viernes, abril 18, 2008

Nº:119 - El impuesto Daly-Correa al carbono

El impuesto Daly-Correa al carbono
Joan Martínez Alier · Lucía Gallardo · Kevin Koenig · Max Christian

Resumen.- La OPEP tiene una oportunidad histórica para mostrar el liderazgo global en asuntos de sostenibilidad, aplicando un impuesto a las emisiones de dióxido de carbono (en la forma de un impuesto a las exportaciones de petróleo) administrado por un Fondo Mundial para el Desarrollo Sostenible. El impuesto tiene aspectos de justicia económica (ya que los países importadores gravan la importación de petróleo en perjuicio de los exportadores) y sobre todo de justicia climática, al lograr que los consumidores de petróleo paguen más por las emisiones que van a producir. Con el primer impuesto mundial al carbono, la OPEP generaría estabilidad en la economía global incorporando el costo del carbono desde la fuente, y de esta manera proveería de financiamiento equitativo a las economías en desarrollo destinando la recaudación a la reducción de la pobreza mundial y a la financiación de la transición energética. La OPEP sentaría un precedente único, al dar respuestas efectivas a los desafíos más importantes del siglo XXI: la pobreza, el cambio climático y el desarrollo sostenible.

Oportunidades de liderazgo de la OPEP


• Un impuesto marginal de 3 a 5 dólares por barril en la producción actual de la OPEP engendraría unos notables ingresos por año para crear un Fondo Mundial para el Desarrollo Sostenible. La cantidad que se recaudaría depende de la elasticidad-precio de la demanda. En la coyuntura actual el mercado mundial absorbería este impuesto de la OPEP con un muy leve descenso de la demanda. Precisamente, el impuesto tiene por objeto frenar la demanda (para evitar emisiones de dióxido de carbono) pero su nivel no llevaría a un brusco descenso de la demanda. Habría pues una recaudación neta de unos 40,000 o 60,000 millones de dólares, para:

- Compensar a los sectores empobrecidos de países en desarrollo por los altos costos de importación del petróleo

- Financiar los proyectos de mitigación y de adaptación al cambio climático.

- Financiar el desarrollo de alternativas y tecnologías energéticas sostenibles y no dañinas

• Opciones para fondos de implementación podrían incluir:

- Fondo de Desarrollo de la OPEP

- Fondos Especiales del Cambio Climático creado bajo el Protocolo Kyoto

- Un fideicomiso nuevo creado con participación internacional (Naciones Unidas)

- Recaudación depositada en el Banco del Sur para préstamos socio-ambientales.

• El eco impuesto Daly-Correa podría ser cobrado en base al contenido de carbono. Un barril de petróleo standard contiene unos 120 kg de carbono (que multiplicados por 3.7, dan 444 kg de CO2). Un impuesto de 5 dólares por barril, supone pues un costo de poco más de 10 dólares por tonelada de CO2, que está por debajo de los límites internacionalmente aceptados. Instituyendo proactivamente un impuesto en base a su contenido de carbono, la OPEP podría estimular la definición de impuestos similares sobre exportaciones de carbón mineral y de gas. El carbón produce por unidad de energía más emisiones de CO2 que el petróleo o el gas.

• La amenaza del cambio climático a la economía global no se debe medir en dinero ya que está en juego la propia resiliencia de los grandes sistemas ecológicos del mundo. Pero en cualquier caso, las estimaciones monetarias existentes de los daños que sucederán superan en mucho los impactos económicos potenciales de ese aumento marginal en el precio del petróleo.

• El eco impuesto Daly-Correa inyectará estabilidad a la economía global al gravar los costos del carbono desde la fuente y dar una señal clara, previsible y transparente a los mercados. El impuesto podría graduarse en el tiempo, de modo que, sin perder su objetivo de frenar la demanda y de producir una recaudación destinada al doble objetivo de reducir la pobreza y financiar la transición energética, pudiera aumentar algo, o disminuir algo, según coyunturas económicas.

La propuesta

La OPEP crea un impuesto llamado “Daly-Correa” a las exportaciones de petróleo y por tanto a las emisiones de carbono (Daly-Correa OPEC eco-tax). Este impuesto será administrado por un fondo mundial para el desarrollo sostenible. El impuesto tiene como objeto frenar las emisiones de dióxido de carbono y al mismo tiempo financiar la reducción de la pobreza y la transición energética. También puede servir para compensar a los gobiernos y a las comunidades locales por sus esfuerzos de conservación de los ecosistemas de extrema biodiversidad que operan como sumideros naturales de carbono, como son los bosques tropicales. El impuesto apoyaría iniciativas que estimulan el uso de energías alternativas y tecnologías que eviten la dependencia de los combustibles fósiles.

El Fondo Mundial para el Desarrollo Sostenible OPEP, promoverá la diversificación de la matriz energética en los países en desarrollo NO-Partes del Anexo I del Protocolo de Kyoto y operativizará el Principio de Compensación Internacional, gravando la ocupación del vertedero atmosférico desde la fuente.

Introducción


Uno de los fundadores de la economía ecológica, Herman Daly, discutió por primera vez las Oportunidades de la OPEP en el Desarrollo Sostenible en Viena el 29 de septiembre de 2001 (1). En su discurso a la OPEP, Daly resumió las justificaciones éticas y económicas para que actúe como fiduciaria y administradora global de la escasez de los sumideros de carbono, -la atmósfera y los océanos-; aprovechando su posición oligopólica para establecer un eco impuesto destinado a la mitigación del cambio climático y a lograr un desarrollo más sustentable.

Esta propuesta pasó casi desapercibida en círculos de gobierno hasta que el presidente Rafael Correa la retomó y la difundió mundialmente en la Tercera Cumbre de la OPEP en Riad del 18 de noviembre 2007. Allí propuso un impuesto del 3% sobre los precios de exportación de la producción de la OPEP para utilizarse en la lucha contra el cambio climático y para compensar los crecientes costos de energía de los países en desarrollo. La propuesta del Ecuador plantea un factor de justicia económica y un tema de fondo: la distribución internacional de las causas y efectos del cambio climático.

Gravar el consumo de combustibles fósiles a través del “Eco-Impuesto Daly-Correa” produciría un verdadero cambio en la distribución del flujo de recursos necesarios para que los países más afectados por el cambio climático y con menos responsabilidad frente a las emisiones de carbono sean justamente compensados.

A través del impuesto se crearía un Fondo Mundial para el Desarrollo Sostenible, el mismo que garantizará un flujo de financiamiento a los Países en desarrollo NO-Partes del Anexo I del Protocolo de Kyoto por sus esfuerzos de reducción de la pobreza, de conservación de los ecosistemas críticos para la estabilidad climática global, y para su transición hacia alternativas energéticas más sostenibles. El Impuesto Daly - Correa sería una contribución innovadora que resolvería los desafíos más importantes del siglo XXI: las injusticias socio-económicas y ambientales en el mundo de hoy, el cambio climático y el desarrollo sostenible.

Oportunidades de liderazgo para la OPEP


Cómo satisfacer las necesidades energéticas de la actual y de las futuras generaciones equitativamente y asegurar la sostenibilidad ecológica, es el desafío supremo del siglo XXI.

Mientras el mundo se acerca a la peor crisis ambiental de su historia, para mediados del presente siglo tres mil millones de personas esperarán tener acceso a la misma calidad de servicios energéticos del que actualmente disfrutan la mayoría de los países industrializados. Sin embargo, esta justa aspiración es ecológicamente insostenible si se mantiene o reproduce el actual patrón de desarrollo mundial.

La OPEP está en una posición única para corregir esta coyuntura crítica en la historia y al hacerlo, convertirse en una institución pionera en el tratamiento de los tres temas más importantes del siglo XXI: la pobreza, el cambio climático y el desarrollo sostenible. La OPEP por su característica tiene la capacidad única y por lo tanto, la responsabilidad moral de asumir el liderazgo en la sostenibilidad global para el beneficio de sus miembros, la estabilidad de la economía global y el bienestar de las futuras generaciones.

Un impuesto marginal a la producción actual de la OPEP generaría billones de dólares por año para crear un fondo para: i) compensar los costos altos de la importación de petróleo en los países en desarrollo; ii) mitigación y adaptación al cambio climático; y iii) financiar una transición energética hacia alternativas más sostenibles en los países en desarrollo y estimular la diversificación económica de los países exportadores de petróleo.

Las opciones para fondos de implementación podrían incluir: i) El Fondo de Desarrollo de la OPEP; ii) El Fondo Especial para el Cambio climático creado bajo el Protocolo de Kyoto y administrado por el FMAM para financiar la adaptación, la transferencia de tecnología y la diversificación económica de los países exportadores de petróleo; iii) un fideicomiso totalmente nuevo creado con participación internacional (ONU) y con capacidad programática, iv) depósitos en el banco del Sur para préstamos socio-ambientales.

