lunes, junio 04, 2007

Nº:73 - El Foro Social Mundial en la encrucijada

El Foro Social Mundial en la encrucijada
Walden Bello


Con la inauguración del Foro Social Mundial (FSM) en Porto Alegre, Brasil, en enero de 2001, se alcanzó una nueva etapa en la evolución del movimiento por la justicia global. El FSM fue el proyecto original de movimientos sociales con una cierta asociación con el Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil. El movimiento ATTAC en Francia dio un fuerte apoyo a la idea en las primeras etapas, algunas de sus personalidades clave estaban conectadas con el periódico Le Monde Diplomatique.
En Asia, la proposición brasileña, lanzada en junio de 2000, recibió un rápido y entusiasta apoyo de, entre otros, el instituto de investigación y apoyo Focus on the Global South [Foco en el Sur del Globo,] basado en Bangkok.
La intención era que Porto Alegre fuera un contrapunto para “Davos,” el evento anual en ese centro turístico en los Alpes suizos donde las más poderosas personalidades empresariales y políticas se congregan anualmente para identificar y evaluar las últimas tendencias en los asuntos globales. Por cierto, el punto de mayor interés del primer FSM fue un debate transcontinental televisado entre George Soros y otras personalidades de Davos con representantes de movimientos sociales reunidos en Porto Alegre.
Se contrastó el mundo de Davos con el de Porto Alegre: el mundo de los ricos del globo con el mundo del resto de la humanidad. Fue este contraste el que originó el tema tan resonante de “Otro mundo es posible.”
Existía otra dimensión simbólica importante: mientras Seattle fue el lugar de la primera gran victoria del movimiento transnacional contra la globalización corporativa – el colapso en medio de masivas protestas callejeras de la tercera reunión ministerial de la Organización Mundial de Comercio – Porto Alegre representó la transferencia al sur del centro de gravedad de ese movimiento. Proclamado “espacio abierto,” el FSM se convirtió en un imán para redes globales concentradas en diferentes temas, desde la guerra a la globalización a la regionalización, al racismo, a la opresión de género, a la busca de alternativas. Versiones regionales del FSM fueron el resultado, la más importante siendo el Foro Social Europeo y el Foro Social Africano, y en numerosas ciudades en todo el mundo, se realizaron e institucionalizaron foros sociales locales.

Las funciones del FSM

Desde su establecimiento, el FSM tuvo tres funciones críticas para la sociedad civil global:
Primero: representa un espacio – tanto físico como temporal – para que este movimiento diverso se reúna, vincule y, simplemente, se vigorice y afirme.
Segundo: es un retiro en el que el movimiento reúne sus energías y traza las direcciones de su continuo impulso para enfrentar y hacer retroceder los procesos, instituciones y estructuras del capitalismo global. Naomi Klein, autora de “No Logo,” subrayó esta función cuando dijo a una audiencia en Porto Alegre en enero de 2002 que la necesidad del momento era “menos sociedad civil y más desobediencia civil.”
Tercero: el FSM ofrece un lugar y un espacio para que el movimiento elabore, discuta y debata la visión, los valores, y las instituciones de un orden del mundo alternativo construido sobre una comunidad real de intereses. El FSM es, por cierto, un macrocosmo de tantos proyectos más pequeños pero igualmente importantes realizados en todo el mundo por millones que han dicho a los reformistas, a los cínicos, y a los “realistas” que se echen a un lado porque, por cierto, otro mundo es posible... y necesario.


Democracia directa en acción

El FSM y sus numerosos vástagos son importantes no sólo como sitios de fortalecimiento y debate, sino como democracia directa en acción. La agenda y las reuniones son planificadas con meticulosa atención al proceso democrático. Mediante una combinación de reuniones personales periódicas y de intensos contactos por correo electrónico e Internet en el entretanto, la red del FSM logró realizar eventos y llegar a decisiones por consenso. A veces, esto podía costar mucho tiempo y también causar frustraciones y, cuando se era parte de un esfuerzo organizador que involucraba a cientos de organizaciones, como nosotros de Focus on the Global South lo fuimos durante la organización del FSM en Mumbai de 2004, podía ciertamente ser muy frustrante.
Pero se trataba de democracia directa, y la democracia directa estaba en plena forma en el FSM. Se podría decir, entre paréntesis, que las experiencias de democracia directa en Seattle, Praga, Génova y las otras grandes movilizaciones de la década fueron institucionalizadas en el proceso del FSM o de Porto Alegre.
El principio central del enfoque organizativo del nuevo movimiento es que no vale la pena llegar al objetivo deseado si los métodos violan el proceso democrático, si objetivos democráticos son alcanzados mediante medios autoritarios. Tal vez el subcomandante Marcos de los zapatistas fue el que expresó mejor el sesgo organizativo de los nuevos movimientos: “El movimiento no tiene futuro si su futuro es el militar. Si el EZLN se perpetúa como una estructura armada militar, va al fracaso. Al fracaso como una opción de ideas, de posición frente al mundo. Y lo peor que le podría pasar, aparte de eso, sería que llegara al poder y se instalara como un ejército revolucionario.” El FSM comparte esa perspectiva.
Lo que es interesante es que apenas ha habido un intento de algún grupo o red de “apoderarse” del proceso del FSM. Hay bastantes grupos de “antiguos movimientos” que participan en el FSM, incluyendo partidos “democráticos centralistas” a la antigua así como partidos socialdemócratas tradicionales afiliados a la Internacional Socialista. Pero ninguno de ellos ha hecho muchos esfuerzos por orientar el FSM hacia formas de organización más centralizadas o jerárquicas. Al mismo tiempo, a pesar de su desconfianza hacia los partidos políticos, los “nuevos movimientos” nunca trataron de excluir a los partidos y a sus afiliados de un papel significativo en el Foro. Por cierto, el FSM de 2004 en Mumbai fue organizado conjuntamente por una improbable coalición de movimientos sociales y de partidos marxistas leninistas, un conjunto de actores que no es conocido por sus armoniosas relaciones en el frente interior.
Tal vez una razón apremiante para el modus vivendi de los antiguos y nuevos movimientos fue la comprensión de que se necesitaban mutuamente en la lucha contra el capitalismo global y que la fuerza del novato movimiento global residía en una estrategia de redes descentralizadas que se basaba no sólo en la creencia doctrinaria de que una clase estaba destinada a dirigir la lucha sino en la realidad de la marginalización común de prácticamente todas las clases, estratos, y grupos bajo el reino del capital global.


