viernes, abril 21, 2006

Nº:15 - FSM: El futuro (Francine Mestrum).

2006 es un año muy especial. El Foro Social Mundial de Porto Alegre se ha hecho "policéntrico". Es decir, hay tres encuentros mundiales en tres lugares diferentes: Bamako (Malí) en África, Caracas (Venezuela) en Latinoamérica y Karachi (Pakistán) en Asia. Un cuarto Foro policéntrico tendrá lugar en Bangkok en octubre de 2006. Se llego a esta solución para terminar las discusiones sobre el lugar y la frecuencia de celebración de las reuniones. A muchos brasileños les gusta Porto Alegre. En 2004, Mumbai (India) fue una experiencia muy positiva y no está claro si África tiene las posibilidades logísticas y organizativas para albergar una reunión semejante. Sin embargo, el FSM de 2007 tendrá lugar en Nairobi (Kenya) y es muy probable que en 2008 se vuelva a celebrar en Brasil.
2006 es también el año del cuarto Foro Social Europeo en Atenas. Muchos países, como Holanda y Bélgica, celebrarán un foro social nacional. Podemos preguntarnos si todos estos foros tienen un valor añadido o si se repetirán entre sí. ¿Producen los foros algún resultado visible?
Estas cuestiones se deben analizar y se tratan en distintos seminarios de los foros. Las movilizaciones de treinta, cincuenta o más de cien mil personas son muy positivas, pero también resultan muy caras. Unas reuniones sin ninguna perspectiva de cambio real quizá no sean la mejor forma de preparar "otro mundo". "Otro mundo es posible" es un lema muy alentador, pero quizá a estas alturas ya cabe preguntarse de qué manera.

Una fórmula de éxito

Los Foros Sociales Mundiales son, claramente, una fórmula de éxito. Más de cien mil personas participaron en 2005 en Porto Alegre. De veinte a treinta mil participantes en Bamako en 2006. Más de sesenta mil participantes en Caracas. El Foro de Karachi debió aplazarse debido al terremoto que se produjo a finales de 2005. Cada vez hay una mayor demanda de este tipo de reuniones, especialmente por parte gente joven ávida de participar en debates y campañas. Sin embargo, los medios de comunicación no se vuelcan. Sólo les interesan los animados festivales y la violencia. Insisten en que los foros no tienen futuro. En Caracas, los medios de comunicación dedicaron muy poca atención al FSM, y muchos subestimaron esta reunión celebrada en "el país de Chávez". Cuando 1.400 asociaciones de todo el mundo se reúnen para organizar más de 2.000 seminarios, se podría esperar la presencia de los medios de comunicación.
Evidentemente, se podría afirmar que los medios de comunicación predominantes forman parte los problemas que se debaten en los foros, ya que están controlados por el capitalismo neoliberal. Sin embargo, hasta el Foro Económico Mundial de Davos recibió poca atención y ni siquiera los medios alternativos tuvieron una gran presencia en Caracas. A finales de enero de 2006, todos los medios se centraron en algunos dibujos antimusulmanes publicados en Dinamarca. Así pues, hay que plantearse los últimos acontecimientos. ¿Qué está ocurriendo exactamente? ¿Los Foros Sociales Mundiales se han hecho irrelevantes? ¿Están los conflictos actuales del mundo en otra parte? ¿Reflejan los Foros Sociales Mundiales los problemas urgentes del mundo?
En este artículo trataré algunas de estas cuestiones a fin de analizar a qué retos se enfrenta el FSM. Sin duda, es muy positivo que muchas de estas cuestiones se hayan tratado en Caracas. Ello quiere decir que hay voluntad de hacer autocrítica y analizar seriamente el futuro.
Analizaré brevemente tres temas: el contenido, el proceso y la estrategia del FSM.