El Impuesto Ecológico Daly-Correa (la Daly-Correa OPEC eco-tax) podría ser cobrada, a un nivel de 3 a 5 dólares por barril standard, de acuerdo con el contenido de carbono. Esto debería relacionarse con la Canasta de Referencia de la OPEP (ORB-12), -en la que los crudos más livianos tendrían un impuesto marginalmente inferior al que pagarían los crudos más pesados- . Al instituir la OPEP un impuesto sobre el contenido de carbono, está abogando por una posición internacional fuerte para estimular también un impuesto similar sobre alternativas que son grandes generadoras de carbono, como las arenas bituminosas de alquitrán, los esquistos de petróleo y la licuefacción del carbón mineral.

La subida del precio del crudo durante el último año demostró la relativa inelasticidad de la demanda de petróleo con respecto al precio, dado el crecimiento de la economía global actual. De hecho, los efectos del aumento de los precios son contrarrestados por la alta elasticidad-ingreso de la demanda de petróleo en las economías de antigua o nueva industrialización. Es decir, un mayor ingreso lleva a un consumo mayor de petróleo. Un aumento marginal en el precio del petróleo no tendría un impacto significativo, ni estimularía efectivamente las alternativas no petroleras. Frenaría un tanto la demanda, pero no la haría bajar. Eso ya es mucho, pues se trata efectivamente de frenar la demanda, para evitar que sigan creciendo las emisiones de dióxido de carbono al enorme ritmo actual (tres por ciento de aumento al año). La verdadera amenaza a la economía global no viene del aumento del precio del petróleo en unos pocos dólares sino del fracaso de Kyoto y el más reciente de Bali, es decir, la ausencia de medidas políticas efectivas de abatimiento de las emisiones de dióxido de carbono que llevará a crecientes impactos económicos del cambio climático. Al final, serán los países ricos los que impongan cuotas o impuestos a las emisiones de carbono, lo que perjudicará a los exportadores de petróleo. Es mejor para el mundo que la OPEP se anticipe.

Muchos de los países ricos gravan con impuestos la importación de petróleo y gas, perjudicando a los países exportadores, y hay mucha especulación sobre los impactos de futuras e inevitables políticas para combatir el cambio climático en los países que son grandes consumidores de petróleo, que llevarían a una inestabilidad económica a corto plazo y a una volatilidad de los mercados. El eco impuesto Daly-Correa fomentará la estabilidad en la economía global, al insertar el precio del carbono en el petróleo desde la fuente y así enviar una señal segura, transparente y previsible al mercado.

La OPEP puede desempeñar un papel clave para garantizar que los temas de justicia social y ambiental sean adecuadamente abordados. Si se reconoce la deuda ecológica de los países sumamente industrializados, las rentas de usar gratuitamente y en exceso los vertederos de carbono como son los océanos y la atmósfera, no deberían ser utilizadas para financiar exclusivamente la transición energética en los países industrializados y permitir que la "transferencia de tecnología" llegue al mundo en desarrollo por cuentagotas. Al contrario, esas rentas deben crear las condiciones para que los Países en desarrollo No- Partes del Anexo I, impulsen programas de reducción de la pobreza y modelos de desarrollo sustentable.

Entre las posibilidades para usar las rentas generadas por el eco impuesto Daly-Correa, se debe dar prioridad a compensar los costos altos de la energía para los países pobres que la importan. Pero también se debe dar protección al patrimonio cultural y a las comunidades locales por sus esfuerzos de conservación de los ecosistemas críticos para la estabilidad del clima global. Ecuador, por ejemplo, ha ofrecido no explotar sus reservas de petróleo más importantes con el fin de garantizar la supervivencia de los pueblos indígenas y el ecosistema global crítico de la Amazonia. El corazón del Yasuní puede ser preservado como un hábitat prístino por su asombrosa biodiversidad y por los pueblos indígenas en situación de aislamiento voluntario que allí habitan por solo $0.03 por barril producido por la OPEP (ya que el Ecuador ha pedido una compensación anual aproximada de 350 millones de dólares). La OPEP puede ser el líder global en la protección de otras áreas de enorme biodiversidad y culturalmente vulnerables del mundo.

La demanda de petróleo está asegurada. El tema crítico que debemos anticipar, en cuanto países productores, es la sostenibilidad del flujo de producción al ir llegando a los picos de las curvas de Hubbert en los distintos países de la OPEP. Al aplicar un impuesto sobre la exportación de nuestros recursos no renovables, aprovechando el poder de mercado que la OPEP proporciona, podemos reafirmar nuestro control sobre la longevidad productiva de nuestros campos, asegurando que nuestra capacidad productiva se alargue más hacia el futuro. Esta es tanto una obligación moral como una buena práctica empresarial: manejar bien nuestros recursos no renovables garantizando de esta manera, la salud a más largo plazo de la industria del petróleo.

El impuesto Daly - Correa se vincula con la iniciativa ecuatoriana Modelo Yasuní-ITT que propone represar bajo tierra más de 900 millones de barriles de petróleo que evitarían la liberación de más de 400 millones de toneladas de dióxido de carbono, a las que hay que sumar algunas más ahorradas debido a la deforestación evitada y al gas no quemado. El proyecto ecuatoriano está ubicado en una de las regiones más biodiversas del mundo: el Parque Nacional Yasuní donde viven varios pueblos indígenas; algunos, como los Tagaeri – Taromenani, se encuentran en aislamiento voluntario.

El compromiso ecuatoriano de no explotación de las mayores reservas petroleras del Ecuador; merece una justa compensación internacional que alcance el cincuenta por ciento de lo que Ecuador percibiría en el caso de que las reservas fuesen explotadas.

La iniciativa ecuatoriana garantizará el mejoramiento cualitativo de la economía, sin aumentar cuantitativamente la producción de materia-energía (crecimiento) y de esta manera, podrá garantizar la aplicación de una política de conservación integral de áreas sensibles, garantizar la integridad del territorio de los pueblos Tagaeri - Taromenani que viven en situación de aislamiento voluntario y contribuir a la reducción global de gases de efecto invernadero.

El Modelo Yasuní-ITT apunta a resolver el problema desde la fuente; convirtiéndose así en la mejor iniciativa de abatimiento de carbono que se haya presentado jamás por un país petrolero. De ahí el interés con que se viene siguiendo alrededor del mundo aunque hay en círculos conservacionistas y de la cooperación internacional quien se pone celoso cuando las ideas llegan del sur.

¿Por qué necesitamos un impuesto al carbono?

La Convención Marco de Cambio Climático (CMCC) y sus órganos científicos han reconocido que los impactos de cambio climático recaerán desproporcionadamente sobre los países en desarrollo.

El Protocolo de Kyoto concedió a los países industrializados una especie de indulto sobre sus emisiones anteriores a 1990. Es decir, las emisiones históricas de carbono no han sido consideradas y por tanto, se ha abandonado el debate sobre "la deuda de carbono" fundamento del Principio de Compensación Internacional. Además se dio generosas cuotas a los países más ricos. Un ejemplo: bajo la "burbuja" europea, España puede aumentar sus emisiones un 15 por ciento aunque per capita está muy por encima del promedio mundial. De hecho, España ha aumentado (desde el 1990) más del 40 por ciento, pero no debe pagar por ahora ninguna compensación. En cuanto a los mecanismos de "flexibilidad", Kyoto se basa en un esquema de permisos y créditos de emisiones donde la mayoría de proyectos que se desarrollan bajo este esquema tienen falsas y no verificables reducciones de emisiones.

Siguiendo el esquema de Kyoto, las actuales políticas internacionales de cambio climático, se han centrado en el mercado de emisiones, la aplicación de Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL), y la promoción del mercado voluntario de carbono, en lugar de enfrentar el verdadero problema: la quema de combustibles fósiles. El Banco Mundial es uno de los principales actores en este campo, pues se calcula que tiene un portafolio de proyectos de mercado de carbono de más de 1.000 millones de dólares. Otros actores beneficiados por este esquema de mercado son las empresas extractivas, que adquieren derechos de emisión tras la inversión en proyectos en el extranjero que economizarán carbono.

Mientras esto sucede los países y comunidades que conservan los principales sumideros de carbono forestales o en pastizales, que apenas usan los océanos y la atmósfera para verter emisiones, y que ofrecen renunciar o renuncian a la explotación de sus reservas de petróleo, gas o minería de carbón evitando de esta manera la liberación de millones de toneladas de CO2, no son justamente compensados.

