viernes, enero 11, 2008

Nº:105 - Entrevista a Frei Betto y François Houtart

Entrevista a Frei Betto y François Houtart
“Los cambios van a afectar a una parte muy rica de la población”

Frei Betto, teólogo de la liberación y escritor, asesor especial de Lula y coordinador de la Movilización Social del Programa Hambre Cero; y François Houtard, del Centro Tricontinental de Lovaina la Nueva, sociólogo y sacerdote, hablaron con DIAGONAL en el Club Internacional de la Prensa de Santiago, momentos antes de la clausura del Simposio Pobre mundo Rico, celebrado en siete ciudades de Galiza, en torno a la lucha contra la pobreza y la desigualdad en el mundo. Los dos teóricos de la globalización desgranan las perspectivas del “socialismo del siglo XXI” en América Latina.

DIAGONAL: ¿Qué opinión merece la política desarrollada en el Estado español en este último período en relación al ‘socialismo del siglo XXI’?

FRANÇOIS HOUTART: Bueno, un socialismo que defiende los intereses capitalistas de España no me parece socialista. En Europa, tenemos el socialismo de la socialdemocracia que está luchando por tratar de conservar logros de las luchas sociales de hace 50 años, y más, de hace 150 años. Y con razón. Pero, generalmente, la mayoría de los países europeos se limita a eso, y ha perdido toda la crítica fundamental del sistema capitalista. Y así, tenemos un partido socialista francés que está dando al FMI su director, a la OMC su presidente. ¡Ellos, que son socialistas! Pero, ¿cuál es el sentido del socialismo? La palabra socialismo es muy ambigua; puede ser el estalinismo, puede ser Pol Pot, el maoísmo, Tony Blair, la socialdemocracia... ¿De qué hablamos cuando hablamos de socialismo? Es por eso que debemos hablar más sobre el contenido que sobre la palabra.

D.: Entonces, al igual que distinguimos el socialismo del liberalismo de la socialdemocracia, ¿cómo distinguimos el neoliberalismo dentro del liberalismo?

F. H.: Ahí hay algo que decir, porque hay una contradicción fundamental entre el neoliberalismo y el liberalismo. En el neoliberalismo, ya no hay nada más que liberar. El liberalismo fue, en cierta época, una liberación de ciertas estructuras medievales, como la nobleza y la iglesia. Pero el liberalismo ha sido totalmente vehiculado por el sistema económico hacia el liberalismo económico. Lo que es, evidentemente, una contradicción con el bienestar fundamental de los pueblos. El liberalismo, especialmente en su forma neoliberal, el neoliberalismo económico, significa abrir todos los intercambios en el mundo de bienes, de servicios y de capital, lo que a primera vista puede parecer interesante, porque es mejor que todo el mundo pueda vender e intercambiar en plena libertad. Pero dentro del sistema capitalista, del sistema de acumulación, la desigualdad de los agentes económicos es tal que dar la entera libertad significa privilegiar a los que tienen más poder. Y así acelerar el fenómeno de la desigualdad.

D.: En cuanto a Brasil, ¿podemos considerar la política de Lula como socialista o es todavía liberal?

FREI BETTO: La política de Lula no tiene nada de socialista. Diría que es una política liberal con matices populares. Lula ha mantenido una buena política exterior, con la condena de la invasión de Iraq, la ruptura con el FMI, el acercamiento a los países de África, de Asia, el apoyo a Venezuela, a la Bolivia de Morales, a Correa en Ecuador, a Cuba, a Nicaragua. La política exterior de Lula es extensible para la estabilidad de toda esta primavera democrática que hay ahora en América Latina. Pero, desde el punto de visa interno, las políticas sociales no son socialistas, no son políticas para cambiar el país. Acabo de ver en internet una encuesta sobre la calidad de la enseñanza (Informe Pisa 2006). Sobre una lista de 57 países, Brasil ocupa el puesto 52. Había muchas esperanzas puestas en el compromiso de Lula sobre esta cuestión. Pero hay más de neoliberalismo que de socialismo. Con ciertos rasgos democráticos populares.

D.: ¿Hay que temer una degradación del ‘socialismo del siglo XXI’? ¿Está cayendo en manos autoritarias?

F. B.: No, eso no va a pasar. No se van a repetir los errores que llevaron a los fracasos de unos y otros. Pero la gente aquí tiene que comprender que hay que hacer cambios en América Latina, cambios que, claro, van a afectar a los intereses de una parcela muy rica de la población. La gente pinta a Chávez, a Morales y a otros como si fueran mucho más diabólicos de lo que son. Ése es el problema, porque la gente no recuerda a Carlos Andrés Pérez, en Venezuela, que robaba todo el dinero y se iba a construir mansiones a Miami. ¿Por qué no se habla de eso? Voy a darte un ejemplo de lo tendenciosa que es la prensa en Europa: ¿Te puedes imaginar, desayunando, escuchar en televisión la siguiente noticia: “En una playa de California, esta mañana, un grupo de cubanos ha tomado una parte del territorio e implantado una base naval”? ¡Sería un escándalo! Pero hay una base naval en Guantánamo, en el litoral de Cuba, y la gente nunca se ha indignado, salvo porque ahora sirve de cárcel de supuestos terroristas. Portugal acabó con sus colonias, España acabó con sus colonias, China, todos los países europeos que tenían colonias en África, pero Estados Unidos tiene Puerto Rico, y nadie dice nada. Hay un país soberano, libre, de América Latina, que desde 1898 es una colonia, y no hay ninguna señal de que se vaya a permitir la recuperación y autodeterminación...

D.: Aunque se denomine Estado Libre Asociado.

F. B.: Sí, que al final no es Estado, ni libre, ni asociado. No se asoció, porque fue una imposición, y no se cuestiona si es un socio o tiene voluntad propia.

¿HACIA DÓNDE VA EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI?
D.: ¿Cuáles son las líneas directrices del ‘socialismo del siglo XXI’ que está por hacer?

F.H.: Pienso que no hay que rechazar las conquistas, porque hay conquistas reales, pero también hay fracasos, errores y crímenes fundamentales. Hay muchas conquistas en el plano de la educación, del nivel de vida, etc. Si se toman como referencia, nos damos cuenta de que, por ejemplo, una de las faltas del socialismo ha sido la de la atención a los problemas del entorno medioambiental. Ése es un fenómeno relativamente nuevo y que, creo, debe ser analizado correctamente, ya que puede ser fácilmente tergiversado, como lo hace Al Gore, que concluye que simplemente hay que cambiar los hábitos individuales, pero que no cuestiona todo el sistema económico y el sistema político que impiden precisamente resolver el problema. El segundo aspecto que me parece también nuevo es el problema de la interculturalidad, donde a menudo un determinado número de factores de las diferencias culturales no ha sido tomado en cuenta. Ahora somos mucho más sensibles a las diferencias: diferencias étnicas, diferencias de género, diferencias sexuales, etc. En cuanto a la democracia, igualmente, uno de los problemas del ‘socialismo del siglo XX’ es que se construyó un sistema, finalmente burocrático, que destruyó gran parte del funcionamiento democrático que representaban los soviets en un principio. Así pues, el ‘socialismo del siglo XXI’ debe incidir en la profundización de la dimensión democrática, con mucha más sensibilidad al funcionamiento democrático de las instituciones en los movimientos sociales contemporáneos. Veo en los Foros Sociales una demanda de poner fin a los autoritarismos, a los verticalismos que teníamos en ciertos movimientos sociales y políticos precedentes.