Poscapitalistas y anticapitalistas, posmodernos y antimodernos

François Houtart definió claramente una de las líneas divisorias principales del "movimiento de movimientos". Por un lado, hay neokeynesianos que no condenan el sistema neoliberal como tal, sino que pretenden corregirlo socialmente. Desean una globalización que beneficie a todo el mundo. Desean un auténtico libre comercio y quieren luchar contra la pobreza. Por otro lado, hay poscapitalistas que desean llegar más lejos. Desean luchar contra el sistema neoliberal. Se autodenominan poscapitalistas, en vez de anticapitalistas, porque no creen en la posibilidad u oportunidad de una revolución. Se han convertido en reformistas y por tanto pueden trabajar con los neokeynesianos, aunque sus objetivos sean muy distintos.
Indudablemente las correcciones sociales son necesarias, incluso para los poscapitalistas, pero ante todo desean cambiar el sistema económico capitalista. La economía se debe integrar en la sociedad y por tanto las reformas no pararán hasta la derrota del capitalismo.
Así pues, los poscapitalistas son tan radicales como los anticapitalistas, sólo que siguen una estrategia diferente. Sin embargo, no hay que olvidar que las fuerzas revolucionarias también están presentes en el FSM, al que a menudo consideran como demasiado conciliador. En Mumbai organizaron su propio foro alternativo.
Rechazan de plano todas las propuestas que tengan en cuenta la realidad de las políticas neoliberales actuales. "Corregir" estas políticas es imposible. Sus propuestas tienen que ver con un orden económico totalmente distinto.
Así pues, la dicotomía de Houtart resulta muy útil para aportar cierta claridad a los debates del foro, pero tiene algunas carencias. Asimismo, muchos movimientos tienen objetivos totalmente distintos. El mejor ejemplo lo aportan los defensores de un desarrollo sostenible ecológicamente, que a menudo están al margen de la línea divisoria anticapitalista o poscapitalista. Este es, claramente, uno de los puntos débiles del FSM, ya que sin duda existen análisis muy interesantes sobre los problemas del medio ambiente, pero nadie puede o se atreve a decir de qué forma los países ricos del Norte deben cambiar sus modelos de producción y consumo insostenibles. Se organizan debates sobre la privatización del agua, los derechos de los pueblos indígenas y la deuda ecológica, pero sólo de forma muy ocasional sobre cómo deben cambiar los ricos. Se presta poca atención a las líneas divisorias de estos movimientos. Algunos son claramente posmodernos; condenan todas las ideas sobre el progreso y defienden un desarrollo totalmente distinto.
Otros son abierta y conscientemente antimodernos, en mayor o menor grado; sólo creen en las economías de pequeña escala, la autarquía y la autoadministración. El FSM carece de un análisis exhaustivo de todos los puntos de vista distintos. Evidentemente, debe seguir siendo un espacio abierto para los debates y la creación de vínculos, pero estos procesos se pueden facilitar si se conocen las posturas de todo el mundo. Actualmente hay demasiadas contradicciones que no se debaten. Daré un ejemplo de mi propio movimiento, Attac. Attac es un movimiento global progresista, la mayoría de nosotros apoyamos la revolución bolivariana de Chávez y somos más poscapitalistas que neokeynesianos, pero muchos socios apoyan las políticas neoliberales de reducción de la pobreza en el marco de los objetivos de desarrollo del milenio y la demanda de una tasa sobre los billetes de avión. Esta tasa no está en la línea de nuestra demanda de una tasa sobre las transacciones de divisas que reduzca la especulación financiera.