Antes de la Revolución Industrial la concentración de carbono en la atmósfera se mantuvo sin superar los 280 ppm y en tan solo siglo y medio, la concentración de carbono atmosférico subió a 382 ppm -un nivel al que no se ha llegado en los últimos cuatrocientos cincuenta mil años-. El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) (2) ha determinado que el rango más bajo de concentración de carbono atmosférico que brindará todavía una oportunidad para estabilizar el clima global por debajo de un aumento de 2 grados centígrados es de 450 ppm. La concentración está aumentado 2 ppm al año, o sea que en poco más de treinta años se alcanzará esa peligrosísima cifra de 450 ppm.

De continuar con el nivel de emisiones actuales -las emisiones de dióxido de carbono a nivel mundial están aumentando a un 3% anual-, en tres décadas se llegaría a este punto, donde los cambios químicos de la atmósfera son poco predecibles, las corrientes marinas pueden cambiar, y la vida humana y la biogeografía habrán cambiado inevitablemente. La OPEP no puede desentenderse de tales amenazas. Debe jugar un papel activo.

Los Países en desarrollo NO- Partes del Anexo I del Protocolo de Kyoto, no deberían reproducir innecesariamente el actual patrón de desarrollo aunque tendrían todo el derecho. Tampoco deberían esperar a que la transición hacia modelos de desarrollo sustentables sea hecha por los países industrializados y que llegue a los países en desarrollo de gota en gota o cuando las alternativas energéticas sean costosas e inaccesibles porque sus economías estén ya encerradas en patrones tecnológicos basados en combustibles fósiles.

Al contrario, el Impuesto Daly Correa, permitirá que las rentas por la ocupación de un bien público global se utilicen para financiar una transición hacia un modelo de desarrollo sustentable. La OPEP tiene ya un pequeño fondo (del orden de 300 millones de dólares) que subsidia las investigaciones sobre tecnologías para secuestro de carbono, pero puede y debe ir mucho más allá, con unos ingresos del impuesto Daly-Correa (de unos pocos dólares por barril) del orden de 40,000 a 60,000 millones de dólares anuales.

El Informe Stern sobre la Economía del Cambio Climático (3) afirma que el fracaso en la reducción del crecimiento de las emisiones de los gases de efecto invernadero podría causar, para empezar, un costo estimado de 5% del PIB mundial por año; con lo cual, la amenaza del subdesarrollo y la pobreza crónica es más pronunciada y el cumplimiento de los Objetivos del Milenio se ve seriamente amenazado. Esto significa que en un futuro próximo, los costos económicos del cambio climático en la economía mundial superarán en mucho los impactos económicos de un impuesto ecológico marginal. Resulta, por tanto, mucho mejor para la economía global ayudar a mitigar el cambio climático hoy que enfrentarse a los cada vez mayores costos de abatimiento de carbono.

De acuerdo con el IPCC, seguir emitiendo gases con efecto invernadero una vez superado el límite que asegura mantener el aumento de la temperatura media global debajo de 2ºC; le costaría a quien contamina al menos $100/tCO2, de ahí que los países industrializados quieran que estos costos sean asumidos por los países en desarrollo; ahorrándose miles de millones de dólares para no sacrificar su consumo energético.

En cuanto a los costos de adaptación al cambio climático, el Banco Mundial (4) ha hecho estimaciones de que se requerirán entre 10 - 40 mil millones de dólares anuales, para cubrir las necesidades de adaptación al cambio climático de los países en desarrollo. Buena parte de los costos de adaptación al cambio climático se resolverían vía créditos, Ayuda Oficial al Desarrollo, con inversión extranjera directa o inversión nacional. En término sencillos, los países en desarrollo tienen que asumir los desafíos de la adaptación al cambio climático incrementando su endeudamiento financiero. Después, para pagar esas deudas (contraídas por ejemplo para asegurar el suministro de agua en países andinos cuyos glaciares retroceden), se verán forzados a exportar más combustibles fósiles a precios que para los países ricos resultan baratos (de ahí que les coloquen impuestos).

El índice de Financiación para la Adaptación desarrollado por OXFAM (5), por ejemplo, considera que 28 países son los responsables de financiar la adaptación en los países en desarrollo. De acuerdo al estudio, los Estados Unidos y la Unión Europea deberían aportar conjuntamente alrededor del 75% de los fondos necesarios (EEUU algo más del 40% y la UE más de un 30%). Japón, Canadá, Australia y la República de Corea deberían aportar alrededor del 20% de los costos, siendo Japón quien deberá asumir la mitad de este porcentaje. Pero hay que rechazar los créditos para adaptación y pedir en cambio el pago de la deuda ecológica por excesivas emisiones históricas y actuales de dióxido de carbono.

Bajo el principio de responsabilidad común pero diferenciada reconocido en el Protocolo de Kyoto; los fondos internacionales para atender al cambio climático no sitúan la verdadera responsabilidad que algunos países industrializados tienen sobre sus emisiones históricas de carbono. Algunos de los fondos existentes como El Fondo para los países menos avanzados o El Fondo Especial para el Cambio Climático del GEF funcionan con donaciones voluntarias; mientras que el Fondo para la Adaptación de Naciones Unidas, sería el primer fondo financiado por el 2% sobre los créditos de carbono generados bajo los MDL del Protocolo de Kyoto.

Frente a esta realidad, el principio que inspira a la iniciativa ecuatoriana para la OPEP es que los países que históricamente han producido y continúan produciendo un exceso de dióxido de carbono per capita tienen una "deuda de carbono" y que los países que no han usado apenas los vertederos de carbono y que por el contrario han conservado las áreas ecológicamente sensibles que contribuyen al equilibrio climático, deberían ser compensados. Sobre todo cuando existen distorsiones que profundizan la inequidad en el tratamiento del cambio climático, como el subsidio anual total de los países en desarrollo hacia los países industrializados por las emisiones globales de carbono que estos han realizado por la producción de las ¾ partes de las emisiones, en lugar de ¼ partes que les correspondía por su población y que al cuantificarse podría alcanzar alrededor de $ 75000 millones al año (6). Esta situación debe rectificarse.

Bajo el principio de responsabilidad común pero diferenciada reconocido en el Protocolo de Kyoto; los fondos internacionales para atender al cambio climático no sitúan la verdadera responsabilidad que algunos países industrializados tienen sobre sus emisiones históricas de carbono. Algunos de los fondos existentes como El Fondo para los países menos avanzados o El Fondo Especial para el Cambio Climático del GEF funcionan con donaciones voluntarias; mientras que el Fondo para la Adaptación de Naciones Unidas, sería el primer fondo financiado por el 2% sobre los créditos de carbono generados bajo los MDL del Protocolo de Kyoto.

Frente a esta realidad, el principio que inspira a la iniciativa ecuatoriana para la OPEP es que los países que históricamente han producido y continúan produciendo un exceso de dióxido de carbono per capita tienen una "deuda de carbono" y que los países que no han usado apenas los vertederos de carbono y que por el contrario han conservado las áreas ecológicamente sensibles que contribuyen al equilibrio climático, deberían ser compensados. Sobre todo cuando existen distorsiones que profundizan la inequidad en el tratamiento del cambio climático, como el subsidio anual total de los países en desarrollo hacia los países industrializados por las emisiones globales de carbono que estos han realizado por la producción de las ¾ partes de las emisiones, en lugar de ¼ partes que les correspondía por su población y que al cuantificarse podría alcanzar alrededor de $ 75000 millones al año (6). Esta situación debe rectificarse.

Bajo el principio de responsabilidad común pero diferenciada reconocido en el Protocolo de Kyoto; los fondos internacionales para atender al cambio climático no sitúan la verdadera responsabilidad que algunos países industrializados tienen sobre sus emisiones históricas de carbono. Algunos de los fondos existentes como El Fondo para los países menos avanzados o El Fondo Especial para el Cambio Climático del GEF funcionan con donaciones voluntarias; mientras que el Fondo para la Adaptación de Naciones Unidas, sería el primer fondo financiado por el 2% sobre los créditos de carbono generados bajo los MDL del Protocolo de Kyoto.

Frente a esta realidad, el principio que inspira a la iniciativa ecuatoriana para la OPEP es que los países que históricamente han producido y continúan produciendo un exceso de dióxido de carbono per capita tienen una "deuda de carbono" y que los países que no han usado apenas los vertederos de carbono y que por el contrario han conservado las áreas ecológicamente sensibles que contribuyen al equilibrio climático, deberían ser compensados. Sobre todo cuando existen distorsiones que profundizan la inequidad en el tratamiento del cambio climático, como el subsidio anual total de los países en desarrollo hacia los países industrializados por las emisiones globales de carbono que estos han realizado por la producción de las ¾ partes de las emisiones, en lugar de ¼ partes que les correspondía por su población y que al cuantificarse podría alcanzar alrededor de $ 75000 millones al año (6). Esta situación debe rectificarse.

