelectual.
Sin embargo, ya no todo es tan fácil para las grandes empresas y las potencias comerciales. Los neoliberales doctrinarios están siendo relevados de cargos importantes, dando paso a tecnócratas pragmáticos que a menudo subvierten las políticas neoliberales en la práctica, presionados por los movimientos populares. En el caso de los TLC, el Sur global está comenzando a darse cuenta de los peligros que implican y comienza a oponerles resistencia. Gobiernos clave de América del Sur, bajo la presión de sus ciudadanos, descarrilaron el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) –el gran plan de George W. Bush para el continente americano—durante la conferencia de Mar del Plata en noviembre de 2005.
Asimismo, una de las razones por las cuales mucha gente resistió al Primer Ministro Thaksin Shinawatra en los meses que precedieron al reciente golpe de Estado en Tailandia fue su afán por concluir un tratado de libre comercio con Estados Unidos. Por cierto, en enero de este año cerca de 10.000 manifestantes intentaron tomar por asalto el edificio de Chiang Mai, en Tailandia, donde funcionarios de los gobiernos de Estados Unidos y Tailandia negociaban el tratado. El gobierno que sucedió a Thaksin ha suspendido la negociación del TLC entre Estados Unidos y Tailandia, y el éxito de los tailandeses ha inspirado a los movimientos que en todas partes del mundo buscan frenar la firma de los TLC.
El retroceso de la globalización neoliberal es más marcado en Latinoamérica. Bolivia, país que ha sido explotado durante mucho tiempo por los gigantes extranjeros del sector energético, ha nacionalizado sus recursos energéticos bajo la presidencia de Evo Morales. Néstor Kirchner de Argentina ha dado el ejemplo de cómo los gobiernos de los países en desarrollo pueden enfrentar al capital financiero, al forzar a los tenedores de bonos del Norte a aceptar solamente 25 centavos por cada dólar que les adeudaba Argentina. Hugo Chávez ha lanzado un ambicioso plan para la integración regional, la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), un proyecto fundado en la cooperación económica genuina en lugar que en el libre comercio, y en el cual las transnacionales del Norte tienen muy poca o ninguna participación, y que está orientado por lo que el propio Chávez describe como una "lógica más allá del capitalismo"


La globalización en perspectiva

Hoy en día, la globalización no parece haber sido una nueva fase superior del desarrollo del capitalismo sino una respuesta a la crisis estructural subyacente a este sistema de producción. Quince años después de que fuera proclamada como la ola del futuro, menos que una "nueva fase exitosa" de la aventura capitalista, la globalización parece haber sido un esfuerzo desesperado del capital mundial para escapar de la recesión y el desequilibrio en que se sumió la economía mundial en las décadas de 1970 y 1980. El colapso de los regímenes socialistas centralizados en Europa Central y del Este distrajo la atención de la gente de esta realidad al comenzar la década de 1990.
Mucha gente de los círculos progresistas todavía piensa que la tarea del momento es "humanizar" la globalización; sin embargo, la globalización es una fuerza desgastada. La multiplicación de los conflictos económicos y políticos de la actualidad se parece, en todo caso, al período posterior al fin de lo que los historiadores llaman la primera era de la globalización, que se extendió desde 1815 a la irrupción de la Primera Guerra Mundial en 1914. La tarea urgente no es timonear a la globalización comandada por las transnacionales hacia una orientación "social demócrata", sino administrar su retirada para que no traiga el mismo caos y los mismos conflictos que caracterizaron su ocaso en aquella primera era.


Fuente: Revista Pueblos