Cuestiones políticas profundas

Las líneas divisorias políticas en el seno del movimiento se corresponden con las diferencias en el proceso de cambio que busca el movimiento. Cabe preguntarse si la contestación pública contra el neoliberalismo y las demandas de más democracia son comprendidas del mismo modo por todos los movimientos. Para algunos sectores, la democracia es un fin en sí mismo. La democracia radical se percibe como un sinónimo del socialismo. Para otros sectores, la democracia sólo es un instrumento para desmantelar el neoliberalismo, o incluso no es más que un epifenómeno.
En general, existe una opinión negativa de los estados nacionales, los partidos políticos y la democracia representativa. Si bien hay pocos seminarios del FSM que traten estos temas, influyen permanentemente en los debates sobre las posibilidades de acción en el seno del FSM.
Todo el mundo está de acuerdo en que es necesaria más democracia participativa. Sin embargo, la cuestión de si los movimientos pueden aliarse con los políticos o los partidos políticos y cómo podría hacerse resulta mucho más difícil de responder. El FSM de Caracas fue un ejemplo claro, ya que muchos observadores y participantes temían que Chávez intentara apropiarse del foro. Hubo bastante resistencia a una posible financiación del FSM por parte del gobierno venezolano. Se afirmó que la sociedad civil debe ser autónoma y no puede trabajar con los gobiernos. El debate se agudizó con una carta de Chico Whitacker, uno de los fundadores brasileños del Foro. Debido a la corrupción de la clase política brasileña, Whitacker rechaza la ayuda del PT (Partido de los Trabajadores) y defiende con energía una politización de la sociedad, sin contar con los partidos políticos. Esta opinión fue apoyada por los "horizontalistas", que defienden un movimiento autoadministrado y autónomo. Para los horizontalistas, los estados y los partidos políticos son parte del sistema opresivo del capitalismo. Para ellos, las jerarquías que ocultan dificultan la emancipación del pueblo y por tanto se deben desmantelar.
Nuevamente, hay que destacar muchas contradicciones. Sin duda, el presidente brasileño Lula estuvo tan presente en Porto Alegre como Chávez en Caracas. Incluso se podría afirmar que los dos primeros FSM contribuyeron a que ganara las elecciones.
Asimismo, ¿por qué el dinero de Chávez es un problema cuando nadie se ha cuestionado la financiación de Petrobras (empresa petrolera brasileña) y se ha aceptado dinero de la Fundación Ford? ¿Dónde debe buscar la sociedad civil los millones de dólares que inevitablemente cuesta organizar un encuentro mundial? La presencia de los partidos políticos en el Foro también es polémica. La Carta del FSM menciona la posible participación de representantes políticos "a título personal" y siempre que asuman los principios de la Carta. Las autoridades no son nuestros enemigos, como afirma acertadamente Bernard Cassen. Sin embargo, ¿cómo se puede explicar la presencia en algunos seminarios de funcionarios del Banco Mundial o el PNUD?
Suponiendo que vengan a título personal y no representen a sus instituciones, ¿respetan todos los principios de la Carta? ¿Están dispuestos a oponerse al neoliberalismo?
El argumento de que los movimientos deberían hablar solamente con gobiernos y partidos de la izquierda no es siempre aceptable puesto que los gobiernos, necesariamente, tienen el poder. Como observa Jai Sen, es “poder por encima de” y no “poder para” que es el que la sociedad civil quiere. El Foro ha tratado de desmantelar las relaciones de poder y de ofrecer alternativas. En este contexto se cita el ejemplo del Foro Social Europeo de Londres, en el que aparentemente dominaba un partido político de la izquierda.
Las diferencias entre quienes abogan por la sociedad civil y los participantes más políticos serían comprensibles si no hubiera relaciones de poder en el interior del foro. El FSM ha creado su propia elite, gente que decide dónde y cuándo reunirse, que forman parte del secretariado o del consejo internacional, gente que no debe esperar dos horas para inscribirse en el foro, gente que vive en hoteles caros y que sabe lo que es mejor para los activistas corrientes. Uno puede sospechar que algunos horizontalistas defienden sólo sus propios intereses y su poder, aquellos que quieren evitar cualquier jerarquía y son contrarios a cualquier influencia política a menudo sólo tratan de perpetuar las relaciones de poder existentes e informales.
Esto no se dice para acusar a nadie. Aunque yo creo que las relaciones de poder dentro del forum deben formalizarse para tener mayor transparencia y democracia. Los miembros brasileños del secretariado internacional insisten en que debemos cambiar nosotros antes de empezar a cambiar el mundo. Ciertamente, tienen razón. Es un motivo más para que la “jerarquía” del forum haga lo que predica.

Otro mundo posible, pero ¿cómo?