Modelo Yasuní-ITT : cambio de modelo por el cambio climático

El Modelo Yasuní-ITT podría convertirse en el primer modelo de conservación y desarrollo financiado por el Impuesto Daly-Correa. A través de la iniciativa gubernamental Modelo Yasuní-ITT, el gobierno ecuatoriano se compromete a conservar una de las regiones más biodiversas del mundo, garantizar la integridad del territorio de los Tagaeri-Taromenani y evitar la liberación de millones de toneladas de carbono a través de la implementación de un innovador modelo de abatimiento de carbono, que represará más de 400 millones de toneladas de carbono, que son verificables y cuantificables.

Ecuador es uno de los países con mayor biodiversidad por hectárea en el mundo. Sin embargo, las externalidades ambientales y sociales como los daños locales de la extracción, transporte y refinación de hidrocarburos, pérdida de biodiversidad, contaminación de sus fuentes de agua, extinción de grupos indígenas no han sido debidamente restadas en sus cuentas nacionales.(7)

Adicionalmente, Ecuador está viviendo los efectos negativos del cambio climático a través de la pérdida de sus glaciares en el caso del Antisana o de los Ilinizas; el incremento de nivel del mar amenaza a ciudades importantes como Guayaquil y la posible conversión de su selva amazónica en sábanas provocaría una crisis económica y social incuantificable.

El proyecto petrolero ITT alberga un crudo de 14,7 grados API aproximadamente. Sus reservas probadas y probables alcanzan los 920 millones de barriles -cifra que corresponde a más del veinte por ciento del total de las reservas petroleras que posee el Ecuador-. La explotación petrolera del ITT implicaría la producción de aproximadamente 100.000 barriles diarios de crudo extra-pesado, con utilidad anual de 720 millones de dólares.

El gobierno ecuatoriano pide a la comunidad internacional una justa compensación a su esfuerzo de evitar la liberación de millones de toneladas de dióxido de carbono, contribuyendo así a los grandes esfuerzos de la Humanidad por detener los impactos del cambio climático. Esta compensación internacional se canalizará a través del Fondo Yasuní-ITT, estimado en alrededor de 4 mil millones de dólares, cuyo interés le podría generar al Ecuador rentas permanentes cercanas a los 350 millones de dólares anuales durante el periodo en que el petróleo hubiera sido extraído.

Ecuador está aportando a esta iniciativa, el monto diferencial que como país dejará de percibir (al menos 350 millones de dólares anuales). Con esta contraparte, el país plantea una contribución tangible y fuerte (comparada con su nivel de ingreso y desarrollo) en el marco de los países comprometidos globalmente con la búsqueda de logros en la reducción de las emisiones de dióxido de carbono y de conservación de la biodiversidad que sean justos y equitativos para las presentes y futuras generaciones.

Las emisiones ecuatorianas por persona (2.3 toneladas de CO2) están por debajo del promedio mundial de emisiones de CO2 per capita (4.18 toneladas de CO2) y sumamente distantes de las emisiones per capita de los países industrializados (Estados Unidos, 19.73 tCO2). A pesar de lo cual, Ecuador esta dando señales de su compromiso con el cambio climático al planificar para los años 2007-2011, la ejecución de planes y proyectos que le permitan diversificar su matriz energética.

El camino hacia este nuevo modelo de desarrollo se enmarca en un programa hidroeléctrico muy ambicioso; con políticas dirigidas a aumentar la eficiencia a nivel de los consumidores finales de energía, con el impulso de un sistema de reconversión de centrales térmicas para optimizar su eficiencia; la sustitución de diesel por gas natural; el mejoramiento de la calidad de uso automotriz con los programas de etanol en ciudades como Guayaquil; entre otras medidas. Dentro de estas iniciativas sobresale el "Programa Cero Combustibles en Galápagos" - un plan integral de acción que tiene como objetivo eliminar gradualmente el uso de combustibles fósiles en las Islas e impulsar el uso de Energías Renovables para Galápagos ERG -. Hay gran potencial eólico y de energía solar en Ecuador.

En este contexto, el Modelo Yasuní-ITT se podría financiar con el impuesto Daly-Correa si no llegara la compensación exterior directa. Ecuador garantizaría el inicio de una transición hacia una economía sostenible que le permita destinar recursos a la reducción de la pobreza al tiempo que consigue:

- Disminuir su dependencia de la utilización de combustibles fósiles;

- Implementar una política integral de conservación de ecosistemas sensibles;

- Sustituir la energía termoeléctrica;

- Estimular proyecto de eficiencia energética;

- Impulsar el desarrollo, investigación e inversión en energías renovables: eólica, solar, geotérmica;

- Sentar las bases para una transición hacia una economía no dependiente de las explotaciones petroleras;

- Impulsar una economía sostenible en el desarrollo de servicios y productos ambientales, impulsando también construcción de viviendas para sectores populares y edificios públicos (como escuelas) que sean modelos de eficiencia energética.

Conclusiones

El eco impuesto Daly-Correa representa un nuevo desafío y un cambio de época para la OPEP que hasta ahora se había negado (podríamos decir) a poner el cambio climático en el centro de su política. Este cambio permitirá realizar las rectificaciones institucionales que garanticen la estabilidad climática mundial. De lo contrario, el cambio climático traerá graves implicaciones no solamente para la estabilidad de la economía y de los mercados sino que causará impactos para la sobrevivencia y sostenibilidad de la vida humana en el planeta por las que seremos maldecidos por las futuras generaciones. Un buen gobernante debe tener una visión del futuro más larga y una "tasa de descuento" más baja que una empresa petrolera.

Las oportunidades para la OPEP son tanto de justicia económica como de justicia ambiental, son tanto financieras como morales. Su liderazgo en asumir un papel pro activo en temas sobre el cambio climático y el desarrollo sustentable marcará la historia de esta organización.

El eco-impuesto Daly-Correa, al gravar la venta de exportaciones de petróleo (tratando de abarcar también el gas y el carbón mineral), gravará los costos del carbono desde la fuente, en vez de gravar las emisiones de carbono en los países importadores netos de combustibles fósiles como la Unión Europea discutió en 1992 (con el comisario Rippa di Meana, que propuso 10 dólares de eco-tax por barril de petróleo), y como Clinton-Gore plantearon ya en el 1993 (la BTU tax) sin éxito por la oposición, entonces, del Senado. De esta manera, la OPEP lograría lo que el Protocolo de Kyoto no ha logrado en más de diez años. Al mismo tiempo, la OPEP inmunizará a sus miembros de las disrupciones e incertidumbres que otros impuestos o iniciativas sobre cambio climático puedan causarles afectando sus intereses.

El Fondo Mundial para el Desarrollo Sostenible generaría un flujo permanente de recursos para fines socio-ambientales de reducción de pobreza y transición energética hacia países que como Ecuador se comprometan decididamente a conservar los ecosistemas más sensibles, garantizar la protección de las comunidades locales que habitan en estas áreas, e impulsar modelos de desarrollo sustentables.

A través del impuesto Daly-Correa, la OPEP puede proteger y avanzar los intereses de sus miembros con respecto al cambio climático, y con visión y liderazgo ayudar el mundo frenar la amenaza más grande del siglo XXI. ¿Aceptará la OPEP este desafío?

NOTAS:
(1) Ponencia invitada para la conferencia, “OPEP y el Equilibrio Energético Global: Hacia un Futuro Energético Sostenible”, septiembre 2001, Viena, Austria.
(2) Climate Change 2007. The Physical Science Basis. Wortking Group I Contribution to the Fourth Assessment Report of the Intergovermental Panel on Climate Change. (3) Stern, Nicholas. The Economics of Climate Change. The Stern Review, Cambridge, UK Government HM Treasury, October 2006. (4) The World Bank, Clean Energy and Development: Toward an Investment Framework. Environmental and socially Sustainable Development vice Presidency Infrastructure vice Presidency, April 5, 2005, ix. 17. (5) Financing adaptation "Why the UN´s Bali Climate Conference must mandate the search for new funds", Oxfam Briefing Note, December 2007. Pg 3-4. Oxfam International. (6) En 1995, la economista Jyoti Parikh, quien perteneció al Panel Intergubernamental de Cambio Climático constató que las emisiones globales promedio eran de aproximadamente de una tonelada de carbono (3.7 ton. de CO2) por persona por año. Los países industrializados producían ¾ partes de estas emisiones en lugar de 1/4 parte que es lo que les correspondan por su población. La diferencia era del 50% del total de las emisiones aproximadamente 3000 millones de toneladas. Si contemplamos el aumento del costo marginal de la reducción, las primeras 1000 millones de toneladas podría reducirse a un costo de aproximado de $15 por tonelada, pero posteriormente este costo se incrementaría mucho más. Si tomamos $25 como precio promedio, entonces existiría un subsidio anual total de $75000 millones de los países del Sur hacia países del Note. En: Parikh, J.K (1995), "Joint Implementation and the North and South Cooperation for Climate Change" International Environmental Affairs, 7,I. (7) Fander Falconí, Economía y Desarrollo Sostenible. ¿Matrimonio feliz o divorcio anunciado?, Flacso, Quito, 2005.