Lo que constituye un “Espacio Abierto”

El FSM no ha estado exento, sin embargo, de críticas, incluso desde sus propias filas. Parecería que una crítica en particular tiene mérito. Es la acusación de que el FSM como institución no está anclado en luchas políticas globales reales, y que esto lo convierte en un festival anual con un impacto social limitado.
Esto contiene, a mi juicio, una verdad que no deja de tener su importancia. Muchos de los fundadores del FSM han interpretado el concepto de “espacio libre” de un modo liberal, es decir, que el FSM no endose explícitamente ninguna posición política ni lucha en particular, aunque sus grupos constituyentes pueden hacerlo.
Otros han estado en desacuerdo, diciendo que la idea de un “espacio abierto” puede ser interpretada de un modo partidario, como la promoción explícita de algunos puntos de vista por sobre otros y como una toma de posición abierta en luchas globales cruciales. Desde este punto de vista, el FSM sufre de la ilusión de que puede quedarse fuera del tumulto, y que esto conducirá a que se convierta en una especie de foro neutral, en el que la discusión estará cada vez más aislada de la acción. La energía de las redes de la sociedad civil deriva de que estén involucradas en luchas políticas, dicen proponentes de esta perspectiva. El motivo por el que el FSM resultó ser tan excitante en sus primeros años fue por su impacto afectivo: suministraba una oportunidad para recrear y reafirmar la solidaridad contra la injusticia, contra la guerra, y por un mundo que no estuviera sometido al control del imperio y del capital. Se dice que el que el FSM no haya adoptado posición sobre la Guerra de Iraq, sobre el problema palestino, y sobre la OMC, lo hace menos relevante y menos inspirador para muchas de las redes que había reunido.


Caracas contra Nairobi

Por eso el sexto FSM reunido en Caracas en enero de 2006 fue tan vigorizante y tónico: colocó a unos 50.000 delegados en el ojo de la tormenta de una lucha presente contra el imperio, donde se mezclaron con venezolanos militantes, sobre todo pobres, involucrados en un proceso de transformación social, mientras observaban a otros venezolanos, sobre todo de la elite y la clase media, que participaban en una amarga oposición. Caracas fue una estimulante confrontación con la realidad.
Es también el motivo por el que el sétimo FSM realizado en Nairobi fue tan decepcionante ya que su política fue tan diluida y los intereses del gran capital vinculados a la elite gobernante de Kenia fueron tan descarados en su comercialización. Incluso Petrobras, la corporación petrolera estatal brasileña que es uno de los principales explotadores de la riqueza en recursos naturales de Latinoamérica, se dedicó a pregonar que era amiga del Foro. Hubo un fuerte sentido en Nairobi de que se retrocedía en lugar de avanzar.
El FSM está en una encrucijada. Hugo Chávez capturó la esencia de la coyuntura cuando advirtió a los delegados en enero de 2006 sobre el peligro de que el FSM se convirtiera simplemente en un foro de ideas sin una agenda para la acción. Dijo a los participantes que no les quedaba otra alternativa que encarar la cuestión del poder: “Debemos tener una estrategia de 'contrapoder'. Nosotros, los movimientos sociales y los movimientos políticos, debemos ser capaces de ocupar espacios de poder al nivel local, nacional y regional.”
El desarrollo de una estrategia de contra-poder o de contra-hegemonía no tiene que significar que se vuelva a caer en viejos modos jerárquicos y centralizados de organización característicos de la antigua izquierda. Una estrategia semejante puede, en realidad, ser fomentada mejor mediante la formación de redes de múltiples niveles y horizontal en la que los movimientos y organizaciones representadas en el FSM se han distinguido en el fomento de sus luchas en particular. La articulación de sus luchas en la acción significará que se forjará una estrategia común mientras se ganan fuerzas de la diversidad y del respeto por esta última.
Después de la decepción que representó Nairobi, muchos antiguos participantes en el Foro se preguntan: ¿Es el FSM el vehículo más adecuado para la nueva etapa en la lucha del movimiento por la justicia global y la paz? O, habiendo cumplido su función histórica de sumar y vincular los diversos movimientos de oposición provocados por el capitalismo global, ¿será hora de que el FSM levante su campamento y deje sitio para nuevos modos de organización global de la resistencia y la transformación?