Este es el telón de fondo contra el cual se originó el debate sobre la estrategia del movimiento. No es una situación fácil puesto que las líneas divisorias del contenido y el proceso no son paralelas. Significa que algunos demócratas radicales y horizontalistas pueden encontrarse entre los neokeynesianistas y con los postcapitalistas.
Los que promocionan el desarrollo sostenible defienden estados fuertes y se alinean con los defensores de la autonomía local. Parece ser que hay un punto concreto tras la controversia. Los objetivos de muchos participantes del forum no son iguales; algunos parecen defender un neoliberalismo más consistente en vez de estar contra éste. Una cuestión pendiente es saber si todos son partidarios de la democracia radical.
Algunos participantes creen que todos los problemas pueden resolverse dando mayor relieve a la sociedad civil. A veces uno empieza a preguntarse si todos ellos defienden realmente “otro mundo”. Pensemos en los movimientos que se han unido a Lula –y seis meses después, el Banco Mundial- para defender los objetivos del milenio contra la pobreza. Esas ONG aceptan ahora un impuesto sobre los billetes de avión, una tasa al consumo sin ningún impacto estructural en la redistribución ni en la ecología. Estas medidas no pueden ni considerarse neokeynesianas. O pensemos en las ONG contrarias a la OMC. Algunas de ellas no están en contra del libre comercio sino que quieren un “verdadero libre comercio” y son contrarias a los intereses de los países pobres.
Si nos centramos en los que sí quieren otro mundo con otras políticas distinguiremos dos principales grupos en lo que respecta a la estrategia del movimiento. Uno considera el FSM un “espacio abierto”, una posibilidad para trabajar conjuntamente y para el intercambio, a favor de un “mural de propostas”, una colección de propuestas y alternativas, pero contrario a cualquier intento de hacer una síntesis oficial que pretenda representar a todas las propuestas.
Dicen que el FSM no tiene la misión de proponer alternativas puesto que inevitablemente ello ocasionaría muchas divisiones y divergencias. Los distintos movimientos tienen que divulgar sus alternativas, gracias a las ideas, a la energía y a las motivaciones que encuentran en el FSM.
Para comprender este razonamiento no hay que olvidar que el movimiento zapatista mexicano es considerado uno de los fundadores de la Justicia Global y del Movimiento Solidario. Su base teórica ha sido excelentemente estudiada por John Holloway en su libro sobre cómo cambiar el mundo sin tomar el poder. Holloway hace referencia a las numerosas iniciativas locales y a la existencia de la gente corriente. Estas prácticas cambian a la gente y le hacen comprender que otro mundo es de veras posible. No obstante, no explica en el libro cómo conseguir ese mundo.
Los argumentos de Holloway son muy convincentes. Se puede negar que la diversidad del movimiento es enorme y que sería muy difícil, si no imposible, unirse para un solo programa. El FSM de Caracas estuvo más politizado que todos los demás pero incluso así no se consiguió la unidad.
Por supuesto, los movimientos o los grupos son libres de proponer sus programas y alternativas. Un grupo de “movimientos sociales” lo ha hecho desde hace un par de años en cada FSM. También lo hizo un grupo de 18 personas el año pasado en Porto Alegre, publicando un “Consenso de Porto Alegre”, un texto de dos páginas con 12 propuestas que se supone tenían el acuerdo de la mayoría de participantes. No obstante, la resistencia era enorme porque se consideró un intento de forzar al FSM en una dirección que siempre ha rechazado.
En el 2005, no se hizo nada con estas propuestas. Hasta el FSM de Bamako, enero de 2006. Un día antes del foro unos cuantos movimientos se reunieron para analizar y adoptar el “Llamamiento de Bamako”, texto de 20 páginas con un programa interesante. La mayoría de postcapitalistas deberían estar de acuerdo con ello, si creen en estados fuertes y en el importante papel de las agencias políticas y sociales. La iniciativa fue propuesta por Samir Amin, François Houtart y la gente de “Le Monde Diplomatique”, todos ellos fundadores del FSM.