Joan Martínez Alier es catedrático de teoría económica en la Universidad de Barcelona y reconocido especialista en economía ecológica. Lucía Gallardo es una investigadora y activista de la organización ecuatoriana Acción ecológica. Kevin Koenig es un activista del grupo Amazon Watch contra el petróleo. Y Max Christian es un investigador en temas de economía ecológica.

viernes, abril 11, 2008

Nº:118 - Especulación y crisis: ya basta

Especulación y crisis: ya basta

La finanza desregulada destruye la sociedad. Lo hace silenciosamente y a diario, cuando los accionistas exprimen las empresas, es decir, a los asalariados, para extraer de ellos más y más rentabilidad, tanto en el Norte como en el Sur. Lo hace a bombo y platillo y rompiendo moldes, con las crisis agudas en las que brutalmente se revelan los inverosímiles excesos de la codicia especulativa y su impacto en la actividad y el empleo. Paro, precarización, acentuación de las desigualdades: los asalariados y la gente más pobre tienen que cargar con el coste de la especulación, o con el perjuicio del crack consiguiente.

Desde hace dos décadas, la curva de la finanza mundial no es más que una larga serie de crisis: 1987, crack bursátil; 1990, crisis inmobiliaria en Estados Unidos, Europa y Japón; 1994, crack obligatario norteamericano; 1997 y 1998, crisis financiera internacional; 2000-2002, crack Internet; 2007-2008, ahora, crisis inmobiliaria y, quizá, crisis financiera global.
¿Por qué esa repetición? Porque todas las trabas a la circulación de capitales y a la innovación financiera han sido abolidas. En cuanto a los bancos centrales, que han dejado que se hinchara la burbuja, ya no tienen más alternativa que la de abalanzarse a socorrer a bancos y fondos especulativos que se quedan sin liquidez.

No nos quedaremos de brazos cruzados esperando la próxima crisis financiera, y ya no soportaremos nunca más las extravagantes desigualdades que la finanza de mercado ha hecho prosperar, ni los peligros que ella nos hace correr a todos nosotros. La inestabilidad forma parte, intrínsecamente, de la desregulación financiera, y por eso, ¿para qué sirven los irrisorios llamamientos a la “transparencia” o a la “moralización”? ¿Cómo podrían cambiar ni un ápice lo que ocurre y, por lo tanto, impedir que las mismas causas, de nuevo, produzcan los mismos efectos? Poner fin a ello supone intervenir en el corazón mismo del “juego”, es decir, transformar radicalmente las estructuras. Pero, en el seno de la Unión Europea, cualquier perspectiva de transformación tropieza con la increíble protección que los Tratados decidieron conceder al capital financiero.

Por eso nosotros, ciudadanos europeos, reclamamos la abrogación del artículo 56 del Tratado de Lisboa que, al prohibir cualquier restricción a sus movimientos, ofrece al capital financiero las condiciones para su dominación aplastante de la sociedad. Y reclamamos también que se restrinja la “libertad de establecimiento” (artículo 48), que deja oportunamente al capital la posibilidad de desplazarse allí donde las condiciones le son más favorables, y permitiría así a las instituciones financieras encontrar asilo en la City de Londres o en otros puntos.

Si por “libertad” debe entenderse la que tienen los poderes dominantes, hoy personificados por la finanza, para someter al resto de la sociedad, digamos inmediatamente que no la queremos. Preferimos otra: la de los pueblos que quieren vivir sin servidumbre a la rentabilidad financiera.

Elmar Altvater - Universidad Libre de Berlín, Alemania
Geneviève Azam - Universidad de Toulouse, Francia
Riccardo Bellofiore - Universidad de Bérgamo, Italia
Robin Blackburn - New School for Social Research of New York, Estados Unidos
Jérôme Bourdieu - Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales (EHESS), Francia
Mireille Bruyere - Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS), Francia
Alain Caille - Universidad de París-Nanterre X, Francia
Claude Calame - Universidad de Lausana, Suiza
François Chesnais - Universidad de París-Villetaneuse XIII, Francia
John Christensen - Director del Tax Justice Network, Reino Unido
Christian Comeliau - Universidad de Troyes, Francia
Laurent Cordonnier - Universidad de Lille I, Francia
Jacques Cossart - Miembro del consejo científico de ATTAC, Francia
Thomas Coutrot - Director del Departamento Condiciones de Trabajo del Ministerio de Asuntos Sociales, Francia
Gérard Dumenil - Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS), Francia
Miren Etxezarreta - Universitat Autònoma de Barcelona, España
Marica Frangakis - Grupo Euromemorándum por una política económica alternativa, Grecia
Jean Gadrey - Universidad de Lille I, Francia
Susan George - Directora asociada del Transnational Institute, Holanda, y presidenta honoraria de ATTAC, Francia
Bernard Guibert - Instituto Nacional de Estadísticas y Estudios Económicos (INSEE), Francia
John Grahl - Universidad London Metropolitan, Reino Unido
Robert Guttmann - Universidad Hofstra, Estados Unidos
Jean-Marie Harribey - Universidad de Burdeos, Francia
Michel Husson - Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IRES), Francia
Pauline Hyme - Universidad de Lille I, Francia
Matthieu Leimgruber - Universidad de Lausana, Suiza
Frédéric Lordon - Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS), Francia
Birgit Mahnkopf - Universidad de Kassel, Alemania
François Morin - Ex consejero del Banco de Francia, Universidad de Toulouse I, Francia
Ramine Motamed-Nejad - Universidad de la Sorbona, Francia
René Passet - Universidad de la Sorbona, Francia
Dominique Plihon - Universidad de París XIII (Francia)
Renato di Ruzza - Universidad de Provence, Francia
Jacques Sapir - Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales (EHSS), Francia
Eric Toussaint - Comité de Acción contra la Deuda, Bélgica
Peter Wahl - World Economy and Ecology Development, Alemania
Frieder Otto Wolf - Universidad Libre de Berlín, Alemania

viernes, abril 04, 2008

Nº:117 - De la resistencia a la construcción de alternativas

De la resistencia a la construcción de alternativas
Carlos Martínez García - Politólogo. Coordinador de ATTAC España

Ultimemente estamos comenzando a vislumbrar un nuevo debate acerca de los Foros Sociales Mundiales y su futuro. Partiendo de una experiencia satisfactoria acumulada, nos planteamos sin lugar a dudas todas y todos los actores implicados como continuar y como no morir de éxito. Claro en el caso de que se entienda por éxito, el haber sido capaz de reunir varios miles de personas durante nueve años en tres continentes distintos, junto a la convocatoria hace cinco años de una acción contra la guerra – invasión de Irak, que fue sin lugar a dudas la primera movilización global y que sacó millones de personas a las calles del mundo.

Ciertamente no ha sido un logro menor, siendo una respuesta acertada frente la doctrina neoliberal del actual capitalismo financiarizado y agresivo. Un paso más de aquello que comenzó en Seattle, transformándolo en resistencia global al tiempo que un contrapeso a las reuniones de los poderosos en Davos.


¿HACÍA EL FIN DE LA HISTORIA, O LA ANELADA MUERTE DE LAS ALTERNATIVAS?

El fin de la historia, no existe ya. Siempre fue falso, si bien los liberales y conservadores pensaron haber vencido, tras el hundimiento de la URSS y la conversión de China al capitalismo de estado o más bien al capitalismo regido por sus actuales elites “comunistas”. Hundido el bloque soviético e introducido en el mercado, aunque con características propias y muy específicas en China, los neoconservadores, pensaron que ya no había enemigos de su causa.

Quedaba un adversario a eliminar y este era la socialdemocracia, pero a está tras unos pocos años de incertidumbre, le surge una pistola para su propio suicidio, llamada “Tercera Vía”, que no era otra cosa, sino un camino teórico hacia el socioliberalismo y sobre todo una recreación a escala global del Partido Demócrata de los USA, como modelo político.

Esta vía de abandono de las tesis del reformismo obrero y de las políticas redistributivas y defensoras del estado del bienestar, tiene cierto es resistencias internas en Alemania o por parte de algunos/as teóricas e intelectuales socialdemócratas de otros Países Europeos, como el ala izquierda del PSF, Izquierda Socialista o el sector nucleado en torno a la Fundación Sistema. Otros socialistas y laboristas están a la búsqueda de apoyos teóricos nuevos como un “Republicanismo” versión “ligera” en el caso español, pero que no acaba de cuestionar el sistema económico que los técnicos y gestores neoclásicos y ortodoxos trazan e imponen como irremediable a pesar de sus estrepitosos fracasos “profesionales”.

En resumen camino abierto a las expectativas de dominación del Imperio y del “mercado”, triunfo del liberalismo ultraconservador e intervencionista made in USA según pensaban los estrategas del tinglado Bush.

¿ COMIENZA UNA CRISIS DEL SISTEMA ACTUAL?

Lo cierto, es que esa estrategia según muchos académicos y analistas está fracasada o en vías de hacerlo y enumeremos algunas de sus causas.

En primer lugar Los EE.UU están empantanados en Irak y la guerra desde el punto de vista militar es un fiasco, pero además se ha llevado por delante a la mayoría de sus aliados políticos y probablemente a la propia administración ultraconservadora.

En segundo lugar el capitalismo financiarizado va de una crisis a otra fruto entre muchas razones de su propio carácter especulativo y volátil, contando además con un dólar debilitado y una economía USA con una deuda externa intolerable de no ser por que el resto del mundo se la financiamos.

A los USA se les está empezando a plantar cara desde instancias institucionales incluso por parte de algunos Estados. Su principal valedor político relevante es actualmente la Unión Europea y curiosamente su principal apoyo financiero China, entre otras potencias asiáticas.

Rusia se rearma y África le planta cara a la UE, además el patio trasero de América Latina se le revuelve.

En tercer lugar, los motores del crecimiento comienzan a ser la China, clarísimamente, más India y una serie de nuevas potencias emergentes como Brasil, Sudáfrica y otras, a las que la UE y sobre todo los EE.UU, tratan de arrimar a su redil, mediante acuerdos preferenciales y armamentísticos con la India o buscando alianzas comerciales e importadoras para con Brasil.

Lo cierto es que la nueva potencia económica emergente, la Republica Popular China y también las anteriormente citadas, están comenzando a cambiar lo que actualmente entendemos por globalización introduciendo el factor que llamaría como patriotismo comercial agresivo. No son estos estados los que le sacaran las castañas del fuego al planeta, pues son insostenibles y depredadores del medio ambiente, pero cuestionan el modelo actual y en todo caso introducen un nuevo capitalismo. Esto también socava y mucho el poder de los norteamericanos.

Debemos comenzar a prestar más atención a los procesos económicos que están generándose en la nueva fabrica mundial, China, en el extremo oriente en su conjunto y estemos muy atentas a cambios que inducen a pensar en una nueva fase del capitalismo. Se están publicando libros muy interesantes y lúcidos en este sentido.

Pero seguramente, las y los defensores del sistema y los poderosos ya se están preparando para esto, así como para la crisis del modelo imperial y económico vigente, de forma que sigan estando en posición ventajosa y de dominio, para con sus intereses que no los del planeta.

RESISTENCIA MUNDIAL AL NEOLIBERALISMO

A pesar de todo ¿Quién es el enemigo?

Pensar que los mercados no siguen imponiendo su dictadura a pesar de sus crisis sería muy ingenuo. El poder sigue estando en el mismo lado de la balanza, la del capital, la de las grandes transnacionales y entidades financieras globales así como en sus instrumentos políticos neoconservadores o liberales, no olvidando en ese paquete a las grandes multinacionales de la “información” y el ocio que poseen una capacidad alienante y desinformadora como nunca.

Lo único que cuestiona el sistema mundo, es el amplio movimiento antiglobalización y altermundista. Pero este y esa es su grandeza, es muy amplio y diverso además de integrado tanto por una gran sopa de letras como por personalidades independientes de prestigio intelectual y moral.

Siendo esta su fortaleza, pues la gran cantidad de redes existentes lo hacen poco vulnerable en su conjunto y en algunos casos locales, muy potente y movilizador. Una amplísima red de paginas Web, lo complementa y aglutina. Además el discurso elaborado es difícilmente rebatible para actores políticos incluso de cariz liberal progresista.

El movimiento de los movimientos ha desarrollado importantes batallas, teniendo en su haber incluso, el impulsar, a ciertos gobiernos, sobre todo latinoamericanos, que han hecho suyas las reivindicaciones frente al neoliberalismo. Por eso mismo es “su” enemigo real, para el neoliberalismo y trata de criminalizarlo.

¿Cual es el reto ahora?, según Ignacio Ramonet en la entrevista concedida a “Freitag” recientemente, La articulación de una alternativa de poder.

En las últimas Jornadas de Cooperación y Desarrollo organizadas en Madrid por Attac y Economistas sin Fronteras, José Manuel Naredo, comparaba a los Movimientos y ONG con las órdenes mendicantes medievales y sus prácticas de caridad con los pobres, precisamente por no plantearse la cuestión del poder.

¿Ciertamente estamos en posición de crear contrapoderes efectivos con nuestras actuales estructuras? Pues, solo en parte. En Bolivia por ejemplo los Movimientos Sociales, han tomado el gobierno, tras duras y largas movilizaciones. Este modelo, puede funcionar con éxito en ciertas partes del mundo, pero es muy difícil en Europa y Norteamérica.

Aunque entiendo que esto, no hace imposible el crear una poderosa corriente alternativa de influencia y movilización.

Hoy por hoy, las y los europeos debemos estarles muy agradecidos a los pueblos latinoamericanos, africanos e incluso algunos asiáticos que están siendo capaces de plantar cara tanto al imperio como al capital global. Nosotras tenemos con ellos una obligación solidaria libre de perjuicios eurocentristas y purismos de café, propios de quien no se la está jugando aunque eso si, teoriza muy bien. Los Palestinos e Iraquíes, ponen los muertos. Los bolivianos, nicas o venezolanas están en primera línea junto a ecuatorianos y cubanas. También debemos reconocer el poder o los combativos movimientos campesinos indús, coreanos o subsaharianos, que están forzando fracasos en la OMC, frente a las grandes potencias, es decir los USA y la UE.

Luego debiéramos actualizar nuestras premisas, ante las nuevas expectativas mundiales y el cambio de rumbo del poder económico, que sin lugar a dudas empieza a tener nuevos y poderosos actores emergentes.

Ya se celebró en la India el Foro Social Mundial, hecho este que fue un gran acierto. Este estado asiático junto a otros como Corea, poseen unos movimientos sociales y campesinos muy organizados y concienciados, que desde el ombligo occidental, debemos tener muy en cuenta.

Deberíamos pues los y las occidentales perder parte de nuestros miedos y comenzar a plantear iniciativas políticas comunes en la Unión Europea, entre ellas las que plantea Attac Francia, luchando por la Democracia en la UE y en defensa del estado social y del bienestar como la autentica seña de identidad Europea, tal y como acertadamente señala Susan George. Al menos como primer paso.

ES POSIBLE UNA ALTERNATIVA EUROPEA

La UE es un montaje de los mercados exclusivamente, pero lo peor es que legisla y toma decisiones políticas que nos afectan y mucho, que además perjudican notablemente a medio mundo y NO HAY DEMOCRACIA EN EUROPA. Nosotras que damos lecciones de democracia, elegimos un parlamento europeo que no tiene funciones y estamos en manos de un colegio de Comisarios (Auténticos Comisarios Políticos del Neoliberalismo y las Transnacionales), que el pueblo europeo ni elige, ni controla. Además las leyes europeas las aprueban los gobiernos, liquidando el precepto democrático de la división de poderes.

La derecha y la extrema derecha europea son fortísimas. Hablamos de los Lobbys Usa y las Fundaciones de influencia estadounidenses y aquí las fuerzas neoconservadoras e incluso parafascistas son muy poderosas, tanto o más que las del otro lado del Atlántico.

¿Qué vamos a hacer frente a esto? Seminarios, debates, artículos. Me pregunto, ¿solo eso?.

Lo primero, me atrevo a proponer es agrupar fuerzas, lo segundo elaborar un mensaje sencillo, corto y comprensivo y lo tercero articular alianzas.

Las y los altermundistas, no tenemos rémoras, ni pasados burocráticos de represión y explotación, luego debemos ser algo nuevo. Nuestro bagaje intelectual es muy correcto, serio y contrastable. Nuestra capacidad militante enorme, solo debemos ser capaces de conectar con las trabajadoras, los y las habitantes de las barriadas obreras, con las y los jóvenes precarios, con los sindicalistas fieles a los intereses de clase y con alcaldes, alcaldesas y electos que viven los problemas de la gente que los eligió o al menos saben que sin ellos y ellas no son nada, o que lisa y llanamente, nos apoyan. Pero sobre todo con la ciudadanía europea, igualmente con los “nuevos europeos y europeas” es decir las y los cientos de miles de inmigrantes que trabajan y son explotados en Europa, pero que ni votan, ni deciden. Con la gente que decimos encarnar en sus deseos, en suma.