Una vez más, es un debate vastísimo. Los movimientos que hicieron las propuestas son acusados de tratar de imponer un único programa al movimiento. Su respuesta es negarlo. Todo parece depender de la interpretación que se da al “sujeto histórico” que consideran emerge de la conciencia colectiva de la formación del FSM. Lo más probable es que la terminología marxista tradicional que se utiliza en el texto moleste a la mayoría. Samir Amin pretende que empieza una nueva era de socialismo. En el mismo sentido, en Caracas, el presidente Chavez da una nueva interpretación de “socialismo o muerte”. Según el presidente venezolano, no tenemos otra opción que introducir el socialismo si queremos evitar que la degradación medioambiental acabe con nosotros.
Esto nos conduce a la delicada cuestión de si el FSM debe defender una u otra forma de socialismo. En el forum, la mayoría evitó terminología con connotaciones negativas porque nadie sabe con exactitud lo que quieren decir. No habrá muchos movimientos que defienden una vuelta al socialismo de la guerra fría. En consecuencia, los discursos sobre socialismo no tienen sentido si no clarifican y definen de qué estamos hablando. Se trata de democracia radical, podrán alegar algunos participantes, y puede aceptarse. Pero ¿se puede definir el socialismo sin incluir una dimensión económica?
Los autores del “Llamamiento de Bamako” son acusados también de no comprender las dinámicas del forum. Subestiman la importancia del proceso democrático. El texto del año pasado, el Consenso de Porto Alegre, ciertamente no era de consenso pero era un documento muy claro y corto. ¿Por qué nadie ha organizado un debate sobre él? Esto podría habernos llevado a un nuevo documento en el 2006. Ahora, se pide la firma del Llamamiento de Bamako sin ninguna posibilidad de participar en el borrador del texto y sin ninguna posibilidad de presentar enmiendas. Esto es un enfoque pasado de moda difícil de aceptar. Todavía más. En Caracas, el texto fue presentado en un seminario con siete caballeros –ni una sola mujer- y sin ninguna posibilidad para la audiencia de debatirlo. El FSM merece algo mejor que esta forma jerárquica de actuar.
De hecho, la estrategia del FSM no ha dado una salida real, precisamente porque algunas personas creen que no debe tener una estrategia. No obstante, deberíamos preguntarnos cómo podemos llegar a ese otro mundo. No puede ser un proceso espontáneo, el simple resultado de cien mil personas gritando que otro mundo es posible. De lo que tratan los distintos movimientos del FSM está ligado a las relaciones de poder. Los que tienen poder no lo sueltan voluntariamente, lo cual significa que nada cambiará a menos –como comienzo- que cien mil personas se reúnan y griten sus eslóganes a la puerta del Banco Mundial o del Fondo Monetario Internacional.
En una conferencia internacional en Gante, en 2005, sobre el movimiento antiglobalización, Anne Morelli dijo a una audiencia sorprendida que en la historia ni un solo movimiento había conseguido cambiar sin violencia. Una lección difícil de asumir para los promotores de la resistencia pacífica. El FSM excluye el uso de la violencia y esta es la razón por la cual los zapatistas nunca – directamente- han participado. Quizá la atención de los medios de comunicación hacia los movimientos islámicos se deba precisamente al hecho de que los tememos, de que los consideramos una amenaza. El FSM no amenaza a nadie, así que ¿quién le hará caso?
No pienso que la violencia pueda aportar soluciones aunque debemos considerar el punto de vista de Morelli. Los que están en el poder utilizan el miedo, miedo al terrorismo, al sida, a la pobreza o a la peste aviar para legitimarse, para mantener y consolidar su poder. La Justicia Global y el Movimiento Solidario deberían confirmar su existencia, deberían decir alto y claro que somos muchos en decir “no” a la opresión de la humanidad y a la degradación del medio ambiente. Los poderosos deberían temernos. Este es el desafío.