ALGUNAS PROPUESTAS PARA ARTICULAR EL CONTRAPODER.

Yo resumiría en el caso europeo todo en estas reivindicaciones:

1. Por la democratización de Europa.
2. Por la Europa Social y la defensa del sector público europeo.
3. Por la Justicia Fiscal y contra los Paraísos Fiscales
4. Por la ampliación y defensa del Estado Social Europeo
5. Solidaridad con los Estados empobrecidos
6. Contra las agresiones al medio ambiente y por el decrecimiento solidario.

El siguiente paso, sería la articulación de una alianza estratégica con todos aquellos y aquellas que en un programa de mínimos estén dispuestos a defender estas propuestas. Es un amplio espectro cívico , militante, y puede ser muy activo a pesar de la oposición de aparatos políticos y sindicales, gobiernos y elites funcionariales liberalistas y ortodoxas. Estas propuestas conectan con las aspiraciones y anhelos de la mayor parte de la ciudadanía trabajadora y activa.

No debemos permanecer en ningún ghetto ni buscar la automarginación. Pero sobre todo debemos confiar en nuestra capacidad de generar poder alternativo, es decir alternativa de poder al neoliberalismo. Porque el neoliberalismo es poder y dominación, de los menos hacía las más.

Tengamos algunos deberes iniciales, como el promover un Referéndum Europeo sobre el “Mini tratado de Lisboa”.

Exijamos la derogación de la directiva de Servicios de Mercado interior o que la directiva de Servicios de Interés General, sea social, no mercantilista y conforme al espíritu del estado social europeo.

Reclamemos la extinción de los Paraísos Fiscales en la propia Europa y la prohibición de operar desde los extraeuropeos.

Justicia Fiscal Global y redistribución en el continente europeo, pues mientras los conservadores y neoliberales, afirman que el estado del bienestar esta en crisis, los y las ricas de Europa, sus grandes transnacionales privadas y sus bancas, no pagan impuestos, blanquean capitales descaradamente y especulan con el capital acumulado gracias al esfuerzo de las y los europeos en el gran casino económico mundial.

viernes, marzo 28, 2008

Nº:116 - La actual crisis justifica, más que nunca, repensar el modelo económico

Entrevista de Cita Morote a Ignacio Ramonet

Ignacio Ramonet (Pontevedra, 1943) es una voz visible del movimiento altermundialista, que lucha pacíficamente por hacer que otro mundo sea posible. Profesor en la Sorbona, director de 'Le monde diplomatique' y miembro de Attac, asociación que propone grabar las transacciones financieras con la Tasa Tobin, estuvo en el II Seminario Atlántico de Pensamiento, organizado por La Caja.

En el II Seminario Atlántico de Pensamiento el periodista Antonio González planteó su intervención bajo el epígrafe Qué soluciones para un mundo desigual. Una pregunta con respuesta compleja...
- No tenemos soluciones mágicas, porque el mundo está bien complicado, sobre todo en este momento en el que, probablemente, estemos entrando en una crisis de nuevo tipo, la crisis financiera. Cada día crece la desconfianza sobre el sistema financiero, que es el alfa y el omega de todo. Lo que llamamos globalización es en realidad un mecanismo financiero, tiene consecuencias en sectores industriales y en la vida cotidiana, pero globalmente es un mecanismo financiero, que está dando muestras de estar averiado. Esto confirma las críticas que venimos haciendo desde el movimiento altermundialista sobre el carácter irracional del sistema financiero. En algún momento algo va a terminar por quebrar, con las consecuencias que esto puede traer. Ya lo estamos viendo, por ejemplo, en España, con la crisis del ladrillo, que, directamente, está ligada a este asunto. Hemos pasado de un sistema en el que había mucho capital, en el que prácticamente se regalaba a tasas de interés muy reducidas, en el que los bancos incitaban a comprar y endeudarse, a una situación en la que no hay crédito y no se presta a nadie. Eso para las familias es grave, pero sobre todo, lo es para las empresas, que no pueden invertir y tienen que vender. Hay grandes grupos que están endeudados, porque todas estas fusiones se han hecho a base de endeudamiento y que ahora no se puede pagar. En este momento no sabemos cuáles son los sectores bancarios que van a estar en dificultad. Pasamos desde los bancos a los seguros y, ahora, a los fondos, que antes eran garantías y empiezan a estar en crisis. Esto demuestra que la crítica que se hacía sobre la globalización, que no se puede apostar todo por el movimiento financiero, sigue estando fundamentada. En este punto, además, hay que plantearse quién asume el crecimiento. Estados Unidos que es la locomotora de la economía mundial va a disminuir su velocidad o a entrar en recesión y el problema es quién asume el papel de locomotora. Europa muy poco, porque también va a decrecer.

- Como no sean los chinos.
- Sí, toda la esperanza está ahora en que China, India, Corea del Sur asuman esta función. El problema es que con la globalización todas las economías están interrelacionadas. Si Estados Unidos deja de importar productos chinos, su economía también va a sufrir. Por eso, creo que hoy más que nunca se necesita repensar en el modelo económico que hemos establecido. Nosotros habíamos propuesto toda una serie de soluciones. La más conocida de ellas es la Tasa Tobin, y hoy vemos que es algo necesario, indispensable, a pesar de que hay movimientos de crecimiento, por ejemplo, en América Latina o África, donde la situación no es tan desesperada como hace quince años, gracias al valor de las materias primas. Hoy, las materias primas, el cobre, el manganeso, el níquel tienen mucho valor, por eso países como Chile, como Perú, como algunos países africanos están en una fase de desarrollo, aunque con más o menos justicia distributiva. Hay países que han hecho de la justicia distributiva una prioridad, como Venezuela, Bolivia o Ecuador, que son muy criticados porque intentan plantear el problema de la soberanía económica. Más allá de eso, hemos visto cómo se han recuperado Argentina, Brasil, Rusia... Y los han hecho con base en la exportación de su sector primario, no con base en la especulación. Precisamente, la Tasa Tobin sigue siendo una prioridad porque permite reducir la especulación financiera. Muchos operadores financieros usaban herramientas de las que desconocían su traducción en la economía real y han dado créditos a familias que no eran solventes. Luego estos créditos, como eran muy peligrosos, empezaron a venderse en forma de títulos de deuda, que se han lanzado al mercado como un virus. Se estima que el volumen de estos créditos basura era de 200.000 millones de dólares, pero ahora se piensa que ha sido de entre 500.000 y 600.000 millones de dólares. De ahí que algo como la Tasa, en su filosofía de reducir la especulación, sea una herramienta necesaria.

- En su artículo Nuevo capitalismo habla de que la ética del sistema se ha perdido totalmente, habla de los 'fondos buitre', de una vuelta de tuerca a la globalización. ¿Estas empresas que concentran y compran otras empresas para luego desmembrarlas y venderlas serán las nuevas dueñas del mundo?
- Es posible. Estos fondos buitres son la punta de lanza de la globalización tal como lo conocemos en su inmoralidad. Son fondos que se constituyen en base de créditos de los bancos. Nadie arriesga nada. Se piden fondos a los bancos por un periodo limitado, se compran empresas, se dividen en fragmentos, se venden los fragmentos poco rentables, con eso se paga el capital prestado, se conservan los sectores rentables, que se gestionan mediante un sistema de explotación de los trabajadores, se hacen más rentables y cuando lo son, al cabo de tres o cuatro años, se venden por el doble de lo que costaron. Las víctimas son los trabajadores, porque eso significa una reducción drástica de las plantillas, y la producción de cien unidades con la mitad de trabajadores que antes. Evidentemente hay una inmoralidad flagrante. Un sistema que funciona así, al cabo de un tiempo, no se sostendrá. Esta crisis, en cierta medida, es salubre, porque significa que el cuerpo económico general ya no puede soportar tanto virus.

- ¿En qué medida el movimiento altermundialista puede poner cordura real a todo esto?
- El juicio que dice que el capitalismo tiene recursos para sobrepasar cualquier crisis es cierto. Tiene una capacidad de adaptación y una energía regenerativa muy espectacular. Eso nos debe llevar a cierta prudencia. Por eso, en el movimiento altermundialista nadie dice que vamos a asfixiar el capitalismo en seis meses. Eso se podía soñar en el siglo XIX, cuando era un capitalismo industrial relativamente sencillo y los patrones estaban identificados. Hoy no hay identificación, es un sistema. Pero no hay duda de que este movimiento ha hecho tomar conciencia de los peligros. Ha demostrado que el capitalismo no es algo tan abstracto que no se pueda entender. En este momento la gente se está despertando y el movimiento ha contribuido a esto. Nunca ha sido tan pertinente la crítica altermundialista como en este momento. Sabemos que aún no existen los elementos que permitirían construir un nuevo sistema más justo, pero sí conocemos los defectos del sistema actual. El movimiento altermundialista ha funcionado constantemente con una doble pulsión, uno de crítica y uno de proposición. No una crítica sistemática, ni tampoco una arrogancia en la proposición. Son pequeñas propuestas que van aportando soluciones. La Tasa Tobin, por ejemplo, no se ha consolidado, pero ha avanzado sistemas de tasas particulares, como la de los billetes de avión, o la que se está planteando sobre el uso de la energía no renovable. Hemos visto ejemplos muy interesantes, como el de la cumbre entre la Unión Europea y África en Lisboa, donde los africanos han dicho que no van a aceptar las leyes de la OMC, aunque sean legales, porque saben que si pasan por esta lógica de reciprocidad total, desaparecerá lo poco que tienen. Eso significaría no unos pocos cayucos, sino centenares de miles de personas migrando al norte. Y esta iniciativa no ha tomado un presidente socialista, sino el de Senegal, un liberal que ha ganado las elecciones dos veces a los socialistas. Pero hay más ejemplos que, incluso, hablan de proteccionismo, una palabra casi obscena para los capitalistas. Bush ha llegado a decir que el Estado va a devolver una parte de los impuestos a la gente. Eso es intervencionismo. Aquí lo hace Zapatero, pero es socialista. En Estados Unidos, además, la Reserva Federal inyecta dinero al sistema, el capitalismo no está funcionando solo, lo hace con participación del Estado. En Inglaterra el Norfolk Bank ha sido nacionalizado, otra palabra obscena. Sólo Evo Morales nacionalizaba y se armó un escándalo.

- ¿Cree que las grandes manifestaciones del 15-F de 2003 significaron un punto de inflexión en la conciencia de la opinión pública?
- Sí, se consiguieron manifestaciones prácticamente en el mundo entero, por primera vez. Eran circunstancias muy especiales, estaba a punto de producirse la invasión de Irak y, como se veía venir, hubo una movilización mundial que se fue dando desde Nueva Zelanda a medida que avanzaba el sol. Se vio por primera vez que el planeta es movilizable. Esto indica que hay una toma de conciencia muy general, muy amplia de esta problemática. Yo diría, no obstante, que eso no se ha capitalizado en torno a un proyecto político que permita que se traduzca en votos. Por ejemplo, en Francia se consiguió en 2006 una mayoría contra el proyecto de Constitución Europea. Era un no heteróclito, porque había una parte de extrema derecha, pero la mayoría se consiguió gracias a un movimiento de izquierda de puesta en crisis del carácter absolutista neoliberal de aquel proyecto. El fenómeno más interesante en cuanto a la capitalización de esta conciencia general lo he visto en Alemania con el partido Die Linke, que está a la izquierda de la socialdemocracia y recoge a gran parte de la izquierda. Es el movimiento que mejor traduce políticamente el sentimiento general del altermundialismo, es decir, la preocupación por los excesos de la globalización, por la ecología y la proyección en términos de solidaridad internacional con el sur.

- No sé si sabe, Attac-Canarias y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria propusieron a los manifestantes del 15-F para el Nobel de la Paz.
- Qué buena idea. Hubiese sido muy bonito, porque aquello fue un movimiento que aún hoy se cita para expresar la capacidad de hacer cosas a nivel mundial.

- ¿En qué momento están los foros sociales mundiales?
- Yo diría que están en un momento de transición, porque, por ejemplo, este año no ha habido un Foro Social Mundial, ha habido un foro múltiple, decenas, miles de reuniones, que han sido muy interesantes, pero mi opinión es que se ha perdido visibilidad mediática y eso es importante. Esto traduce que las contradicciones y los debates en el seno del Foro están llevando a una casi parálisis del funcionamiento. Evidentemente, el Foro funciona como una institución muy democrática. Podríamos decir que hiperdemocrática. Al tener en cuenta todas las observaciones, todas las críticas, todas las reservas, el Foro acaba por estar paralizado, como todo sistema que funciona en modelo de asamblea general permanente. Entonces, el año próximo, a finales de enero de 2009 va a haber un Foro Social Mundial más cerrado, que tendrá lugar en Brasil, en Belem. Hay que aprovechar esa ocasión para centrar más el Foro en una serie de objetivos. Yo había tomado la iniciativa, con otros amigos miembros del Consejo Internacional, en el último Foro de Porto Alegre, donde proponíamos que, a pesar del respeto de cada unidad miembro del movimiento, definiéramos entre todos una decena, luego fueron una docena de temas, que fuesen comunes a todos. Hicimos un manifiesto en este sentido, pero una serie de personas que consideran, a veces, que son propietarias del Foro, esquivaron la problemática. Yo creo que en Belem hay que ir en esa dirección. No se trata de verticalizar un sistema que interesa por su misma riqueza plural, sino de darle una orientación a esa energía, porque si no se dispersa.

- La Tasa Tobin ha sido aprobada en el Parlamento Canario y en otros muchos parlamentos en el mundo. ¿Qué valor le da a eso?
- Tiene valor, porque es una manera de indicar que la Tasa Tobin o una tasa de tipo equivalente, sigue siendo una prioridad. Estoy convencido de que llegará el momento en el que habrá que adoptarla. Es, simplemente, un IVA mundial.

- Tampoco costaría tanto...
- No, no. Además, evitaría muchos excesos. Lo que pasa es que, obviamente, eliminaría los paraísos fiscales, que son nocivos, y que son la salida de los ricos que evaden impuestos. Llevamos tiempo diciendo que eso es un crimen. Se está favoreciendo la evasión fiscal, y eso se traduce en menos recursos del Estado, por consiguiente, menos capacidad para intervenir en el bienestar nacional, en la educación, la salud, la investigación... Por eso, las resistencias son fuertes. Nosotros observamos que muchos gobiernos se dejan ir por la ebriedad electoral y hacen promesas. Por ejemplo, tras el 11-S, el propio Bush dijo que probablemente las organizaciones de Al Qaeda que habían participado al financiamiento de los atentados habían pasado por esos paraísos fiscales. Pues bien, en aquella coyuntura prometió que iba a hacer una encuesta para saber cómo se había financiado Al Qaeda y nunca más se supo de ese proyecto.

- Hace poco estuvo por aquí el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y miembros de Attac le propusieron llevar de nuevo al Parlamento español la Tasa Tobin, que ha sido rechazada dos veces. El ministro eludió la respuesta. ¿Cree que es el momento de volver a plantearlo?
- Yo creo que sí es el momento, por la crisis. Es el momento incluso de extenderla. La Tasa se aplica a los mercados de cambios, pero podríamos hacer una tasa sobre la especulación de los fondos, por ejemplo.

- En su artículo ¿Adónde va España? no pedía directamente el voto para Zapatero, pero casi...
- Yo creo que en estas elecciones ha habido un fenómeno que se ha traducido en las urnas, de voto útil, de desconfianza al carácter que ha presentado el PP en la última legislatura. Por supuesto es un partido democrático, pero el rostro que ha presentado, el más detestable, el que recuerda a otras épocas, el que se ha traducido claramente con la exclusión de Gallardón, ha creado la atmósfera que ha provocado rechazo en muchos ciudadanos. Ese discurso, que se ha basado en teorías paranoicas como la de la conspiración, no tiene dignidad democrática. La actitud que se ha tenido frente a la necesaria negociación con ETA es completamente irresponsable, irresponsable en este país donde ETA sigue matando. Todos los partidos han tenido la voluntad de negociar. La paz sólo se hace con el adversario. Soñar con una autodestrucción de ETA no es razonable, podemos soñar con que desaparezca sola, pero no se dan las condiciones para que eso suceda. Todo ese cúmulo de radicalidad mediática, política y eclesiástica ha producido una repulsión en el país.

- Y algunos medios echando leña al fuego.
- Sí, hay periódicos en España que no se pueden leer. Algunos artículos, algunos comentaristas de radio, alguna televisión... son espeluznantes. Resucitan el fantasma de las dos Españas. Lamentable.

- ¿Cree realmente que otro mundo es posible?
- Sí, claro. Si muchas personas no creyesen que otro mundo es posible... En América Latina, en particular, hay tantos movimientos que están trabajando... He estado en Brasil hace poco dando conferencias en la Universidad de los Sin Tierra. Son campesinos que tienen su propia Universidad, que han construido con sus manos, físicamente. Allí hay unos 300 estudiantes venidos de 23 países que están siguiendo una serie de cursos para formarse. Cuando uno ve eso, esa especie de utopía realizada, con una energía, una voluntad de trabajar, una seriedad... Te das cuenta de que hay mucha gente que, realmente, está trabajando para que otro mundo, más justo, sea posible.