Permitidme sugerir alguna conclusión.

Primero, creo que los movimientos del FSM deben hacer un análisis crítico de sus campañas y propuestas. Hay demasiadas contradicciones y cada uno debe reflejar su postura dentro del movimiento y las posibilidades de trabajar en red. En términos pragmáticos, uno debería considerar la contribución que hace a otro mundo. Puede parecer obvio pero los que hayan leído la lista de seminarios del FSM y estudiado las propuestas relativas a apicultura o espiritualidad se darán cuenta de que este ejercicio puede ser importante.
Segundo, el FSM, el secretariado internacional y/o el consejo internacional tendrán que reflexionar en otro tipo de organización. El FSM es una carísima iniciativa –cada foro global cuesta millones de dólares- y es un paso muy positivo para reunirnos, intercambiar ideas, y estudiar propuestas. No obstante, muchos movimientos no respetan ni sus propias propuestas, están ausentes o no tienen otra audiencia más que sus propios miembros.
Edgardo Lander, del FSM de Caracas, propuso hacer una selección previa de todas las iniciativas. Es una delicada misión. ¿En qué criterios hay que basarse? ¿Quién decide? Pero estas ideas deben ser estudiadas en profundidad ya que el FSM tiene sus propios límites financieros y logísticos. Debe buscarse una solución aceptable para todos.
Tercero, el FSM debería organizar debates sobre temas verdaderamente importantes para ese “otro mundo”. La mayor parte de seminarios en Caracas o Porto Alegre no tocaban directamente este tema. Pienso en desarrollo sostenible, pluralismo y diversidad, democracia global, justicia social, bienes públicos globales, tasas globales etc.
Si no hay movimientos que propongan actividades sobre estos temas, el FSM puede codirigirlos. Algunos pueden incluso prepararse durante el curso mediante un llamamiento para que envíen contribuciones escritas o con debates electrónicos. En este sentido, el FSM podría ser una oportunidad para presentar y comprobar los resultados, lo cual conduciría directamente a obtener propuestas más prácticas.
Finalmente, puede ser interesante intentar una síntesis de todos los debates. En cuanto a los temas más relevantes para ese “otro mundo” la mayor parte de argumentos ya se han expuesto o escrito, pero nadie ha intentado reunir todas las ideas en un programa coherente. ¿Quién puede pretender que nunca será posible un consenso? Y si no necesitamos un anteproyecto para un tipo determinado de mundo, por qué no tres, cuatro o cinco programas distintos para debatir en el espacio abierto que el FSM puede seguir siendo? Esto no contradice los principios de la Carta y mejoraría significativamente la convergencia y la fuerza del movimiento.
El debate sobre el futuro del movimiento ya ha empezado y es muy positivo. Pero es mejor evitar las dicotomías binarias, como sociedad civil versus estado, acción local versus acción global, etc. El principal desafío consiste en hallar el camino propicio para unir distintos niveles y diferentes agentes.
No podemos rechazar niveles políticos o agentes. El diálogo político no debe chocar con la autonomía de los movimientos, no debemos caer en la trampa que nos tiende el discurso neoliberal. El FSM puede consultar con el movimiento feminista que tiene alguna experiencia en la reinvención de la democracia. Para el FSM el género es un tema transversal aunque las mujeres, sus experiencias y los temas que sugieren están mal representados. En cuanto al pluralismo y la diversidad, su contribución puede ser la mar de útil. El FSM debe hallar su camino, como dice François Houtart en “Between a 5th internacional and a social Woodstock”. El FSM es un festival y es político. Tiene que ser politizado lo cual significa que muchas acciones políticas dentro del forum deben ser factibles. El FSM no puede ser víctima de su éxito. Su proceso debe profundizarse para dar con alternativas prácticas democráticas y radicales, postcapitalistas. El FSM es un foro abierto y debe seguir siéndolo. Pero también debe posibilitar y animar el trabajo de alternativas y estrategias de manera pragmática e idealista a la vez. Deberemos, verdaderamente, cambiar nosotros mismos. Como dijo Meter Waterman, el principal problema de la emancipación no es el enemigo, somos nosotros.


Fuente: El gra de sorra, num 38